Huertos orgánicos: una experiencia comunitaria en medio de la ciudad

Desde la preparación de la tierra, pasando por la siembra, la mantención de las plantas, hasta su cosecha, la idea de estas iniciativas es que las personas participen de todo el proceso productivo. La Nación, 23 de enero 2011.

By Comunicaciones Terram

Huertos orgánicos: una experiencia comunitaria en medio de la ciudad

Comer sano para muchas personas va más allá de una alimentación equilibrada y llega incluso a relacionarse con el origen de los productos. Así, consumir alimentos libres de químicos y cien por ciento naturales es la nueva tendencia que en pocos años se ha ganado un lugar en la urbe, existiendo en algunos sectores del Gran Santiago iniciativas comunitarias que han logrado traer el huerto desde el campo a la ciudad.

Este es el caso de dos grupos vecinales de Providencia y Maipú, los que con mucho esfuerzo han levantado en pequeños espacios sus propias plantaciones. Papas, zapallos italianos, porotos verdes, choclos, tomates, lechugas, flores y hierbas, son algunas de las especies que actualmente obtienen de sus huertos, con las ventajas y problemas que ello implica.

El primero de estos proyectos es el Huerto Hada Verde iniciado en 2006 por Stephanie Holiman, quien tras asistir a un foro en Brasil sobre alimentos transgénicos, empezó a buscar una alternativa a estos productos y en la cual pudiera participar activamente. Fue así como llegó a conocer los huertos orgánicos y decidió implementar uno en Providencia, en no más de 100 metros cuadrados.

Para Holiman, lo principal “era la conexión que uno tiene con su comida, saber de dónde viene, cómo fue producida y quién la produjo, es decir, todo el proceso. Entonces la idea de tener un huerto dentro de la ciudad era acercar a las personas a ese proceso”, siendo una actividad comúnmente considerada como propia de la agricultura rural.

DEFENSA DEL MEDIOAMBIENTE

ImagenEl mismo interés de acercar la naturaleza a la población y mostrarles el ciclo completo, desde la plantación de semillas hasta la cosecha, es una de las motivaciones de los voluntarios del Centro Cultural, Social y del Medio Ambiente Ceibo, ubicado en Maipú. Esta agrupación también se dedica a la realización de huertos comunitarios, actividad que comenzaron el 2004 en un terreno de aproximadamente 24 metros cuadros, a lo que se suman cajones y tótems para cultivo.

Esta iniciativa fue el resultado de una lucha vecinal por conservar el parque de la villa, zona en la que habían más de 100 especies, las que fueron arrasadas para construir una escuela. Sin embargo, la gente pudo acceder a unas pocas áreas verdes, las que hoy albergan al centro y cuyo nombre fue inspirado por el Ceibo que escapó a la tala de los otros árboles.

“Desde ahí nos hemos dedicado a todo lo que es ecología, las frutas, las verduras, los árboles, todo eso los recolectamos para trabajar. Estamos en defensa del medioambiente y en contra del calentamiento global”, recalca el tesorero de la agrupación, Pedro Figueroa.

En términos generales ambos proyectos contemplan las mismas etapas, partiendo con la preparación de la tierra que se usará para hacer los cultivos. Residuos de frutas y verduras, cáscaras, paja, cartones o cualquier elemento orgánico que pueda descomponerse formará parte de esta mezcla rica en nutrientes y libre sustancias externas.

Según el presidente de la agrupación, Mario Iturrieta, “la particularidad de los cultivos que nosotros hacemos es que mostramos un ciclo completo de lo que es la verdura y el residuo orgánico de lo que se produce en las casas, lo que depositamos en las lombriculteras y en las composteras y convertimos en fertilizantes”, que luego se utilizan en el cultivo.

De esta forma, los voluntarios del Ceibo juntan los desperdicios orgánicos en un biorreactor que demora aproximadamente 25 días en generar el compost que luego pasará a las lombriculteras, donde continuará con la descomposición hasta conseguir el humus, compuesto con grandes propiedades y que se termina mezclando con tierra de hojas.

En el Huerto Hada Verde la experiencia es similar, la generación de materia orgánica para la tierra va igualmente acompañada de la utilización de desechos vegetales, que sirven para rellenar camas de cultivo hechas de madera. Éstas sostienen la tierra e impiden que se caiga, además de conservar la humedad.

Las camas de cultivo “es un espacio muy reducido, muy pequeño en comparación con una plantación. Entonces hay que aprovechar al máximo el espacio de las camas en que uno va a sembrar”, explicó Holiman.

PROCESO PRODUCTIVO

La principal característica de este tipo de iniciativas es el rol comunitario que cumplen, pues son desarrolladas por pequeños grupos de vecinos, los que voluntariamente se desempeñan en todas las actividades del proceso productivo.

Un punto importante es lograr que los cultivos estén libres de plagas, prescindiendo del uso de pesticidas. Las dos comunidades concordaron en que la propia biodiversidad del lugar se encarga de auto regular esta situación, a trayendo hasta sus cultivos insectos benéficos que se comen a otros que puedan dañar las plantaciones.

El último pasaje de este ciclo es la cosecha de los alimentos y la posterior repartición de los mismos. Así, “lo que produce el huerto es para satisfacer algunas necesidades de unas cuantas familias con los productos de temporada”, pus aunque lo conseguido no represente grandes cantidades, si es un aporte a la alimentación de los vecinos de estos voluntariados, señaló el presidente del Ceibo.

TALLERES Y BAZARES

Pero el movimiento vecinal no termina aquí, tanto el Huerto Hada Verde, como el Centro Cultural, Social y del Medio Ambiente Ceibo, han implementado actividades complementarias con la ejecución de cultivos orgánicos. Una de éstas es la realización de talleres que van desde aprender a preparar la tierra, pasando por las diferencias entre un huerto orgánico y uno convencional y los cultivos verticales en espacios reducidos.

El dirigente Mario Iturrieta aseguró que este tipo de iniciativas buscan demostrar a la gente que “se pueden hacer cultivos en la ciudad en diferentes formas, hasta en una maceta, o en un cajón, pues la idea es que las personas puedan aprovechar todos los espacios que tengan”.

Otra de las alternativas son los bazares, eventos en que se venden los excedentes y subproductos. “La idea es que todo sea hecho a mano o de su propio cultivo, incitamos a todo el mundo a venir, ex-alumnos de los talleres y personas interesadas en saber más”, relató Holiman.

DIfiicultades

A pesar de las ventajas y la satisfacción que el cultivo del huerto les deja a estos vecinos, sacar adelante estos proyectos no ha estado exento de dificultades, como cuenta Holiman, quien lamenta el incendio que afectó a la casa en que han desarrollado por años el Huerto Hada Verde.

Aunque el siniestro, que ocurrió 9 de enero pasado, destruyó sólo algunos sectores del inmueble y no ocasionó daños a las plantas, este hecho los ha obligado a trasladarse temporalmente a un nuevo recinto, mientras se realicen las reparaciones del otro inmueble.

“Por eso estamos guardando todas las semillas y reduciendo todo y lo que tenemos que dejar aquí, puede ser que se muera si no vamos a estar para regarlo”, dijo la dirigente del huerto.

Para el centro el Ceibo el panorama no es más alentador, si bien ellos cuentan con una sede para desarrollar su actividad, la que han podido solventar gracias al financiamiento conseguido a través de algunos proyectos, en estos momentos no cuentan con el agua para mantener sus plantaciones, por lo que se han visto en la necesidad de racionar al máximo.

“Nosotros tuvimos el año 2003 el otorgamiento de una toma de agua y hace un par de semanas el municipio con otra autoridad nos ha privado de este vital elemento”, por lo que les “estamos pidiendo que hagan este aporte, que considerando la magnitud de lo que ocupa la comuna es insignificante”, declaró el presidente del centro.

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  • 23/01/2011