Los desconocidos riesgos geológicos que dejó el terremoto

Expertos del organismo recomiendan la realización de más estudios para trazar adecuadamente las zonas donde deberían reconstruirse las ciudades asoladas por el fenómeno y de crear una Plataforma Nacional para la Reducción del Riesgo capaz de anticipar los peligros en los futuros emplazamientos humanos. La Nación, 13 de abril 2010.


El terremoto del 27-F no sólo dejó en evidencia la falta de preparación en los sistemas de alerta, carencia de personal e instrumentos en el Servicio Sismológico y la mala calidad de algunas edificaciones, también dio cuenta de la irresponsabilidad de algunas autoridades al otorgar permisos de construcción en zonas que -según estudios de riesgo- ya mostraban ser vulnerables.

Deslizamientos y alzamientos de terrenos, sectores inundados o agrietados por la reactivación de fallas o la licuefacción, son parte del saldo que el personal del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) ha catastrado durante su primer mes de trabajo en las zonas afectadas. El objetivo es producir mapas de riesgo geológico que sean utilizados por la autoridad pertinente para definir los lugares en los que se reconstruirán las ciudades afectadas o, derechamente, donde no se debería construir.

“No sólo los sectores costeros están dañados, el país completo lo está”, sostiene Francisca Falcón, geóloga del Sernageomin. Si bien, efectivamente, la Cordillera de la Costa es la que sufrió el mayor impacto, todas las zonas donde hay lomajes, cerros o montañas pueden presentar grietas y deslizamientos que, a su vez, pueden afectar ríos o poblaciones.

Según Falcón, varios ríos -sobre todo de la Región del Biobío- fueron afectados por deslizamientos que si no se limpian ahora, a la menor lluvia podrían causar aluviones. Es el caso de los ríos Lebu, Tubul, Raqui, Carampangue, Mataquito (Maule), donde los deslizamientos dejaron las cajas de los ríos demasiado pequeñas. “Eso para el invierno es muy preocupante, porque puede represar el río, en términos de aluviones, con una carga de agua menor, con lluvias normales. No es necesario que haya lluvias intensas, porque como el río tiene mucho más sedimentos se colmata más rápidamente. Es sedimento con agua que puede arrasar puentes o caminos”, afirma.

Alerta de remociones

Sin asegurar de manera terminante que sea el sector más afectado, Manuel Arenas, especialista en peligros geológicos del Sernageomin, sostiene que una de las regiones que concentra la mayor cantidad de efectos es la del Maule, principalmente Constitución, Duao e Iloca. “Por un lado fueron arrasados por el tsunami y por otro, tienen remociones en masa, licuefacción de suelos y aparición de grietas. En Iloca y Duao existían remociones en masa de grandes deslizamientos antiguos, que se reactivaron con el sismo y evidentemente presentan un grado de peligrosidad importante. Por eso es necesario evaluarlo y zonificar el peligro para que puedan tomar decisiones de dónde reconstruir”, dice.

Cada informe que el servicio ha preparado deberá servir de base a las autoridades planificadoras para decidir en qué zonas se reubicarán las poblaciones. Los expertos esperan que, esta vez, se tome en cuenta el trabajo técnico que se ha realizado.

Falcón asegura que luego del tsunami, la gente está sensibilizada con el impacto que puede provocar, por lo que entiende que hay que construir con resguardo o no construir. “No es la misma claridad que la gente tiene respecto a las remociones en masa, que son noticia en los inviernos, cuando viene un deslizamiento y mata a tres personas porque hay lluvia intensa, pero ahora hay muchas zonas afectadas por posibles deslizamientos”, asevera.

Según los geólogos hay zonas donde se construyeron poblaciones completas sobre el deslizamiento, en el talud, en la ladera y además al pie del deslizamiento. “En todos esos sectores tenemos que estudiar qué peligro tiene volver a construir ahí. La decisión de no construir la tiene que tomar la autoridad, lo que nosotros vamos a decir es si es que hay peligro”, confirman.

Ser escuchados

La idea es que la información sea considerada, pues hay casos en que no se hizo, con graves consecuencias. “En Chiguayante hemos hecho al menos diez informes. Cada vez que hay un deslizamiento y muere gente, va el servicio y dice lo mismo: despejen, no puede vivir gente a 50 metros de una ladera, tiene que canalizarse el agua, tiene que hacerse un tratamiento a esta ladera, la forestal no puede plantar pinos hasta el borde, porque llena de sombra, porque si viene un deslizamiento se caen los árboles arriba de las casas, pero esas recomendaciones no se implementan”, critica Falcón.

En Punta Lavapié, Región del Biobío, deberán construir un nuevo embarcadero. El que hasta antes del terremoto funcionaba para la carga y descarga de los pescadores, quedó inutilizable no sólo por el efecto de las olas, sino que la magnitud del fenómeno causó el levantamiento del territorio que supera los 2 metros. “Obras que terminaron hace muy poco, ya no tienen ninguna utilidad, porque el botadero que hicieron para meter los botes ya está a 50 metros del mar”, dice Arenas.

En la isla Santa María (Biobío) el continente subió entre 1 y 3 metros. “El alzamiento del borde costero es bien grave porque significa que todos los muelles quedan colgados, la línea de alta marea queda mucho más atrás, el agua no llega hasta donde llegaba antes, queda el mar como recogido y no se puede hacer todas las labores de pesca”, sostiene Falcón.

La idea de Sernageomin es continuar recopilando información en la zona afectada, aunque a partir de ahora, son menos los profesionales que podrán dedicarse al tema, pues deben volver a sus investigaciones normales (ver recuadro). Hasta ahora han preparado diagnósticos para zonas desde la Región de Valparaíso a la Araucanía. En todas hay situaciones que de no ser solucionadas, son un potencial peligro.

Mapas de peligro

“Nuestra idea es crear mapas donde determinemos el grado de peligro -alto, medio, bajo- y recomendaciones que pueden ser utilizadas en las restricciones de los planos reguladores. Desde el punto de vista científico-técnico recomendamos si vale la pena construir o no, o si se pueden realizar medidas de mitigación o hay zonas donde se puede construir sin problemas. Información para que las autoridades comunales decidan si restringen o no la reconstrucción en la zona”, subraya Arenas.

En la zona afectada por el tsunami, por ejemplo, se evidencia la necesidad de prohibir la construcci ón de viviendas y servicios básicos (escuelas, hospitales) bajo la cota 15-20 msnm, identificada como la de mayor riesgo. En aquellas zonas afectadas por remociones en masa, reactivación de fallas geológicas, se recomienda no reconstruir viviendas ni infraestructura. “Probablemente hay muchos sobre todo los afectados por remociones en masa, que no son fáciles de controlar con obras de mitigación. Esas zonas deberían evitarse”, dice Arenas.

LA FALLA DE NALTAHUA

Dicen que son 4 kilómetros los que recorre la grieta en la comuna de Isla de Maipo, Región Metropolitana, que destruyó casas y cruzó una cancha de fútbol, dejando alzamientos de terreno de cerca de medio metro. Pero podría ser más larga.

“Para la zona de Isla de Maipo, Naltahua, Valdivia de Paine, Hospital, pareciera que hay un sistema estructural previo, antiguo, que se estructuró durante el sismo mayor. Lo que se ve en superficie, la ruptura, son fallas normales”, explica César Arriagada, geólogo y académico del departamento de Geología de la U. de Chile.

Dicho sistema comprende una traza continua de 2 km desde Naltahua. “En las fallas normalmente se ve una fractura o ruptura que de repente desaparece y aparece en otro lado, no es una línea continua, pudieran haber evidencias de que esta zona se rompió durante el sismo casi desde Melipilla, talvez a la Norte-Sur, pero con desplazamientos muy bajos, es lo que estamos tratando de estudiar. Si es de 30 a 40 km que se rompió 50 cm máximo, o un metro en las zonas más fuertes, o son pequeños”, sostiene el geólogo.

Estamos llenos de fallas geológicas (como la de la imagen, en Arauco), eso es un hecho, Chile es un país formado al alero de la cordillera más larga del mundo, que para formarse ha tenido milenios de presión. Faltan estudios que digan cuáles podrían estar activas y que municipios y constructoras los consideren a la hora de urbanizar y construir.

Naltahua no es el único lugar donde se reactivó una falla, la Universidad está estudiando casos desde San Antonio a Constitución, “pero también sabemos que hacia el sur, hacia la zona del epicentro, ocurren también”, dice.

DESLIZAMIENTOS

El primer viaje que hizo el equipo de Sofía Rebolledo, geóloga de la Universidad de Chile, tras el terremoto fue dirigirse a San José de Maipo, donde un deslizamiento amenaza con afectar a la población aledaña. Pero por esta vez no había señales de daño.

“No vimos nada muy distinto a lo que habíamos visto antes, el problema es que efectivamente con un año muy lluvioso podría desestabilizar de nuevo, pero riesgo inminente producto del terremoto no hemos visto”, sostiene.

LOS PROBLEMAS PRESUPUESTARIOS DE SERNAGEOMIN

“En este país en ningún caso se destinan recursos para evaluar los peligros, solamente se habla de ellos, se sabe que existen”, afirma la geóloga Francisca Falcón. Por eso, tal como en los últimos años se han creado la Red de Vigilancia Volcánica y el Centro Sismólogico Nacional -ambas iniciativas en las cuales participa Sernageomin-, la institución aboga por la creación de una Plataforma Nacional para la Reducción del Riesgo, sin embargo, no tienen presupuesto ni siquiera para asegurar el cumplimiento de todo lo que la ley les exige.

“Como servicio tenemos un problema en el sentido de pertenencia, nosotros pertenecemos a un ministerio sectorial, que válidamente tiene sus prioridades, en general, que la geología sea para exploración minera”, sostiene Arenas. Sin embargo, el servicio que prestan es mucho más amplio, explorando los recursos geológicos, no sólo minerales, sino las aguas subterráneas, los energéticos (geotermia) y los peligros geológicos.

“Generamos un montón de información que es transversal, pero sin embargo recibimos aportes sectoriales que son reducidos y con una priorización sectorial. Ahora tenemos que tratar de conseguir que haya un cambio institucional o que recibamos un aporte financiero transversal, aunque dependamos de un ministerio, pero que tengamos los aportes necesarios para realizar lo que nos encomienda la ley”, explica.

Siempre han trabajado con poco presupuesto, pero ahora la situación es crítica, por lo que solicitan que se les entregue una parte de los fondos que van a reconstrucción, pues al pertenecer al Ministerio de Minería no les corresponden. “Al Servicio le redujeron 5% del presupuesto para la reconstrucción, de modo que solo estamos reasignando las platas que teníamos. La situación será crítica en invierno, cuando tengamos muchas emergencias asociadas a las lluvias, y no sabemos si el presupuesto alcanzará hasta esa época. Por eso necesitamos esos fondos con urgencia, para atender esas emergencias a las que seremos llamados con toda seguridad”enfatiza Falcón.

 


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