Llega a Chile el sello que certifica la eficiencia energética de las ciudades

Tres municipios chilenos emprenderán este año el proceso de certificación del sello de eficiencia Energiestadt, que tras más de dos décadas ya ha acreditado unas 1.500 ciudades, principalmente en Europa. Los primeros pasos en Chile ya partieron. Fuente: Que Pasa Minería julio 2014.


En cuatro años más, los municipios de Antofagasta, Frutillar y Vitacura -y probablemente Valdivia- podrían sumarse a la corriente conocida como ciudad energética, una comunidad internacional de municipios que hace un par de décadas han adoptado políticas energéticas sustentables.

El sello de rendimiento que podrían recibir estos municipios es conocido como Energiestadt, una iniciativa que se originó en Suiza para mejorar la gestión energética de sus comunas. Ya lleva 25 años en operación y se ha expandido y adaptado a las realidades energéticas de municipios en Alemania, Austria, Francia, Italia, Liechtenstein, Luxemburgo, Mónaco, mientras que países como Hungría, Marruecos, Rumania y Ucrania están adoptando proyectos piloto.

Considerando Europa y Asia, en la actualidad son más de 1.500 las comunas certificadas, mientras que otras 300 tramitan su acreditación. De cumplir el proceso, las ciudades chilenas podrían estar dentro de las primeras sudamericanas en formar parte de esta red.

El proyecto cuenta con el apoyo de los ministerios de Energía, Medio Ambiente, Vivienda y Urbanismo, y de la Asociación Chilena de Municipalidades. Es coordinado por la empresa suiza Ernst Basler + Partner y Fundación Chile, que postuló el proyecto a la línea Corfo de Bienes Públicos para la Competitividad.

Un par de consultores suizos miembros del equipo estuvieron recientemente en Chile para dar el puntapié inicial al proyecto. Se trata del socio y presidente del directorio de Ernst Basler + Partner, Bruno Basler, y del especialista en eficiencia energética de la consultora Nova Energie Basel, Andreas Meyer. Ambos describen que la participación de la sociedad civil es la verdadera energía detrás del proyecto. Un proceso en el que la confianza y el consenso tendrán un rol clave al momento en que las tres comunas decidan su futuro energético, lo que puede generar una corriente continua de mejoras a la calidad de vida de sus ciudadanos o sólo cortocircuitos.

En otras palabras, el éxito o fracaso del proceso de certificación para obtener este sello dependerá de si los miembros de las comunidades seleccionadas, incluyendo al alcalde y las múltiples juntas de vecinos y empresas, hacen un buen contacto desde el principio.

“En Chile no hay una cultura establecida de procesos de participación a nivel comunitario. No tienen la cultura de que la gente se involucre y discuta con las autoridades las soluciones. En general, sólo comentan lo que ya se decidió. Ahora tienen la oportunidad de dar vuelta eso”, opina Basler.

Bruno Basler y Andreas Meyer forman parte del equipo que ya está asesorando a las primeras ciudades chilenas que perseguirán el sello Energiestadt.

Haciendo comunidad

El sello Energiestadt comprende varios ejes, como la gestión del reciclaje en el barrio, la iluminación de las calles o la construcción de edificios sustentables, lo que abarca desde constructoras e inmobiliarias hasta sanitarias, y al ciudadano que convivirá en estos espacios. Pero antes, este ciudadano debe saber cuáles son los problemas que aquejan a su comunidad.

“Es muy importante comprender todas las necesidades. Es un proceso que requiere liderazgos y una buena guía metodológica. No hay respuestas correctas o incorrectas. Y muchas veces te sorprendes de la cantidad de cosas que aprendes de esto. Básicamente se trata de escuchar lo que la gente quiere”, explica Basler.

Cada miembro de la comunidad tiene y ve necesidades diferentes, y la meta es lograr un consenso. “El desafío es escuchar a la gente, involucrarla, motivarla, inspirarla a contribuir en este proceso, pero a la vez no debieran surgir expectativas que no puedes cumplir”, afirma Basler. Queda en manos de los ingenieros y consultores técnicos encontrar aquellas soluciones viables económicamente que cumplan con las expectativas.

¿Las personas saben lo que necesita su comunidad? “La mayoría de las veces sí. Aunque a veces algunos se sorprenden cuando interactúan con otros miembros cuyas realidades realmente desconocen”, agrega Meyer.

Es en esta etapa inicial del proceso cuando surge la mayor cantidad de cortocircuitos. Porque la interacción entre sociedad civil, autoridades municipales y el mundo empresarial no es fácil. Si bien estos actores no siempre tienen claro qué o cómo cambiar, sí saben qué quieren a cambio: mejorar su calidad de vida. “Tienen que ver resultados en el primer o segundo año, o pierdes credibilidad”, insiste Meyer.

¿De qué sirve tener este sello? Meyer responde muy pragmático: “Si todo el mundo estuviera satisfecho con lo que sucede a nivel energético o ambiental en su comunidad, entonces no sería necesario hacerse esa pregunta”. Por eso, recalca la necesidad de un liderazgo y una responsabilidad que trascienda al alcalde o los concejos municipales de turno.

“Ciertamente necesitas liderazgo de parte de la municipalidad, gente responsable que les diga a las comunidades que apoyan el programa y que escucharán lo que tengan que decir. Pero el gobierno municipal debe permitir cierto grado de libertad, estar listo para implementar cosas con las que al inicio quizás no esté muy cómodo”, advierte Basler.

Y parte de esa toma de conciencia es que el alcalde, si bien es un conductor elemental, debiese dar un paso atrás y dejar la coordinación del trabajo en otras personas. “Muchas veces los alcaldes son de ideas fijas. Y éste no es un proceso que se dicta; tienes desde la junta de vecinos a la compañía eléctrica sentados en la mesa”, añade Basler.

La primera fase del trabajo en Frutillar, Vitacura y Antofagasta comprende una profunda comprensión técnica sobre el actual equilibrio energético en esas ciudades.

Ahorro doméstico

La primera fase del proyecto Energiestadt en Chile comprende una profunda comprensión técnica sobre el actual equilibrio energético en Antofagasta, Frutillar y Vitacura, cuyas necesidades energéticas ya son conocidas por los consultores suizos.

“Hay que comenzar con un análisis exhaustivo sobre cuánta energía ocupa la comunidad, de cuántas fuentes extrae esta energía, su demografía, cómo es su sociedad, los hechos ambientales desde altura hasta condición de vientos, para tener un buen diagnóstico de la situación”, describe Basler.

La segunda fase incluye definir metas realistas, los objetivos que se quieran alcanzar a futuro, y cuáles serán los temas de corto y mediano plazo. Después de cuatro años, se hace una revaluación y se constata si la política aplicada fue exitosa o no.

Es un proceso que sigue los mismos pasos, independiente de la ciudad, su país, o si es más o menos desarrollado. Lo que varía son las medidas implementadas. “Hay comunidades donde el principal problema es la contaminación del aire, en otras es la seguridad, la iluminación vial o el transporte público, entre otros. Al final, debes adaptarte a las necesidades, y eso entrega un punto de comparación, un benchmark entre las ciudades”, dice Meyer.

¿Es posible comparar ciudades o comunas de culturas, geografías y economías tan diferentes? “Es siempre una comparación relativa. Porque la comunidad decide el puntaje máximo al que desea aspirar. Entonces se comunica el porcentaje de esos puntos que son alcanzados. La comunidad que comienza en un nivel muy bajo, con muchos problemas, y mejora mucho su calidad de vida, al final puede alcanzar un mayor puntaje que las comunidades que son más ricas y desarrolladas, y no hacen mucho. La comuna gana si es dinámica”, afirma Meyer.

Pero esto no termina después de cuatro años. Si la comuna quiere mantener el sello, debe pasar por una nueva auditoría. “Es cuatro veces menos difícil seguir con el programa, y cuesta cuatro veces menos que la primera vez. Por eso, si se desea continuar, lo principal es que el nuevo proyecto esté listo para los siguientes años”. En teoría, el sello puede perderse pero hasta ahora ninguna ciudad energética ha sido destituida como tal.

MÁS FUENTES ENERGÉTICAS
A diferencia de Chile, la gran mayoría de los países donde se ha adoptado este sello tienen regiones o departamentos que ejercen control en materia de suministro energético, si bien sus comunidades nunca antes habían contado con tal poder. En el caso de nuestro país, el sistema centralizado de suministro energético, con una industria poco competitiva y cuya energía fluye a través de dos sistemas (SING y SIC), puede generar tanto obstáculos como oportunidades.

“A corto plazo puede complicar las cosas, por lo que sería mejor si el mercado fuera más liberal o abierto. Pero a largo plazo un impacto del proyecto puede que influya o acelere la transición a un sistema más descentralizado, en el cual las ERNC y la eficiencia energética jueguen un rol más importante y donde los consumidores de hoy sean los productores de su propia energía mañana”, insiste Meyer.

Un ejemplo es la solución energética y ambiental que podría dársele a la crisis producto de la quema de leña que existe actualmente en el sur chileno. Esto, puesto que un sistema de calefacción urbana (mediante el uso de biomasa forestal) permitiría a toda la comunidad que dependa de la producción y uso de la leña alimentar su propio sistema de energía. Esto podría generar un cambio cultural a nivel de negocios y sectores más tradicionales, como construcción e inmobiliario. “A la larga es muy simple, porque las comunidades bajo el sello obligarían a los inversionistas a adoptar construcciones de eficiencia energética y formar parte del sistema de calefacción urbana”.

Así, podrían surgir nuevos mercados para compañías innovadoras y pioneras, como también una plataforma de mercadeo para aquellas empresas que busquen aprovechar la imagen de ciudad energética.


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