Vertederos ilegales en Santiago ocupan superficie similar a la mitad de Ñuñoa
By Comunicaciones Terram

Vertederos ilegales en Santiago ocupan superficie similar a la mitad de Ñuñoa

Todos se ubican en zonas periféricas de las comunas más pobres de la región. El 80% de la basura que contienen corresponde a escombros domiciliarios, cuyo traslado puede costar entre 5 mil y 30 mil pesos. En el espacio que ocupan se podrían construir 2 mil canchas de fútbol, pero municipios dicen que tienen problemas para erradicarlos: necesitan plata y la mayoría son terrenos privados. La Nación 25 de junio de 2007.

Por Dalia Rojas

¿Se imagina usted media comuna de Ñuñoa sumida bajo basura y escombros, convertida en un gigantesco vertedero clandestino? Bueno, ésta es la superficie que los basureros ilegales ocupan en la Región Metropolitana, claro que no están en Ñuñoa, sino en las zonas periféricas de la ciudad. Eso arrojó un estudio realizado en la Universidad Andrés Bello en el que contabilizaron el espacio urbano que los vertederos y microbasurales ilegales ocupan en la región: dos mil canchas de fútbol, lo que representa la mitad de esa comuna.

“Sólo para comparar, el relleno sanitario Santa Marta ocupa alrededor de 592 canchas de fútbol”, dice el académico de Ingeniería Ambiental de la Universidad Andrés Bello Carlos Rungruangsakorn, quien explica que de los desperdicios que ahí se arrojan el 80% corresponde a escombros provenientes de reparaciones o construcciones domiciliarias. Un 15% se genera a partir de desechos como muebles y neumáticos, y el resto se compone de residuos peligrosos de industrias, como tambores, aceites y desechos químicos. “Esta actividad se efectúa principalmente entre el atardecer y la medianoche”, agrega el académico.

Golpe a los más pobres

Tanto los microbasurales como los vertederos clandestinos son posibles gracias a sistemas de transportes que retiran los desperdicios por un monto que varía entre los 5 mil y los 30 mil pesos. Y la mayoría se concentra en sectores de bajos recursos, lo que afecta los núcleos urbanos periféricos. “Ello golpea fuertemente a las comunas pobres, las que deben destinar una parte importante de sus ingresos a la limpieza de los microbasurales, gastos que podrían destinarse a mejoras comunales”, agrega el académico.

El experto dice que -muchas veces- estos vertederos funcionan con la complicidad de los vecinos, además de las empresas constructoras que hacen arreglos menores en otras comunas. “En municipios con más dinero esto no ocurre, porque el nivel de urbanización es mayor allí, se construye mucho más y no hay espacio para estos vertederos”, puntualiza.

Jaime Pavez, presidente de la comisión de Aseo y Ornato de la Asociación de Municipalidades de Chile y alcalde de La Pintana, explica que en las comunas periféricas “hay muchos terrenos ‘en engorda’, que pertenecen a constructoras que están esperando que el precio suba para colocar casas. Por eso, en las comunas del centro no existen estos focos insalubres”. Agrega que la mayoría de las veces se trata de terrenos de privados o de entidades públicas, donde no se puede intervenir. Esto sin contar con el tope clásico: la plata. “Las municipalidades pueden limpiar ese sector, pero eso puede significar dejar de gastar esos recursos en luminarias u otras necesidades de la comunidad. Es una decisión compleja”.

Complicidad de la población

El alcalde critica, de paso, a quienes realizan trabajos en sus hogares y no contabilizan dentro de los gastos el ítem escombros. “Siempre sale más fácil ir a dejarlos a un sitio eriazo en horas de la noche o pagar muy poco por ello. Hay un poco de complicidad de los vecinos, por eso nosotros en La Pintana retiramos escombros y cobramos poco más de 3 mil pesos por metro cúbico”.

Aun así, añade que no existen muchos lugares para depositar estos elementos, y donde los hay “no aceptan las cargas, porque van mezcladas con basura, pero resulta que en los vertederos no aceptan escombros, entonces es un tema complejo, porque hay que separar una cosa de otra”.

En Santiago hay 15 lugares destinados para esos fines, cinco de ellos están al tope y se encuentran en Puente Alto y La Florida. Los otros diez se encuentran en San Bernardo, Quilicura, Lampa, Padre Hurtado, Pirque, Pudahuel y Peñalolén. LN

 

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  • 25/06/2007