El nuevo capital político

El rechazo a HidroAysén marca un cambio de ciclo para los grupos ambientalistas reunidos en Patagonia Sin Represas. Ellos dicen que están más activos que nunca, mientras los analistas no descartan que su triunfo sea el inicio de un referente político al estilo de los partidos verdes europeos. Qué Pasa Minería, 13 de julio de 2014.

By Flavia Liberona

El nuevo capital político

Salieron a la calle y se hicieron notar. Era mayo de 2011 y, según los organizadores de la marcha, 100.000 personas protestaron en la capital por el visto bueno que había entregado la Comisión de Evaluación Ambiental (CEA) de Aysén a la construcción de las cinco centrales en los ríos Baker y Pascua, planeadas por HidroAysén, joint venture entre Endesa (51%) y Colbún (49%). Tres años después de esa demostración de fuerza, las asociaciones ambientalistas agrupadas en Patagonia Sin Represas se anotaron un triunfo categórico, luego que el Comité de Ministros rechazara definitivamente hace unas semanas la edificación del complejo, que agregaría 2.750 megawatts (MW) de capacidad instalada al Sistema Interconectado Central (SIC).

Conseguido el objetivo de derribar el megaproyecto eléctrico, la pregunta que todos se hacen gira en torno a cuál será la nueva batalla que librarán estos grupos ambientalistas. Al menos, esa inquietud reina al interior del mundo privado, donde ven que la oposición de movimientos ecologistas seguirá siendo uno de los principales escollos para la construcción de cualquier proyecto de generación. Un alto ejecutivo del sector comenta que “es un tema” entre las empresas, porque, si bien los privados ya han salido a apoyar públicamente mejoras a los estándares ambientales para la ejecución de centrales de cualquier tipo de tecnología, “asusta cuando se rompe la armonía entre presión ecológica y desarrollo de proyectos”, según sus palabras.

Pero el misterio mayor para la etapa que viene es el poder político y social que tendrán las organizaciones ambientalistas ya resuelto el tema que las unió y les entregó visibilidad. Desde Patagonia Sin Represas responden que están más activos que nunca y que la oposición al proyecto de Endesa y Colbún fue sólo el comienzo. Esta seguridad en su postura es interpretada por varios analistas como el punto de partida de un camino que ya han recorrido otros grupos similares en el pasado. De hecho, varios traen a colación las experiencias de formación de los partidos verdes europeos, que en su momento surgieron en base a una oposición fuerte a varios proyectos energéticos. Por eso, los expertos llaman a no sorprenderse si en algún momento estos grupos en Chile llegaran a presentar candidatos a alcaldes o diputados con el logo diferenciador de Patagonia Sin Represas, como forma de utilizar el capital político que ya han ganado.

Los analistas opinan

Entre los analistas existe consenso en que la temática ambiental seguirá siendo un factor en la discusión de política energética, aunque hay dudas del cómo. Para el subdirector del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, Aldo Meneses, el movimiento de Patagonia Sin Represas ganó un capital político que va más allá de la existencia o no de HidroAysén. “Ellos movilizan una idea que es muy significativa: cuidar el medioambiente. Con esa actitud obtienen un reconocimiento social y cualquiera que recurra a esa idea será bien visto. Como ya acumulan un capital, cuando aparezcan en otra instancia serán reconocidos y con capacidades de influir, porque ya cuentan con un currículum”, sostiene.

Meneses cree que, una vez conseguido el objetivo de bloquear el desarrollo de las centrales de Endesa y Colbún en Aysén, la agrupación seguirá cohesionada mientras mantengan su idea fuerza: la preservación del medioambiente. “Lo que puede amenazar la cohesión es la propuesta alternativa que debieran presentar estos grupos. Chile tiene un problema de energía y la generación de propuestas alternativas para resolverlo podría amenazar esta cohesión”, plantea.

Para el profesor de la Universidad Diego Portales (UDP),Juan Pablo Paredes, las demandas ecológicas serán cada día más relevantes. En el caso de las agrupaciones que se opusieron a HidroAysén, dice que ganaron una batalla importante. “HidroAysén permitió articular la demanda específica y local, relacionada a las comunidades impactadas por el proyecto, con la demanda medioambiental global”, sostiene. Añade que su hipótesis es que se generará un nuevo tipo de relaciones entre partidos políticos y movimientos ecologistas. “A los partidos políticos les interesa vincularse porque la causa ambiental moviliza gente, y eso se traduce en la posibilidad de eventuales electores. Estas causas tienen resonancia en la ciudadanía, y los partidos que tengan alguna cercanía con la temática querrán estar más cerca de los movimientos”, subraya.

Las otras experiencias verdes

Un camino posible en la reestructuración de Patagonia Sin Represas es seguir la senda de los partidos verdes europeos. Por ejemplo, en los 60 la Alemania Democrática inició un agresivo plan de construcción de centrales nucleares que dio origen, ya en los 70, a una fuerte oposición ciudadana muy transversal, con énfasis ecologista, pero a la que también se sumaron otras minorías: pacifistas, estudiantes o feministas. Este movimiento creció hasta instalarse como un partido político más -los verdes-, irrumpiendo en la clásica estructura de liberales, conservadores y socialdemócratas que hasta ese momento primaba en dicha nación.

El director para el Cono Sur de la Fundación Heinrich Böll -centro de estudios ligado al Partido Verde alemán-, Michael Álvarez, explica que la “patada inicial” para la creación de esta fuerza política fue, al igual que Patagonia Sin Represas, la oposición a un tipo de energía que aparecía como contaminante o poco amigable con el medioambiente. “Nadie quería esos desechos al lado de su casa, no sólo gente de izquierda, también había personas más conservadoras que se plegaron al movimiento en contra de este tipo de energía”, comenta.

Eso sí, para el caso germano la consolidación de los movimientos provino de la determinación de la OTAN de emplazar misiles y armas nucleares en Alemania Occidental, como respuesta a una decisión similar tomada en el lado Oriental de la nación, todo esto en un contexto de guerra fría. La coronación de los verdes fue la creación de un partido político que participó de las elecciones federales de 1983. “Había una incomunicación entre las nuevas demandas de la ciudadanía y las esferas políticas. No había una interacción entre el gobierno y las preocupaciones de la ciudadanía”, describe Álvarez.

Si bien el contexto es diferente, Álvarez ve ciertas similitudes entre la creación del Partido Verde y los movimientos ambientalistas y sociales que se unieron para derribar HidroAysén. “Entre el Chile de hoy y la Alemania de los ‘70 se puede hacer un paralelo: la sociedad se modernizó mucho más rápido de lo que el sistema político es capaz de reaccionar o representar”, opina. También, al igual que los “verdes” alemanes, el movimiento nació desde las provincias, ampliando su base política primero en procesos regionales. Acá, comenta, nacen por una petición regional específica -desde Aysén- y se expanden al resto del país.

¿Podría, por ejemplo, Patagonia Sin Represas consolidarse como un referente político más allá de la oposición a un proyecto? Álvarez responde que habría que analizar una a una las agrupaciones que conforman a Patagonia Sin Represas, pero que Chile vive un momento donde es propicia la conformación “de nuevas formas políticas más diversas”. En la misma línea se plantea Paredes de la UDP, quien no descarta que el movimiento busque una vía más institucional e instalarse como una facción política o, inclusive, como un partido tradicional. Meneses coincide y dice que a nadie le debería asombrar si en una futura elección Patagonia Sin Represas o lo que estos grupos representan optara por crear un movimiento más estable o la presentación de candidatos a elecciones parlamentarias o municipales.

Para la profesora de la Universidad Católica y experta en movimientos medioambientales Francisca Reyes, “al estar constituida (Patagonia Sin Represas) por un grupo de organizaciones numeroso y diverso es difícil prever lo que va a pasar porque probablemente coexisten dentro de esa coalición distintas opiniones sobre esa misma pregunta”.

Reyes, eso sí, cree que la organización mutará, pero seguirá siendo un actor. Sostiene que al leer los objetivos de la organización también se desprenden demandas sobre el modelo de desarrollo del país y el rol de las regiones, “las que no desaparecen como problemáticas zanjado el tema de HidroAysén. El trasfondo de la acción de Patagonia Sin Represas también tiene que ver con la definición de una política energética del país y, por lo tanto, en ningún caso la organización deja de tener sentido”.

¿Formar un partido político propio? “Habría que observar cómo se desarrollan las reformas al sistema electoral porque hoy si bien es cierto se pueden constituir, es difícil que partidos pequeños o de nicho puedan subsistir a lo largo del tiempo”, responde Reyes.

Los protagonistas

Si bien la opción de seguir el patrón de los partidos políticos verdes europeos se analizó al interior de Patagonia Sin Represas, no será su primer paso.Así al menos lo señala el secretario ejecutivo de la organización, Patricio Rodrigo, quien aclara que sus objetivos de corto plazo son dos: conservar Aysén, por lo que se opondrán con más fuerza a la central Río Cuervo, iniciativa que Glencore pretende construir en esa región, e influir en la redacción de la política energética planteada por el Ejecutivo para 2015.

El ambientalista destaca que al interior del movimiento están satisfechos por su accionar y destaca que “no fue sólo calle, se hizo cuando fue necesario, pero también hicimos diversos estudios, siendo capaces de pasar de la oposición a las propuestas en energía”.

Rodrigo agrega que la preocupación medioambiental de la organización va más allá de la Patagonia, por lo que se plantean como un movimiento integrado de protección de la naturaleza a lo largo del país. “Un movimiento que posee un 70% u 80% de apoyo ciudadano es algo que hay que administrar bien. Si bien no hay que sobredimensionar el fenómeno, sí nos interesa influir en una reflexión sobre un modelo de desarrollo sustentable”, dice. Por eso cuenta que por ahora tomaron la decisión política de no formar un partido, pero sí influir transversalmente en los existentes. Un ejemplo de influencia, dice, es el apoyo que tuvo la causa de senadores como Antonio Horvath (ex RN) o Guido Girardi (PPD).

Para Juan Pablo Orrego, presidente de Ecosistemas, “la campaña contra HidroAysén y el Consejo de Defensa de la Patagonia han tenido tanta convocatoria porque incluye una crítica sistémica al modelo de energía y al modelo económico en general”. Agrega que, al margen de oponerse a ciertos proyectos, “queremos participar en la discusión de un modelo de país. Este proyecto fue un síntoma del modelo actual y el desarrollo de sectores industriales con total desregulación, un laissez faire”.

Si bien responde que a título personal formar un partido político no es su camino, “me parece una opción legítima y para muchos puede ser necesaria para instalar los argumentos del movimiento sobre la mesa”. Añade que la organización debe trabajar en todos los frentes para conseguir sus objetivos. Esto, dice, ya lo han demostrado al estar en la calle, pero también “haciendo un trabajo minucioso y técnico, ésa es nuestra forma de trabajar, multifacéticos”.

En su opinión, la mirada de los grupos ambientalistas se centrará en los tres grandes sectores económicos extractivos de Chile: gran minería, forestal y pesca industrial. “Tenemos una mirada crítica de cómo se ha desarrollado la minería en el norte del país, porque la actividad no se ha traducido en mejor calidad de vida”, sentencia.

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  • 14/07/2014