Leña en Santiago

Columna de opinión de Pedro Serrano Presidente de Fundación Terram, publicada en portal Econoticias el 08 de junio de 2007.


Santiago está condenado para siempre al smog mortal del invierno, básicamente por que no se ve para cuando dejará de quemar hidrocarburos para cocinar, calentar, transportar y producir energía eléctrica. Para entender mejor el problema, los hidrocarburos, son compuestos combustibles en cuyas moléculas priman el carbono y el hidrógeno, de allí la palabra hidro-carburo, son combustibles carbonados.

Los hidro-carburos cuando se queman, oxidan, o reaccionan con oxigeno, produciendo calor, producen además una variada gama de contaminantes atmosféricos inmediatos (en el aire de la ciudad), algunos detectables como el CO2, conocido como dióxido de carbono producto de un combustión completa o el mortal CO, resultante de una combustión incompleta por falta de oxígeno, o también el carbono molecular en polvo, más conocido como hollín, que es visible en ese humo negro que emiten todos nuestros buses y camiones a diesel cuando tienen que acelerar y están mal carburados.

Todos los hidrocarburos cuando queman sus hidrógenos producen agua en estado gaseoso que es lo más inocuo emitido. Lo que no tiene nada de inocuo son los hidrocarburos volátiles, HCV, que podrían definirse para el ciudadano como el “olor  a bencina”, que desde ya es altamente tóxico, hasta los hidrocarburos volátiles poli cíclicos, que son difícilmente detectables y son también tóxicos cancerígenos. Además las combustiones en alta temperatura oxidan el nitrógeno produciendo óxido de nitrógeno, tóxico y reactivo (con agua atmosférica se convierte nada menos que ácido nítrico) y que además es precursor de ozono a nivel de suelo, que es otro muy peligroso tóxico urbano.

Como guinda para la torta nuestros combustibles también tienen aditivos innombrables y hasta una dosis de azufre, cuyo oxido es precursor del ácido sulfúrico. Todas estas maravillas son las que presenta el smog santiaguino, asunto que no tiene solución alguna ante la inevitable mala ventilación de invierno, si es que más encima se insiste en hacer la vida a punta de hidrocarburos. En esto la ciudadanía comprenderá que las restricciones son tan sólo un chiste esporádico, que baja un poco la quema, pero no resuelve el fondo del problema. De acuerdo con datos colocados por el colegio médico, son más de tres mil muertes anuales en Santiago por impacto acumulativo del smog. En todo Chile mueren 1.757 personas (2004) por accidentes de tránsito, resulta entonces más peligroso respirar en Santiago que salir a al calle en Chile.

Todo lo anterior es para poder decir que la leña es otro poco refinado hidrocarburo: C6 H22 O11,  cuya molécula tiene 6 carbonos, 22 hidrógenos y 11 oxígenos y que por lo tanto, libera los mismos contaminantes que se describen en los párrafos anteriores. Agregando algunos hidrocarburos aromáticos y sobre todo mucho material particulado. Lo peor es que se quema de un modo bastante brutal, esto incluida leña seca certificada, la doble cámara, el conversor catalítico y los filtros, por que los volátiles y el microparticulado no los para nadie, su combustión es a baja temperatura e incompleta y la emisión de contaminantes es tan notable que ni siquiera se compara con el peor de los diesel.

De allí que resulte hasta criminal el estar siquiera pensando en quemar leña en Santiago, lástima por las fabricas de estufas a leña, comprendo su punto, business are business, más “ la vida es la vida” y la contaminación que ya tiene Santiago no admite un componente con las nanas ambientales de la leña. Por favor, quemar cualquier cosa carbonada en Santiago ya es mortal, pero leña, por favor no.

 


Publicado en: Opinión

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