Chile tiene un alto potencial geotérmico, pero carece de proyectos

No hay ninguna central en funcionamiento que aproveche el calor del interior de la Tierra. Factores de costo y tecnologías disponibles serían la razón. Fuente: El Mercurio 25 de agosto 2014.


La energía geotérmica, la que aprovecha el calor del interior de la Tierra, es la que podría tener mayor potencial en Chile y también ser más eficiente. Esto último porque con el fluido acuoso subterráneo se podría mover una central geotérmica las 24 horas del día, en comparación con la solar y eólica que dependen de la energía del Sol o del viento, dice Diego Morata, director del Centro de Excelencia en Geotermia de Los Andes (CEGA), de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile.

Sin embargo, también es la única de las energías renovables no convencionales que está sujeta a lo que se llama riesgo minero.

«Uno sabe dónde hay más viento o más radiación solar. Aunque los géiseres, que son una manifestación de la energía geotérmica, se pueden ver, eso no implica que debajo de ellos hay un reservorio del líquido», dice Morata. Este puede estar a una buena distancia y si aflora donde están las fumarolas es porque el terreno es más permeable. De ahí que antes de cualquier explotación hay que explorar y eso implica costos y tiempo.

Los cálculos de potencial en todo Chile van desde los 3.350 Megawatts, según estimaciones de Enap, hasta los 16 mil MW (HidroAysén iba tener una potencia instalada de 2.750 MW), de acuerdo con un estudio realizado en la década de los 80 por el geólogo de la U. de Chile Alfredo Lahsen.

«Hay potencial a lo largo de todo Chile, en especial por el volcanismo activo que tenemos», explica Morata. El CEGA por estos días termina un proyecto actualizado para estimar esas reservas.

La gran traba para hacer estudios más confiables es que la universidad no dispone de la tecnología de perforación, ya que es muy cara y a ella solo pueden tener acceso las empresas. Y muchos datos de estas no son públicos.

Tres obstáculos

En los últimos diez años, algunas empresas han hecho programas intensos de exploración. «Hay éxitos como el pozo Tol-4 de Tolhuaca, cerca de Curacautín, que efectuó Mighty River Power, y que puede obtener 12 Megas, pero todavía no instalan una planta», dice Morata.

La consolidación del desarrollo de la geotermia en Chile enfrenta al menos tres obstáculos, afirma el abogado Ernesto Correa, director del Centro de Energía, Medioambiente y Ordenamiento Territorial de la Facultad de Derecho de la Universidad Mayor.

«La primera y más importante es el costo de la inversión. Primero se necesita hacer una serie de análisis y luego hay que perforar pozos para medir la temperatura del subsuelo y saber si es suficiente para que exista un reservorio. Tras esos pozos exploratorios hay que hacer otros sobre 2.500 metros de profundidad, que tienen un costo altísimo para confirmar la existencia de la reserva».

Recién entonces viene la etapa de la explotación, lo que implica construir más pozos para obtener una potencia de generación rentable. Aquí aparece la segunda traba, dice Correa: las líneas de transmisión. Estas implican un costo adicional, en especial para explotaciones en la alta cordillera, como es el caso de los pozos cercanos a Curacautín. Y si se llegara a superar este obstáculo, todavía queda la oposición ciudadana.

Entre estos últimos, el que está más avanzado es el proyecto Apacheta, de la empresa Enel, cerca de San Pedro de Atacama. «La empresa ya tiene la concesión de explotación, y las resoluciones de calificación ambiental para construir la planta y la línea de transmisión. Ahora negocia con las comunidades del área».

Para Morata, lo mejor sería que el Estado pusiera primero en marcha una planta piloto para mostrar que se puede hacer sin problemas. Después los privados vendrán solos, asegura.

Recuadro :

Solo un susto

Parte de la mala imagen que tiene la opinión pública de la geotermia tiene un símbolo: los géiseres de El Tatio. En el año 2009, una fuga de vapor de agua de más de 60 metros de un pozo de exploración de la empresa Geotérmica del Norte provocó la ira de la comunidad y de los ambientalistas, que temieron que la fuga secara el reservorio que permite que afloren las espectaculares fumarolas.

La verdad, dice el geólogo Diego Morata, es que el informe de los expertos internacionales demostró que no hubo tal impacto. Se trató de un error humano, ya que se reinyectó líquido ya empleado en un pozo de perforación antiguo hecho en los tiempos de la Corfo. El pozo ya se tapó y ninguna medición posterior dio indicio de que se hubiera producido una merma en el campo geotérmico principal.


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