By Comunicaciones Terram

Relaves Submarinos

Codelco y Antofagasta Minerals admiten estudios preliminares para evaluar en el futuro la descarga de desechos en el fondo marino. Hasta ahora no han sido usados por la industria del cobre en Chile, salvo por CAP Minería, que deposita sus relaves de hierro en la costa de Huasco. Los antecedentes mundiales muestran disímiles experiencias y mejoras tecnológicas. Todos, casos que anticipan un debate que algún día se dará en el país. Qué Pasa Minería, 10 de julio de 2012.

Hace unas semanas, Codelco le pidió a la Fundación Chile la elaboración de un informe que refleje el estado del arte sobre la situación de los relaves submarinos en el mundo. Aunque por ahora la compañía no tiene ningún proyecto de este tipo en desarrollo, su inquietud refleja el interés de ésta y otras cupríferas por encontrar solución a la siempre problemática ubicación para construir tranques de relaves. Más todavía si se tiene en cuenta que muchas firmas operan en la zona central del país, donde el espacio para las operaciones mineras convive con actividades incompatibles con la cercanía de estos residuos.
En el mundo, la disposición de relaves en suelo marino -actividad reconocida entre los expertos por la sigla STD, que proviene del término submarine tailings disposal – es una práctica bastante más utilizada de lo que pudiera creerse. Comenzó en la década de los ‘70 y ha tenido buenos y malos ejemplos sobre su aplicación. Según sus defensores, utiliza tecnología que ha evolucionado rápido en el último tiempo, disminuyendo el impacto sobre el ecosistema marino. Sus principales ventajas apuntan a eliminar el riesgo de exposición de las comunidades cercanas a tranques de relave, en cuanto a la estabilidad de sus taludes (cortina), la infiltración de aguas subterráneas y la generación de material particulado desde la superficie de su cubeta (polvo en suspensión).
Como Chile cuenta con casi 4.300 kilómetros de costa, la opción asoma como una alternativa real para continuar con el desarrollo de la actividad minera en el futuro. “Todas las mineras que tienen grandes yacimientos en la zona central se enfrentan a un problema importante de resolver: ¿Qué harán con sus relaves cuando se agote la capacidad de los tranques actuales? La disputa por el territorio en esta parte del país no es menor y los tranques no son bienvenidos en ningún área, por eso la posibilidad de realizar depósitos en el mar es un tema clave cuando proyectamos la minería en el largo plazo”, describe un reconocido ejecutivo de la industria minera que prefiere no ser mencionado. Esto grafica el escenario que se está dibujando, en que si bien hay compañías interesadas en desarrollar esta tecnología, están cautelosas de los movimientos de las demás y de en qué forma abordarán los estudios y la oposición que podría generarse entre las comunidades y ONG ambientales. 
Los primeros pasos 
Al margen de este hermetismo, algunas empresas ya están comenzando a reconocer públicamente que analizan la opción del fondo marino como lugar final de sus desechos. A la decisión de encargar estudios de Codelco se suman otras compañías, como Anglo American, donde comentan que el tema se ha discutido internamente, aunque sin avanzar más allá, mientras en Antofagasta Minerals (AMSA) admiten que como parte de su búsqueda constante de innovaciones tecnológicas -como el uso de agua de mar sin desalar-, “nos hemos acercado a conocer las experiencias internacionales en la depositación profunda de relaves en el mar, incluyendo visitas a Noruega, Canadá y otros países”. 
La firma controlada por el grupo Luksic precisó que están recién en un proceso de exploración, mirando experiencias y lo que se puede aprender de ellas, “pues en los últimos años se ha avanzado bastante en materia de tecnologías y de conocimiento acerca de los impactos ambientales”. No es casualidad que sean estas empresas las que estén considerando abordar proyectos de este tipo. Codelco, Anglo American y Antofagasta Minerals manejan un porfolio de importantes proyectos en la zona central del país. La primera tiene consideradas expansiones en Andina y El Teniente (regiones de Valparaíso y O’Higgins), Anglo ha descubierto nuevos yacimientos en el área de Los Bronces (Región Metropolitana), y AMSA buscará ampliar su emblemática mina Los Pelambres (interior de la Región de Coquimbo). Para todas estas inversiones se requerirá de nuevos espacios que sean aptos para la recepción de sus relaves. 
Hasta ahora en Chile el conocimiento sobre relaves submarinos es más bien escaso. Si bien la mayoría de los expertos consultados recuerdan las consecuencias de lo sucedido en Chañaral, donde por años se vertieron desechos de El Salvador al mar, dicen que es necesario explicar que se trató de una situación muy distinta, porque eran descargas muy superficiales -a la orilla de la costa- y prácticamente sin ningún tratamiento específico. La STD, en tanto, consideraría la evacuación por medio de emisarios que irían hasta zonas mucho más profundas, lo que en la costa chilena se logra fácilmente, debido a que la placa continental se hunde abruptamente algunos kilómetros al interior de la costa. 
Donde sí hay un ejemplo en marcha en el país es en la minería de hierro, aunque hasta ahora poco se sabe de él. Se trata de la planta de pellets de CAP Minería en Huasco, que si bien hasta comienzos de los ‘90 depositó relaves en la zona intermareal (en el borde, donde confluyen las distintas mareas), a partir de 1992 construyó un emisario que realiza descargas en el fondo marino de la zona y que ahora estarían evaluando mejorar.
Algunos problemas 
Lo que señalan los expertos en relación con hacer más masiva esta práctica en el país es que no existen los estudios necesarios de la superficie marina para describir los efectos reales que se producirían en esos ecosistemas. “Es muy difícil modelar un sistema de relaves submarinos para un proyecto determinado porque es muy poca la información que tenemos sobre el mar y su capacidad de resiliencia o de respuesta para volver a su estado inicial”, describe el biólogo y académico de Medicina Veterinaria y Recursos Naturales de la Universidad Santo Tomás, Yerko Vilina. 
Junto con mencionar que los efectos adversos en la productividad primaria del mar (fitoplancton) -afectando a animales filtradores de agua, como las almejas- serían inevitables, identifica a priori una serie de problemas que enfrentaría un eventual proyecto de relaves submarinos. Entre ellos cita que sus componentes son distintos en cada yacimiento por la mineralización individual de los suelos y que ellos se depositarán, además, en el mar, donde hay muchos factores incontrolables, como las corrientes, que podrían arrastrar esos sedimentos. 
El académico del Departamento de Biología Marina de la Universidad Católica del Norte Wolfgang Stotz agrega que “el depósito de un relave, en cualquier parte, significa el sacrificio de un área. Lo que hay que procurar es que el área de sacrificio sea lo más acotada posible, y eso se logra descargando a una buena profundidad. El sacrificio también depende del tipo de fondo que hay en esa zona. Si se descarga sobre un fondo rocoso, se transformará en un fondo blando, de arena fina o fango. Si se descarga sobre un fondo blando, lo único que ocurre es que se modifica la profundidad”, explica. 
La voz de la experiencia 
Ali Sahami es director y uno de los socios gestores de Lorax Environmental Services, compañía norteamericana dedicada a la consultoría y ejecución de proyectos de relaves submarinos en distintos lugares del mundo. Con su experiencia de más de dos décadas, dice que “la clave para que un sistema de STD sea exitoso es entender a cabalidad la naturaleza física y química de los relaves en cada lugar en particular, como también los aspectos físicos, químicos y biológicos de la oceanografía en el ambiente potencial que recibirá estos sedimentos”. 
Dice que el historial arroja varios proyectos de relaves submarinos exitosos en su diseño y aceptados en distintos países, como Canadá, Noruega, Turquía, Indonesia y Papúa Nueva Guinea. Uno de los ejemplos positivos que más se mencionan es Island Copper Mine, en Vancouver, Canadá, yacimiento de cobre que utilizó esta tecnología y dejó de operar hace más de una década. Las autoridades de ese país ya no solicitan estudios sobre su impacto en el fondo marino, pues su plan de cierre incluyó una exitosa recolonización de especies. 
Como contrapartida, también hay varios casos negativos. El más citado es Ok Tedi de BHP Billiton en Papúa Nueva Guinea, donde hubo efectos severos sobre el entorno, a tal nivel que la multinacional declaró en 2010 que no volvería a considerar en ninguno de sus proyectos futuros la opción de depositar relaves en el fondo del mar. 
En éste y otros ejemplos similares se basan varias ONG internacionales que han hecho de este tema su cruzada. Una de estas organizaciones es MiningWatch Canadá, donde la investigadora y coordinadora del programa Asia Pacífico, Catherine Coumans, sostiene tajante que “la experiencia en esta práctica es que los relaves tienden a dispersarse mucho más de lo que se predijo originalmente, por fenómenos como la rotura de cañerías o la surgencia (desplazamiento de aguas profundas hacia la superficie)”.
Como el tema aún es prácticamente desconocido a nivel nacional, las ONG consultadas, Greenpeace y Oceana, declinaron pronunciarse sobre la opción de relaves submarinos y su impacto en el país. 
En todo caso, Sahami es enfático en señalar que “los alegatos de daño ambiental e impacto sobre la salud humana en varias operaciones de STD no han tenido como base evidencia científica”. La necesidad de discutir Uno de los elementos que habría que despejar para el desarrollo futuro de este tipo de depósitos en el país es determinar si es posible que las convenciones internacionales de protección de los océanos a las que ha adherido Chile lo permitan. 
Al interior de instancias gremiales como el Consejo Minero y la Sociedad Nacional de Minería reconocen que este tema se debe conversar y que lo ideal sería comenzar a analizarlo y debatirlo, aunque por ahora no existan proyectos en esa línea. En el gobierno, en tanto, dicen que no es una materia de corto plazo, por lo que no figura en la agenda del Ministerio de Minería. 
Las ONG ambientales consultadas indican que desde su punto de vista, siempre es mejor no hacer depósitos de relaves en tierra ni en la profundidad del mar. Claro que por el lado de la industria minera se defienden diciendo que sí existe la necesidad de hacerlo, porque el país se ha puesto como misión estratégica explotar sus minerales para su desarrollo como sociedad, razón por la que sería necesario iniciar cuanto antes un debate sobre el particular. 
Por lo pronto, la conclusión técnica de Stotz es que si se va a trabajar para que un relave logre ser inerte al contacto con el mar -es decir, que sus componentes no sufran alteraciones al contacto con el agua- “a priori , la mejor alternativa es el depósito submarino, pero en un lugar que se pueda mantener acotado y controlado”. Añade que en el marco de un modelo de “desarrollo sustentable”, donde importa que el efecto generado sea reversible, si el depósito se maneja bien, es decir, sobre un lugar acotado, en un fondo blando, a una profundidad de entre 50 y 100 metros y en un lugar sin corrientes de fondo que trasladen ese sedimento, “el fondo recobrará sus características superficiales naturales pocos años después de que cese la descarga”.
La costa nacional en su parte más superficiales de fondo rocoso y dependiendo de la exposición a corrientes, a partir de los 30 a 50 metros se transforma en un lugar con sedimentos blandos, generalmente arena fina y en lugares muy calmos, como fondos de bahías o a mayor profundidad, derechamente es fango.
Cada una de esas superficies tiene vida marina asociada, mientras la arena sea gruesa predominan los crustáceos y moluscos, y a medida que es más fina reinan los anélidos (gusanos). Todos ellos forman parte de la cadena alimentaria de las especies marinas, incluyendo peces, por lo que es predecible que los relaves puedan generar oposición entre pesqueras industriales, que operan a mayor distancia de la costa, sin contar con los reparos de las comunidades del borde costero. 
En todo caso, Sahami puntualiza que para la discusión hay que tener en cuenta que “cualquier compañía que considere el STD en sus planes tendrá que prepararse para la embestida contra su reputación”, etapa que, en el caso chileno, más temprano que tarde podría llegar.
Recuadro :
El caso de CAP Minería en Huasco
CAP Minería es mencionada incluso por expertos internacionales como uno de los casos activos en materia de relaves submarinos. Desde la compañía explican que utilizan este mecanismo en su planta de pellets en Huasco, faena minera que inició sus operaciones en 1978, con el objeto de producir concentrado y pellets de hierro para el mercado nacional e internacional. 
Hasta 1992 los relaves generados en la etapa de concentración húmeda de esa faena fueron depositados directamente en la zona intermareal, es decir, en la parte próxima a la costa. A partir del año siguiente, y luego que la autoridad marítima considerara factible y aceptable en términos ambientales su propuesta de descargar esos relaves en forma controlada en el fondo marino, fue que la firma decidió construir el emisario Chapaco, con el que hasta hoy sigue transportando sus relaves unos 300 metros al interior de la costa. “El relave de la planta de pellets puede ser calificado como un residuo geológico, inerte e inorgánico, cuyo comportamiento en el fondo marino es químicamente estable”, dicen en la firma.
Agregan que en todo este tiempo la Universidad Católica del Norte ha realizado un Plan de Vigilancia Ambiental anual, que considera el seguimiento de las comunidades marinas en la ensenada Chapaco. “Los resultados obtenidos muestran que el impacto ambiental de la descarga de relaves es reversible desde la perspectiva del repoblamiento y que los únicos efectos de ésta en el fondo marino, tienen que ver con el cubrimiento del área activa de descarga”, señalan.
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  • 09/07/2012