Nadie quiere pagar la cuenta de carbono

La familia acaba de terminar una costosa cena de siete platos en un restaurante. Los sobrinos pobres llegaron tarde y tienen que conformarse con lo que sobró en la panera. Cuando llega la cuenta, los tíos ricos --Canadá, Estados Unidos y Japón-- insisten en que los sobrinos, aunque están muy hambrientos, deben pagar su parte como si hubieran disfrutado del banquete. IPS, 11 de diciembre de 2007.


El tío Canadá sugiere que él mismo debería pagar menos, porque tiene mucho apetito. Es algo que no puede evitar.

Para muchos observadores, esta cena ficticia describe lo que sucede en la conferencia de las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se desarrolla en la isla indonesa de Bali, a pesar de la urgente apelación formulada por más de 200 expertos en cambio climático.

"Se necesitan drásticas reducciones en las emisiones de gases invernadero. No tenemos tiempo que perder", dijo Richard Somerville, de la Institución Oceanográfica Scripps de la Universidad de California.

Los científicos reclaman a los gobiernos un nuevo acuerdo internacional que reemplace al Protocolo de Kyoto –aprobado en 1997, vigente desde 2005 y que caducará en 2012– y que permita contener el aumento en las emisiones de gases invernadero en 10 ó 15 años. Se debería alcanzar una reducción de al menos 50 por ciento para 2050.

Ese es el objetivo mínimo, advierten los expertos, para tener 50 por ciento de posibilidades de evitar que la temperatura del planeta se eleve más de dos grados, lo que permitiría prevenir las consecuencias más graves del recalentamiento planetario.

Pero algunos científicos creen que la reducción de emisiones debería llegar a 80 por ciento, indicó Somerville.

A pesar de la urgencia y las advertencias, Canadá ejerce toda su influencia en Bali para desbaratar estas iniciativas, dijo Hans Verolme, director del programa sobre cambio climático del no gubernamental Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

"Lo que están haciendo nos garantizará un aumento de la temperatura de cuatro grados centígrados. No entiendo la política de los canadienses", agregó.

La posición de Canadá y Japón es que todos los países emisores de gran cantidad de dióxido de carbono, ahora y en el futuro, deben efectuar idénticas reducciones.

Esto significa que China e India, que comenzaron a industrializarse recientemente, tendrían que adoptar las mismas metas que el resto de las naciones ricas.

Ese reclamo ignora que el Norte rico se ha beneficiado con más de un siglo de industrialización, periodo durante el cual contaminó sin control la atmósfera. Canadá piensa que los países industriales deberían obtener carta blanca por sus emisiones pasadas.

Desde que la Revolución Industrial comenzó en 1750 en Inglaterra, 450.000 millones de toneladas de dióxido de carbono fueron enviadas a la atmósfera, en su mayor parte por los países más ricos. Actualmente, las emisiones se ubican en torno a los 7.000 millones de toneladas anuales.

"Nadie está hablando de metas estrictas para los países en desarrollo, a excepción de Canadá", dijo a IPS Dale Marshall, de la Fundación David Sukuki, una organización ambientalista de ese país norteamericano. "Están tratando de bloquear las negociaciones en Bali."

Un documento reservado del gobierno canadiense, concoido por organizaciones no gubernamentales el 7 de este mes, revela con claridad la estrategia de exigir que los países pobres adopten las mismas reducciones obligatorias que las naciones ricas.

Estados Unidos tiene una posición similar y Canadá está jugando su papel para evitar que el gobierno de George W. Bush quede completamente aislado en este punto, dijo Marshall.

El documento también deja en claro que Canadá aspira a que otros países reconozcan sus "circunstancias nacionales" y le permitan adoptar metas de reducción menos estrictas. Esas circunstancias se referirían al hecho de que ese país es ahora un gran exportador de gas y petróleo.

La posición canadiense también viola el principio de "responsabilidad común pero diferenciada", agregó Marshall, que reconoce los diferentes grados de desarrollo económico, la responsabilidad histórica y el actual nivel de emisiones por habitante en varios países.

Este principio ha sido consensuado por todas las partes de la Convención, incluidos Canadá y Estados Unidos.

El secretario ejecutivo de la Convención Marco, Yvo de Boer, explicó qué significa este principio para alcanzar una meta de reducción de emisiones de 50 por ciento para 2050.

"Las emisiones de los países en desarrollo estarán creciendo dramáticamente y tendremos que ir a un escenario en el que las naciones ricas deberán efectuar reducciones extras, dejando espacio para el crecimiento económico de los más pobres", afirmó.

A pesar de las declaraciones del ministro de Ambiente de Canadá, según las cuales un aumento de dos grados en la temperatura del planeta es "inaceptable", las acciones de su país en Bali revelan que su gobierno minimiza la gravedad del cambio climático, evaluó Marshall.

Las decisiones en la conferencia de las partes de la Convención se adoptan por consenso, por lo que tres o cuatro países pueden sabotear todo el esfuerzo.

"Dan ganas de pararse y gritar que estamos negociando el futuro del planeta en Bali, no jugando juegos políticos", enfatizó Marshall.

La alternativa es discutir sobre la cuenta de la costosa cena de siete platos, mientras el restaurante se incendia.

 


Publicado en: Resumen de prensa

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