El buque científico «Cabo de Hornos» les tomó el pulso a los canales del extremo sur

Fue el segundo, y más complejo, de los cruceros de investigación que realiza la nave desde su viaje inaugural, en julio del año pasado. En 2015 monitoreará la biodiversidad oceánica en torno a Isla de Pascua. Fuente: El Mercurio 29 de octubre 2014.


Tras más de un mes de intrincada navegación por los canales australes, en la que hizo frente a condiciones climáticas cambiantes, el buque científico de la Armada AGS 61 «Cabo de Hornos» acaba de culminar el crucero CIMAR-20 Fiordos, su segunda misión oceanográfica.

En la institución reconocen que fue el crucero más grande y complejo realizado hasta ahora por la embarcación desde su debut en julio del año pasado.

«En el área austral las condiciones climáticas siempre son un desafío y es frecuente tener que esperar tiempo para continuar los estudios. Esta vez no fue la excepción», explica el contraalmirante Patricio Carrasco, director del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA) y Presidente del Comité Oceanográfico Nacional.

«Lo otro -explica- es que como operamos cerca de Campos de Hielo Sur, donde existen diversos ventisqueros, el buque encontró hielos flotantes, que a veces dificultaron el trabajo de las estaciones oceanográficas», nombre con que se conocen las áreas de muestreo.

La zona de trabajo abarcó entre el Golfo de Penas (frente a la laguna San Rafael) y el canal Trinidad (en las inmediaciones del Parque Nacional Bernardo O’Higgins), en las regiones XI y XII, respectivamente.

Durante la travesía se realizaron mediciones de la concentración de gases de efecto invernadero que están incidiendo en los procesos de deshielos en la zona austral de Chile y se tomaron muestras en los ríos Pascua y Baker, así como en el glaciar Pío XI, entre otras actividades.

«El principal trabajo fue determinar la biodiversidad existente y su relación con las variables ambientales, para evaluar los cambios o alteraciones en la abundancia y distribución de los organismos en las zonas de estudio, además de identificar, determinar y cuantificar los procesos que sustentan su productividad», dice Carrasco. El objetivo es generar herramientas predictivas de los cambios que podrían ocurrir ante posibles alteraciones naturales o derivadas de la actividad humana.

En la actividad participaron seis investigadores de 16 universidades. «La experiencia ha sido bastante buena, hemos formado un muy buen grupo de trabajo junto con el personal del SHOA y la Armada de Chile», destaca Sandra Sanhueza, bióloga marina de la U. de Concepción (UdeC) y del Centro de Ciencia del Clima y de la Resiliencia, quien participó en el crucero.

«La zona de fiordos y canales del sur de Chile es un área poco estudiada, por lo que la mayor parte del trabajo que realizamos se concentró en la descripción del área, tanto desde el punto de vista físico-químico como biológico, lo que implicó extraer muestras de la columna de agua, de los sedimentos y de los organismos asociados a los fondos», cuenta Sanhueza.

Islas oceánicas

Particularmente su grupo, el de biogeoquímica isotópica de la U. de Concepción, está investigando hace ya varios años -en los cruceros Cimar anteriores- la composición de gases, nutrientes e isótopos de diferentes compuestos disueltos en el agua. La idea es poder dilucidar así la presencia de cambios asociados con los glaciares. Además, a través del análisis de gases como el metano y el óxido nitroso buscan estudiar cómo ha sido su comportamiento a través del tiempo, y cómo estos podrían estar asociados a cambios climáticos vinculados con el derretimiento de los hielos.

Actualmente, el «Cabo de Hornos» se prepara para su primera misión oceanográfica en las islas oceánicas, ya que el próximo año su trabajo se concentrará en las aguas en torno a Pascua y Salas y Gómez. «No solo se harán estudios en el área próxima a las islas, sino también en el amplio espacio oceánico entre ellas y el continente, el que incluye el gran ecosistema de la corriente de Humboldt», adelanta Carrasco.

Otras actividades
Entre los hitos del «Cabo de Hornos», desde que comenzó a operar, destacan su monitoreo de la presencia de merluza austral en aguas australes, estudio que no se había realizado hace varios años debido a la carencia de un buque adecuado. Aparte de los cruceros oceanográficos, también ha realizado trabajos de batimetría, es decir, mediciones de profundidades oceánicas.

El instrumento CDT mide la salinidad y la temperatura en aguas profundas.

Los científicos y personal de la Armada preparan el Box Coreo, equipo especial con el que obtienen muestras de sedimento.

El buque «Cabo de Hornos» en el canal Baker. Lo Cruceros de Investigación Marina en Áreas Marinas Remotas, Cimar, se realizan desde 1994 como una cooperación entre la Armada y centros científicos.

Esta es la sala de control del buque «Cabo de Hornos». La nave posee instrumental de muestreo que alcanza hasta los 1500 metros de profundidad.


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