Salmonicultura: Globalicemos también los derechos

Columna de opinión de Francisco Pinto, coordinador Programa de Recursos Naturales de Fundación Terram, publicada en el Mostrador el 18 de octubre de 2006


El cultivo de salmones en nuestro país se ha transformado en todo un éxito comercial. Chile pasó a transformarse en el segundo productor a nivel mundial, produciendo dos de cada cinco salmones. El crecimiento ha sido tan explosivo que esta actividad actualmente se posiciona como el segundo producto en importancia dentro de nuestra canasta exportadora y se estima que los envíos de este año alcanzarán los US$ 2.000 millones.

Pero la otra cara de este éxito comercial son los altos costos sociales y ambientales que la industria no internaliza y que son asumidos por todos nosotros. Por ejemplo, para producir sólo un kilo de esta exótica, carnívora y voraz especie se requieren más de 9,9 kilos de peces pelágicos (jurel, sardina y anchoveta). Si consideramos que la industria proyecta duplicar la producción para 2013, esto significa que se destinarían cerca de 12 millones de toneladas de peces para alimentar los 1,2 millones de toneladas de salmones, generando una disminución de alimento a nivel mundial, toda una paradoja para un mundo donde el hambre y malnutrición matan anualmente a seis millones de niños, una cifra equivalente al 40% de toda la población de Chile. A esto se debe agregar el peligro de colapsar la ya sobreexplotadas pesquerías del Pacífico sur, las cuales serían destinadas casi íntegramente a alimentar los salmones chilenos.

Además, existen una serie de impactos ambientales como los desechos orgánicos producidos por las descargas de los peces cultivados que equivalen a los desechos de una población de siete millones de personas. Así también está presente el uso indiscriminado de antibióticos, que es un riesgo para la salud, y sin embargo, ninguna repartición pública tiene registro alguno de las cantidades específicas que se utilizan, como tampoco de los millones de ejemplares que se escapan anualmente y que depredan a las especies nativas, generando millonarias pérdidas a la pesca artesanal.

Por otra parte, los problemas laborales son tantos o más complejos que los ambientales. Chile es el único país en vías de desarrollo que produce en cantidades importantes este recurso, y las condiciones laborales bajo las cuales se desempeñan sus trabajadores distan bastante de la definición de trabajo decente que define la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la cual incluye adecuadas condiciones, remuneraciones justas, protección social, un número adecuado de horas y un equilibrio entre empleo y vida familiar, todas característica que se alejan bastante de la realidad que viven los trabajadores y trabajadoras de la industria salmonera.

Sólo durante el primer semestre de este año la tasa de infraccionalidad laboral de este sector fue del 80,43%; existen crecientes denuncias por prácticas antisindicales; la tasa de accidentabilidad laboral supera los dos dígitos tanto en los centros de cultivo como en las plantas de procesamiento y una parte importante de los trabajadores se encuentran en grave indefensión laborando como subcontratado y con bajas remuneraciones.

Motivados por esta lamentable realidad es que durante esta semana se han realizando en nuestro país, así como en el resto de los principales países productores de salmón (Noruega, Canadá, Estados Unidos, Escocia e Inglaterra), una serie de acciones dentro de lo que hemos denominado la "Semana Global de Acción", organizada por diversos grupos alrededor del mundo que forman parte de la campaña internacional "Pure Salmon", un proyecto global que promociona una salmonicultura más justa y sustentable.

Las acciones realizadas en paralelo en todos estos países tienen por objeto informar a los consumidores, autoridades y ciudadanía en general sobre los impactos y problemas ambientales, sociales y de salud, asociados al cultivo del salmón y a las actuales prácticas de las empresas productoras.

Esta moderna industria global ha generado una importante cantidad de puestos de trabajo, no obstante prevalecen condiciones laborales precarias y graves impactos ambientales. La globalización no puede ser sólo oportunidades de negocio, también debe traer mejores condiciones laborales y de protección a nuestro medio ambiente. "Globalicemos también los derechos".


Publicado en: Opinión

Etiquetas:

Los comentarios están cerrados.