El SAG lidera cinco planes para neutralizar plagas en el país, sin usar químicos, sino insectos y parásitos, enemigos naturales de los invasores. Se trata de un control con múltiples beneficios medioambientales. La Tercera, 18 de marzo de 2013.;

By Comunicaciones Terram

Combatiendo plagas sin pesticidas

Hace 26 años se daba un revolucionario paso en el control de plagas en Chile. Por primera vez se desarrollaba un programa de control biológico en territorio nacional, fruto de un convenio entre el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (Inia) y el Servicio Agrícola Ganadero (SAG).
El plan buscaba eliminar con un insecto parasitoide llamado Orgilus obscurator a la polilla de brote (Rhyacionia buoliana), que atacaba agresivamente las plantaciones de pino radiata del país. El programa redujo en 90% la población de la plaga.
A diferencia de otras alternativas más invasivas y tóxicas, como los pesticidas, el llamado control biológico ataca la plaga con un enemigo natural, normalmente un insecto, acción que no tiene repercusión en la flora y fauna nativa.
Actualmente, el SAG tiene cinco planes en ejecución, cada uno con un costo de cerca de 30 millones de pesos anuales. “La primera solución, en caso de plagas, suelen ser los productos químicos que, en su mayoría, son perjudiciales para el humano y el medioambiente, por lo que el control biológico surge como una atractiva opción para controlarlas”, dice Aníbal Ariztía, director nacional del SAG.
El último de estos planes en ejecución está combatiendo el pulgón del nogal (Chromaphis juglandicola), un insecto que llegó al país en 2009 y que se ha expandido en gran parte del territorio nacional (entre la Región de Coquimbo y la del Biobío). El mayor problema que causa esta plaga es la reducción en la capacidad fotosintética de la planta, que repercute directamente en la pérdida de su fruta, las nueces. Chile es el quinto exportador del mundo de este fruto seco, con una producción que sobrepasa las 30 mil toneladas anuales. Por lo mismo, su protección se transformó en un objetivo primordial para el SAG.
Para eso se trajo un insecto, un parasitoide llamado Trioxys pallidus desde Irán, país de origen de la plaga. No fue fácil. Tuvo que ser climatizado en laboratorios chilenos por meses antes de su liberación este verano.
“Encontrar un biocontrolador eficiente y que presente un mínimo riesgo para los organismos nativos es un trabajo arduo. Más cuando hay que climatizar los especímenes antes de liberarlos”, explica Ariztía. Para este año se espera controlar el pulgón, al menos, en las zonas productivas.
Además del pulgón del nogal, el SAG mantiene actualmente otros cuatro planes de control biológico. Uno de ellos combate la avispa de la madera, la que se logró suprimir en las regiones de Los Ríos y Los Lagos, quedando sólo pequeños focos en el país gracias al parásito Megahrrysa nortoni.
En el caso de su pariente, la chaqueta amarilla, se espera reducir su población en 60% para este año también con un biocontrolador.
Además, hay planes para reducir la vaquita del olmo, que afecta al sector urbano, y el chinche del eucalipto, que ya ha disminuido su población en 57%.
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  • 17/03/2013