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Termoeléctricas a carbón ¿beneficio para quién?

Columna de opinión de Flavia Liberona, Directora Ejecutiva de Fundación Terram, publicada en el blog de La Tercera el 08 de marzo de 2013. Vea blog AQUI.


El día 07 de marzo el diario La Tercera publicó la nota “Centrales a carbón generarán ahorros de energía sobre US$ 1.000 millones en 2013”. La nota hace referencia a que la entrada en operaciones de tres termoeléctricas a carbón en el Sistema Interconectado Central (SIC) generará beneficios económicos, pues reduce el uso de diesel, lo que incide en el costo de la electricidad. Sin embargo, este es un análisis bastante simple pues se centra únicamente en el costo del uso del carbón o diesel.

Lo nota se centra en lo económico, obviando datos y problemáticas actuales respecto a la termoelectricidad en Chile, específicamente la que se basa en carbón, por lo que establece una visón muy tradicional sobre el tema. Así, aparece como algo positivo la entrada en el sistema de dos termoeléctricas (Santa María y Bocamina II), y apunta a los beneficios que implicará la entrada en funcionamiento de Campiche en Puchuncaví. En contraste, nada se dice de todos los reclamos, y acciones que han emprendido las comunidades, ni sobre la oposición que han generado y las irregularidades en los procesos de calificación ambiental, sobre los recursos legales, las acciones ciudadanas de protesta, etc. En resumen, queda la impresión que es muy positivo que entren en operaciones estas tres centrales térmicas a carbón pues permitirá contar con electricidad más barata o al menos que no suba nuestra cuenta de la luz, pero la pregunta de fondo es ¿a qué costo? Es decir, este menor costo es posible porque hay personas y comunidades que están absorbiendo los costos de tener en sus localidades centrales que afectan su calidad de vida y su salud.

En términos estrictamente económicos, es más barato producir electricidad con carbón que con diesel pero ¿a quién beneficia económicamente la termoelectricidad a carbón? La producción de energía con térmicas a carbón representa beneficios para la empresa una vez que se ha aprobado ambientalmente el proyecto, pues es una inversión relativamente barata, se puede hacer crecer poniendo nuevas unidades y el combustible que usa es relativamente barato. Sin embargo, los costos menos visibles, como la contaminación del agua, aire y suelo, es absorbido por la comunidad aledaña, al igual que los impactos en la economía local (por ejemplo, a la pesca artesanal) y los costos en salud. Respecto a los costos del combustible, que en este caso es el carbón, fluctúan en la bolsa de Inglaterra y esas fluctuaciones las asumimos los consumidores, son directamente traspasadas a nuestras cuentas a fin de mes. En contraposición, la generación de electricidad por medios renovables no convencionales es de mayor costo para el empresario y no para el usuario en el largo plazo.

Cabe, entonces, la pregunta ¿desde qué punto de vista se mira el beneficio económico? Pensando incluso netamente en términos de gasto, no se considera la inversión en salud de las personas que han estado expuestas durante largos periodos a la contaminación producida por termoeléctricas a carbón (recordemos que son las fuentes energéticas más contaminantes junto con las de petróleo). La liberación de metales pesados ha afectado la salud de poblaciones enteras, no es extraño que hace unos días el alcalde de Tocopilla pidiera a las autoridades correspondientes ayuda para averiguar los motivos de los altos índices de cáncer en la población. Tocopilla, tal como Puchuncaví, donde ahora entrará en funcionamiento la cuarta termoeléctrica a carbón de AES Gener en la comuna, han sido declaradas zonas saturadas por contaminantes y ninguna de ellas ha sido eficientemente atendida.

Es necesario añadir otra perspectiva a los “beneficios” de la termoelectricidad a carbón, en las localidades donde se han instalado estas generadoras no ha existido un aumento del nivel socioeconómico de las familias que allí habitan. Por el contrario, son zonas donde la pobreza supera los porcentajes país; mientras el año 2009 el porcentaje de pobres en Chile era de 13, 7%, en Puchuncaví fue de 14%, Talcahuano de 16,9%, Tocopilla 12,6% y Coronel 27,26%. Entonces, ¿dónde está el beneficio? Las personas afectadas por estos pasivos ambientales ni si quiera poseen métodos de compensación económica, ven afectada su salud, su ambiente de desarrollo (afectación de la biodiversidad, recursos agropecuarios, etc) y aún así siguen siendo más pobres que el promedio de los chilenos y chilenas.

Por ello es necesario tener presente que estamos afrontando problemas complejos y que hablar de energía / electricidad no es solamente un tema económico, sino que tiene aristas sociales y ambientales, y es deber de las autoridades salvaguardar el derecho de las personas a vivir en un medio ambiente libre de contaminación, lo cual queda muy cuestionado con la puesta en marcha de estas centrales térmicas.


Publicado en: Opinión

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