By Comunicaciones Terram

Calidad del aire en Santiago, ¿cuánto más esperamos?

Columna de opinión de Paola Vasconi, coordinadora del Programa de Medio Ambiente de Fundación Terram, publicada en El Mostrador 16 de mayo de 2007.

Recién comienza el período crítico de contaminación del aire en la capital y Santiago no sólo ha vivido una seguidilla de 4 alertas y 2 preemergencias ambientales, sino que se han registrado los peores índices de contaminación de los últimos cinco años. De hecho, la estación de Pudahuel marcó el sábado pasado un nivel ICAP de 409 muy superior a los máximos de 376 y 315 registrados durante el 2006 y el 2005 respectivamente, y que tuvo a la capital a poco de revivir una emergencia ambiental, que no ocurre desde 1999.

Estos hechos cobran gran relevancia en la actualidad, pues evidencian la escasa incidencia que han tenido y tienen las medidas anunciadas y puestas en marcha en los últimos años por los gobiernos de la concertación, en los niveles de contaminación de la ciudad. Seguimos dependiendo de las variables meteorológicas y climatológicas, para poder disfrutar de una calidad del aire aceptable en la región.

La crisis atmosférica evidencia además, que a la luz de los resultados de la Auditoría al PPDA en el 2005, hasta ahora ninguno de los gobiernos y autoridades regionales y ambientales de turno ha asumido los costos políticos por los incumplimientos en materia de calidad del aire en Santiago. Se han dilatado más de lo necesario las medidas a tomar en el marco de la actualización del Plan y se ha reiterado la fallida promesa de cero preemergencias en el 2005 (hoy, con el Transantiago en marcha, se ve cada vez más lejos de concretarse)

Esta situación, confirma la tesis y postura que ha mantenido Fundación Terram desde el año 2000 sobre el tema de la contaminación del aire de Santiago: el problema en la Región Metropolitana es de tipo estructural y guarda relación con la saturación de la capacidad de carga de la cuenca de Santiago.

Con una población que supera los seis millones de habitantes, con un parque automotriz cercano al millón de automóviles, con creciente actividad económica, con un pésimo transporte público, con la crisis del gas natural y la expansión territorial de la ciudad, los problemas de contaminación de la capital no se resolverán sólo con medidas como Transantiago, la Ley de Permisos de Emisión Transable, el mejoramiento de los combustibles, etc., Santiago requiere, ahora, de nuevas fórmulas para disminuir sus índices de contaminación y que lo logrado hasta ahora, no se revierta.

Es decir, para lograr una buena calidad del aire Santiago necesita congelar sus emisiones, disminuir su población y sus actuales niveles de actividad económica, así como reducir su creciente expansión horizontal y el consecuente distanciamiento entre los hogares y el trabajo; se requiere, además, de un sistema de transporte público eficiente y una disminución del parque automotriz. Se debe avanzar, en una reforma institucional de manera que una sola entidad sea la que administre y gestione el Plan de Descontaminación. De lo contrario, cualquier iniciativa que se tome sin considerar los aspectos mencionados y una gestión integral de la cuenca será un fracaso y los santiaguinos viviremos condenados a una pésima calidad del aire y a una disminución en la calidad de vida.

Me pregunto, ¿cuánto más tendremos que esperar los capitalinos(as) para que Santiago mejore la calidad de su aire? Ó ¿será mejor que asumamos, de una vez por todas, que esta es la realidad y la calidad del aire que nos tocó vivir? Por el bien de todos espero que no y que las autoridades por fin enfrente este tema con la seriedad que requiere.

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  • 16/05/2007