Las potencialidades que derrocha Chile al no desarrollar la energía maremotriz
By Comunicaciones Terram

Las potencialidades que derrocha Chile al no desarrollar la energía maremotriz

En términos energéticos, Chile es el segundo país menos autosuficiente de América Latina, después de Panamá. El país sudamericano aún no ha incursionado en este tipo de energía, sin embargo, el Banco Interamericano de Desarrollo resalta en un informe las óptimas condiciones que posee para generarla y lo clave que es para el país comenzar a mirar hacia el mar. Americaeconomia.com, 09 de octubre 2013.;

Chile es una joya si de energía maremotriz se trata. Sus 6.435 kilómetros de costa, su poderoso oleaje y las corrientes provocadas por las mareas, hasta 66kW/m y 5m/s, la hacen atractiva para los expertos y propulsores de esta fuente de energía.

Según el informe “Energía Marina en Chile”, del Centro de Innovación Energética del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), “estas características llevan a un estimado de más de 160 GW de recursos de energía maremotriz, equivalente a más de diez la capacidad instalada eléctrica del país”.

Por el futuro que tiene este tipo de energía, cada vez es más reconocida como una alternativa viable y en crecimiento, sobre todo si se considera que, de acuerdo a estimaciones, “el potencial de generación eléctrica de la energía marina (mundial) podría exceder por más de cuatro veces el consumo global actual".

También si se tiene en cuenta que estudios han evidenciado que el potencial exportable de energía hidroeléctrica podría llegar a los 15 mil teravatios por hora (TWh) al 2030, lo que equivale a la mitad del consumo global proyectado para 2013.

¿Por qué Chile debería pensar en energía maremotriz? El desarrollo de este tipo de energía llegaría en un gran momento para el país, dado que algunos expertos prevén que Chile podría vivir una crisis en este ámbito, debido al aumento de la demanda, las dificultades para aumetar la capacidad instalada hidráulica y por importaciones de energía poco fiables.

Entre 2002 y 2011, el consumo de energía en el país sudamericano creció de 42 mil GWh a 62 mil GWh, aproximadamente, lo que equivaldría a un incremento de 47%, mientras que la capacidad instalada de producción, en dicho período, aumentó más del 57%, al pasar de unos 10 GW a 16 GW. Incluso, las proyecciones revelan que para poder mantener el crecimiento económico, la capacidad instalada debe incrementarse 8 GW al 2020, según detalla el estudio del BID realizado por Antonio Levy. Por eso es que el gran reto del país es cómo garantizar su seguridad energética. Un claro ejemplo de esta dificultad quedó en evidencia luego de la severa sequía de 1998, la cual vació reservas y provocó apagones. Sin embargo, a partir de 2008 la escasez ha sido crónica.

A modo de contexto, el país posee recursos hidroeléctricos y de carbón, sin embargo, si se trata de diésel y gas natural, la mayoría lo tiene que importar, por lo que depende de otros países cuando necesita respaldar energía. “En términos energéticos, Chile es el segundo país menos autosuficiente de América Latina después de Panamá y actualmente importa tres cuartas partes de sus recursos energéticos”, agrega Christoph Tagwerker, de la división de cambio climático y sostenibilidad del BID.

Para colmo de males, a lo anterior se suma que algunos proyectos programados para poder satisfacer las necesidades energéticas y las previsiones para los años venideros han sido retrasados, ya sea porque la ciudadanía se ha opuesto, han habido retrasos en la aprobación ambiental o disputas sobre derechos de propiedad, según detalló el informe. Un caso emblemático de esta situación es Hidroaysén.

Como el país es consciente de sus limitaciones energéticas, las autoridades han desarrollado iniciativas legislativas para diversificar la matriz energética, la cual, en términos de generación, el 37% proviene de fuentes hidroeléctricas, 26% de carbón, 22% de diésel y 10% de gas. Asimismo, en el afán de diversificar e incrementar la producción de Energía Renovable No Convencional (ERNC), en 2008 se aprobó la ley 20257, que exige que para el 2024 por lo menos el 10% de la energía distribuida provenga de las ERNC. Sin embargo, tal como revela el estudio del BID, la regulación sólo aplica a los sistemas por encima de 200 MW, es decir, al Sistema Interconectado Central (SIC) y el Sistema Interconectado del Norte Grande (SING), por lo que quedan fuera los sistemas de Aysén y Magallanes, los cuales poseen el mayor potencial de energía marina.

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Remando de vuelta. No obstante, al año siguiente que se aprobó la ley, en 2009, el gobierno chileno anunció su compromiso de impulsar el desarrollo de sus recursos de energía marina, esto en respuesta a un estudio entregado por el BID titulado “Preliminary Site Selection: Chilean Marine Energy Resources”, de Garrad Hassan., donde se detallaba que “se encontró que la capacidad entre 500 MW y 800 MW puede potencialmente ser aprovechada de la corrientes del Canal del Chacao, del lado de Puerto Montt (el cual está cubierto por la red eléctrica del SIC)”. El Canal de Chacao se ubica en el sur del país, muy cerca de Puerto Montt, y posee picos de corrientes marinas de 3,5 a 5m/s y energía cinética pura de 674 MW. Es más, fue identificado por Garrad Hassan como la zona más prometedora para el desarrollo de energía de corrientes marinas del país.

En tanto, Punta Arenas y la Región de Magallanes, en el extremo sur de Chile, posee picos promedio de corrientes de marea de 4 m/s en el Estrecho de Magallanes, zona que igualmente ha sido identificada como una de las más prometedoras para el desarrollo de este tipo de energía en el país.

El estudio realizado por Levy resalta que recientemente el gobierno de Sebastián Piñera se comprometió a tener durante su administración al menos 1 MW de capacidad instalada de este tipo de energía y advierte que se espera que pronto se informe sobre una estrategia nacional de energía marina, en la cual se detalle el “marco regulatorio, cómo las agencias colaborarán con el gobierno y con otros sectores interesados, el desarrollo de proyectos pilotos y mecanismos para promover la investigación, la inversión y la cooperación internacional”.

Proyectos e interesados. Chile ya tiene contemplado realizar dos pilotos para explorar el potencial de energía maremotriz, tal como ya había informado AméricaEconomía.com. El proyecto será financiado con una cooperación técnica del BID de US$2,95 millones e incluye US$2,4 millones en fondos no reembolsables de inversión para dos pilotos de energía renovable, uno basado en la energía producida por las mareas y otro que aprovechará la energía generada por las olas.

De acuerdo a lo detallado por el banco, los recursos de la cooperación técnica serán asignados a dos empresas que serán seleccionadas a través de un concurso público del gobierno y estarán a cargo del diseño, construcción y operación de los pilotos. Como no existen experiencias previas con esta tecnología en Chile, el BID facilitará asistencia técnica al gobierno durante todo el proceso, desde la licitación hasta la operación de estos pilotos de energía mareomotriz.

Dentro de los conceptos de proyecto en Magallanes está el “Primera Angostura” desarrollado pr la empresa local Ingeniería Mecánica Proyectos y Asesorías (IMPA); “Primera Angostura” Estrecho de Magallanes/Primavera desarrollado por Alakaluf Ltd.; Isla Capitán Aracena/Cría de salmón; Seno Otway/Pecket; Plataformas de Petróleo /ENAP y Canal Fitzroy/Enermar.

“Hasta ahora, el potencial de la energía mareomotriz no ha sido aprovechado en el país ni en ningún otro lugar de América Latina, pero presenta un enorme potencial. Chile tiene ante sí una gran oportunidad para cambiar su situación de dependencia energética del exterior y para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. De hecho, es uno de los países con mayores recursos de energía marina y solar de toda la región”, expresó Christoph Tagwerker.

De acuerdo al estudio de Levy, los posibles grupos interesados en desarrollar este tipo de energía serían tanto de índole gubernamentales como organizaciones en el país e internacionales. Dentro de la primera categoría se encuentran la Corporación de Fomento de la Producción de Chile (Corfo), Centro de Energía Renovable (CER) -una agencia de Corfo dedicada en la energía renovable-, Comisión Nacional para la Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt), ministerio de Denfensa -Dirección General del Territorio Marítimo y de Marina Mercante (Directemar) y Servicio Hidrográfico y Oceanográfico (SHOA)-, ministerio de Energía, ministerio del Medio Ambiente, ministerio de Bienes Nacionales y ministerio de Obras Públicas (MOP) con el Instituto Nacional de Hidráulica (INH). En la segunda categoría, de organizaciones claves y grupos interesados en el país, estaría la Asociación Chilena para la Energía Renovable (Acera), Akaluf, Astilleros y Maestranzas de la Armada (Asmar), Centro de Estudios del Cuaternario de Fuego- Patagonia y Antártica (Cequa), Corporación Enermar y universidades, como la Universidad Católica y la Universidad de Concepción.

En las organizaciones internacionales aflora la Agencia Internacional para la Energía (IEA), el Sistema de Energía Oceánica (OES), la Agencia Internacional de Energía Renovable (Irena) y el Gremio de energía marina (Marine Energy Trade Groups) con el Grupo de ENergía Oceánica (OEG) de Reino Unido, la Coalición Oceánica de ENergía Renovable (OREC) de Estados Unidos y el Grupo Oceánico de Energía Renovable (OREG) de Canadá.

El BID concluye que el país posee recursos extraordinarios para la generación de energía marina, además de capacidad técnica para mantener o incluso ensamblar dispositivos de este tipo de energía. Sin embargo, es realista al mencionar que se necesitará de mucho esfuerzo para realizar su potencial, dado que algunos de los recursos de energía marina más prometedores del país se encuentran alejados de los centros de consumo.

 

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  • 09/10/2013