Crean red nacional de bancos de semillas para proteger patrimonio vegetal

Germoplasma. Iniciativa busca crear una especie de arca vegetal, para proteger especies de importancia productiva y resguardar la biodiversidad nativa del país. La Tercera, 28 de octubre 2013.;


Su poca durabilidad hizo que el tomate limachino, conocido por su colorido, sabor y aroma, fuera reemplazado por la variedad “larga vi-da”, común en supermercados y ferias, de formas más perfectas, pero menor color y aroma.

La variedad corre el riesgo de perderse, por lo que, junto a otras especies, será parte de la reserva de semillas que serán protegidas en la Red Nacional de Bancos de Germoplasma, iniciativa del Ministerio de Agricultura, para resguardar el patrimonio vegetal del país. El proyecto busca proteger especies de importancia productiva y resguardar la biodiversidad nativa del país.

Hoy, el ministerio firmará el convenio que da la partida oficial a la red, que reunirá al menos 13 bancos en todo el país y más de 55.000 muestras, gracias al trabajo de recolección desarrollado por años en distintas universidades y centros de investigación.

En la U. Austral (Uach) llevan 50 años trabajando con bancos genéticos de animales y vegetales. Desde 2012 tienen el Centro Austral de Recursos Genéticos (Cargen), que agrupa los bancos de germoplasma (conjunto de genes que se transmiten en la reproducción vegetal) de cuatro facultades y nueve institutos de la Uach.

En estos bancos se resguarda, por ejemplo, el germoplasma chileno de la papa, uno de los más antiguos y emblemáticos, albergado desde 1958. “Es una colección de invaluable valor y potencial agrícola, que ha permitido mantener la variabilidad genética de la papa”, explica Carolina Lizana, del Instituto de Producción y Sanidad Vegetal de la Uach.

La U. de Chile es otra de las instituciones que conforman la red. Su Departamento de Producción Agrícola mantiene colecciones de germoplasma, a nivel de bancos de semillas y conservación in situ. Desde trigos candeales (usados para pastas), a semillas de especies nativas o de importancia forestal.

Una de sus especialidades es la conservación de hortalizas antiguas que están siendo reemplazadas por variedades comerciales. Tienen 200 muestras, algunas refrigeradas y otras en plantaciones.

La intención, según Ricardo Pertuzé, académico de la U. de Chile, no es el mejoramiento de una especie, sino mantener un germoplasma que se ha ido perdiendo por el desarrollo de nuevos tipos por parte de empresas. “La invasión de nuevas variedades ha hecho que se pierdan muchas variedades antiguas del país”, dice.

Las especies tradicionales son resistentes a las condiciones de ciertas zonas y con ellas se puede hacer un mejoramiento productivo. “Muchas de estas hortalizas han sido seleccionadas por generaciones para una determinada localidad, se puede mejorar o tener posibilidades para tener una huerta casera con materiales que se han tenido desde hace mucho antes”, sostiene.

La idea es integrar estas semillas a través de un sistema único de codificación, un registro que pueda ser usado por los productores. “Si están en una oficina o universidad, nadie lo usa. La idea es poder darle uso”, dice Pertuzé.

La red está conformada, además, por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias, el Servicio Agrícola y Ganadero, Conaf, Infor, el consorcio Vinos de Chile y el jardín Botánico Chagual. “Estamos conscientes de que el trabajo colaborativo entre los actores relevantes en materia de conservación permitirá resguardar el patrimonio genético que poseemos”, dice el subsecretario de Agricultura, Alvaro Cruzat. 

Conservación genética

¿Por qué tener un banco?
“Son un reservorio de la variabilidad genética de las especies, en donde es posible encontrar genes o caracteres de adaptación a nuevas condiciones climáticas, plagas o enfermedades, permitiendo mantener la biodiversidad de nuestros ecosistemas en el futuro”, dice Carolina Lizana. De su conservación depende, en gran medida, la seguridad alimentaria mundial.

¿Qué partes de la planta se guardan?
Todo tipo de órganos, pero son de especial importancia los reproductivos de las especies, como semillas u órganos vegetativos de reproducción (tubérculos, tallos, bulbos, entre otros). También es posible guardar el material genético de las especies.

¿Cómo se guardan?
El germoplasma puede ser conservado in situ, es decir, en su hábitat natural, pero también fuera de él, como en jardines botánicos, sembrados en campo, colecciones de semillas conservadas a bajas temperaturas, colecciones in vitro, etc. Esto último implica la conservación de tejidos vegetales y la crioconservación a temperaturas de hasta -196 °C.

¿Qué se puede hacer con ellas?
Identificarlas, recuperarlas y conservarlas. Además de mejoramiento genético y clonación en caso de extinción.

 


Publicado en: Resumen de prensa

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