PANUL AMENAZADO: El último bosque nativo de Santiago

A los pies del cerro Minilla, en La Florida, se encuentra el bosque Panul. Bajo la cota mil, que es la actual delimitación de expansión de la ciudad, parte de sus 600 hectáreas albergan distintas especies de flora y fauna nativa chilena. Fuente: La Segunda 10 de octubre 2014.


Un proyecto inmobiliario, ideado hace diez años por el dueño de este terreno, enfrenta a la empresa Gesterra con vecinos y autoridades, quienes buscan, por distintas vías, mantener vivo el último bosque nativo del Gran Santiago.

Un ciclista desciende a toda velocidad, siguiendo la huella que los visitantes del bosque han ido marcando con el paso de los años. «Pistaaaaa!», le grita a los cinco transeúntes que hacen trekking en dirección opuesta. El grupo se mueve y la bicicleta pasa como un bólido con su cámara GoPro en el casco, perdiéndose al tomar una curva entre dos imponentes árboles nativos. A las 18.00 horas de un martes, mientras Santiago se llena de tacos, el bosque Panul recibe a los deportistas que deciden escapar de la vorágine capitalina y terminar su día entre quillayes y litres. La luz anaranjada del atardecer tiñe el entramado de ramas de este, el último bosque nativo de Santiago.

Mientras sigue la dirección del sendero, Matías Rojo, miembro de la Red por la Defensa de la Precordillera (29), rompe sin miramientos con la postal bucólica. «En este preciso lugar estaría la continuación de la avenida Rojas Magallanes, si es que se hace el proyecto», dice, señalando la extensión imaginaria que tendría la calle que actualmente atraviesa la comuna de La Florida, de oliente a poniente.

El proyecto al que hace alusión Rojo corresponde al desarrollo inmobiliario conocido como El Panul, de la firma Gesterra, que pretende construir en este lugar cerca de 940 viviendas en un paño de, aproximadamente, 50 hectáreas. Pese a que la firma es dueña del terreno que se conoce como Fundo Panul -que en total tiene 600 hectáreas, incluyendo al bosque del mismo nombre-, no ha podido concretar el plan trazado hace casi una década. La oposición de un grupo de vecinos, del municipio de La Florida y la negativa del Servicio de Evaluación Ambiental han sido las piedras de tope para desarrollar este complejo o, visto desde el otro lado, para salvar el bosque.

Ninguno de los contendores de esta batalla, todavía, pueden cantar victoria.

DE UNA CITRONETA A 100 MILLONES DE DÓLARES

A fines de los ochenta, el empresario químico y ex consultor de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa), Vicente Navarrete adquirió un predio fiscal de cerca de 600 hectáreas que, hasta ese entonces, pertenecía al Instituto Bacteriológico de la Universidad de Chile. El terreno se extendía en la falda del cerro Minina, en la zona precordillerana y cordillerana de La Florida, hasta donde todavía no había llegado el desarrollo inmobiliario que, en la actualidad, ha poblado completamente el sector de Rojas Magallanes.

De los detalles de la compra efectuada por Navarro hay dos versiones. «La adquisición de este terreno se hizo bajo un proceso de licitación», dice Oscar Ruiz-Tagle, abogado representante de Gesten-a. Matías Rojo maneja otra versión: «La venta de este terreno se hizo mano a mano, entre Augusto Pinochet y su amigo Navarrete. El costo que todo esto habría tenido para él era el de una citroneta de aquel entonces», agrega Rojo.

Lo que sí se sabe es que, con el tiempo, el paño multiplicó su valor inicial de manera estratosférica, gracias a la demanda de terrenos para la construcción de casas por la expansión de Santiago. Según el alcalde Rodolfo Carter (UDI), el metro cuadrado en ese sector puede costar 2 UF, casi cincuenta mil pesos. En resumen, las 600 hectáreas tendrían un valor cercano a los 100 millones de dólares.

Más allá de su valor monetario, para algunos el Fundo Panul no es cuantificable de manera económica, aun cuando el crecimiento urbano dotó a este predio de una particularidad tan célebre como triste: se convirtió en el último lugar en el Gran Santiago que alberga un bosque con especies de flora y fauna nativa. Esta biodiversidad se compone de plantas corno la flor de gallo, el azulino (flor de muy difícil reproducción), diversas especies de musgos que mantienen la humedad en el bosque en épocas secas, y árboles nativos como el peurno, el quillay y el guayacán. En cuanto a los animales, en este lugar habitan especies comunes como la vizcacha y el zorro culpeo, hasta otras más difíciles de encontrar como la llaca (el único marsupial de la Región Metropolitana), la iguana chilena y la mariposa del chagual, que es la más grande del país.

«Este es el último bosque nativo porque, a diferencia de lugares como el Cajón del Maipo o Pirque, el Panul está dentro de la cota mil, que es el actual límite urbano de expansión y lo que conocemos como el Gran Santiago», dice Marcelo Cueto, integrante de la Red de protección de la Precordillera.

Para Germán Ortiz, director de Conaf de la Región Metropolitana, la función que este tipo de bosque esclerófilo cumple es también otro de los elementos que lo hacen particular. Por estar ubicado en zonas de altas temperaturas pero húmedas, con sequías de al menos ocho meses y por conformarse por bosques de hojas pequeñas y raíces profundas, su aporte al ecosistema es clave. «Su relevancia radica en los servicios ecosistémicos que aportan en la captación e infiltración de aguas lluvia, protección del suelo, control de riesgos de aluvión y regulación de temperatura. Aporta a la biodiversidad y constituye una reliquia de aquellas formaciones boscosas que hubo en el sector de pie de monte andino, formación vegetal escasamente representada en el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE)», señala Ortiz.

Pese a que se ha convertido en un lugar de esparcimiento para los vecinos, Vicente Navarrete, el dueño del fundo Panul, tenía otros planes para el terreno. Hacia el fin de su carrera, quiso especializarse en el sector inmobiliario. Aunque contaba con el terreno y el proyecto habitacional para concretar su anhelo, no pudo cumplirlo: Navarrete murió en 2013, sin lograr instalar una sola vivienda en este terreno.

Eso sí, el proyecto no está descartado: su hijo, del mismo nombre, es el encargado de concretar el sueño de su padre.

PELEEMOS EN EL BOSQUE

Este lunes en la tarde, el intendente de Santiago, Claudio Orrego, visitó el fundo Panul. A través de su cuenta de Twitter, la actual autoridad metropolitana resumió en 140 caracteres una de las preocupaciones de quienes han participado en este conflicto. «El Bosque el Panul es de verdad un lugar bello, de gran valor medioambiental. Debemos darle alguna protección», escribió el ex candidato presidencial.

Ese mismo día, pero en la mañana, mientras el alcalde Carter abordaba una problemática por el cambio de sentido de una calle, en un móvil de un matinal, se salió de libreto: le pidió expresamente a la Presidenta Michelle Bachelet la expropiación del terreno que comprende el bosque Panul.

Este round también se peleó a través de la prensa escrita. La inmobiliaria pagó un inserto en donde acusó al alcalde Carter de «hostigamiento», a lo que la Red por la Defensa de la Precordillera respondió con una carta al director del mismo medio, repudiando el inserto.

Tanto el intercambio por escrito como la petición a la Presidenta y la incipiente participación de Orrego son señales de que el conflicto por el bosque Panul está escalando hacia una nueva fase, traspasando las fronteras de la comuna.

«La primera vez que escuchamos rumores sobre el proyecto inmobiliario fue en 2004», dice Matías Rojo. Fueron estos mismos rumores, además de la construcción en otras zonas de la precordillera, los que alentaron a un grupo de personas de La Florida y otras comunas aledañas para iniciar la Red por la Defensa de la Precordillera. Además del factor medioambiental, uno de los temores que los sigue motivando es que se repita un nuevo aluvión como el que en 1993 azotó a los pobladores de la Quebrada de Macul, el cual dejó más de 20 muertos y 30 mil damnificados a su paso. Esto, dicen, debido a la «sobrepoblación en la zona precordillerana».

Otro de los objetivos de esta organización es la educación ambiental. Realizan caminatas guiadas por el bosque y, además, han puesto letreros en los distintos tipos de árboles para que la gente que visita el Panul pueda identificarlos y cuidarlos.

Cuando esta organización tenía dos años de funcionamiento, la inmobiliaria Gesterra presentó a la Dirección de Obras de la Municipalidad de La Florida lo que ellos tanto temían: un anteproyecto para la construcción de 1.302 casas en los terrenos del fundo Panul. Corno parte del proceso, la inmobiliaria solicitó los permisos al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental. Sin embargo, en 2010 este organismo exigió a la inmobiliaria un Estudio de Impacto Ambiental.

Esta exigencia fue clave en la tramitación del proyecto, ya que la inmobiliaria tuvo que desarrollar un estudio acucioso sobre el impacto que el proyecto tendría en la zona, debido a que era un bosque nativo. Para hacerse una idea, proyectos como HidroAysén debieron realizar esta misma evaluación por el impacto que sus obras tendrían en el medio ambiente, sometiéndose a consultas ciudadanas y de organismos relacionados con el entorno en donde se ubicarán, con la obligación de responder a estos cuestionamientos. Esto fue lo que sometió a Gesterra a un proceso mucho más complejo que el de otros proyectos inmobiliarios, que no tienen el mismo impacto ambiental. Según antecedentes proporcionados por la Red por la Defensa de la Precordillera, esta es la primera vez que una inmobiliaria debe realizar un Estudio de Impacto Ambiental y no sólo a la declaración tradicional. Pese a todo, el servicio rechazó este proyecto en 2012 por «carecer de la información esencial y relevante para poder ser evaluado».

¿Por qué entonces la inmobiliaria acusa al alcalde Rodolfo Carter de hostigoso? A pesar de que aprobó el proyecto cuando asumió la alcaldía en 2011, al año siguiente Carter realizó una consulta ciudadana para saber cuál era la postura de los floridanos respecto de este bosque. De los casi 22 mil habitantes, el 98% consideraba que el municipio debía proteger el Panul y modificar el plan regulador de la comuna para resguardar la precordillera. Con este antecedente, el alcalde congeló el permiso de edificación en esta zona, contradiciendo la decisión que había tomado el año anterior.

«Por primera vez en la comuna, congelamos los permisos y prohibirnos la construcción no una sino dos veces en la precordillera. Mientras, nosotros sacábamos un estudio para hacer una propuesta radical dentro de la legalidad al Plan Regulador Comunal. Prohibimos la construcción de todo tipo de viviendas. No se podían hacer universidades, ni estadios, ni cementerios, ni centros comerciales, restoranes, y redujimos la densidad a 140 m2 por hectárea. Esto lo hicimos porque la Contraloría permite este escenario, al decirnos que debemos dar alguna norma de construcción», dice Carter.

Sergio Donoso, académico de Ingeniería Forestal de la Universidad de Chile y vicepresidente de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, considera que este proyecto es una «falta de visión» por parte de la constructora. «El bosque está inserto justo en la parte baja del cono de eyección, que es por donde se conducen las quebradas de los contrafuertes cordilleranos, y actúa corno amortiguador frente a grandes aluviones o crecidas. En este caso, estaríamos construyendo en torno a un curso natural de crecidas o de avenidas de agua que no sabemos cuándo va a venir. Es tremendamente irresponsable construir en esos lugares».

La explicación de Donoso es el principal argumento esgrimido por Carter al momento de explicar su oposición al proyecto inmobiliario, ya que considera que, sin el entramado de raíces de estos árboles, se pone en peligro a los vecinos debido a la posibilidad de aluviones similares a los de 1993.

Pese a que Carter congeló en dos oportunidades consecutivas este permiso, retrasando en dos años el proceso, la propuesta que elaboró para modificar el Plan Regulador Comunal no fue aceptada por el concejo municipal. Así, el terreno mantiene sus características de construcción, no se devaluó y las salidas que quedan es que el intendente Orrego modifique el Plan Regulador Metropolitano, para prohibir la construcción en el bosque, o que la Presidenta Bachelet expropie este terreno, para que lo adquiera el Ministerio de Bienes Nacionales.

Este 8 de noviembre vence este congelamiento, lo que dará luz verde a la inmobiliaria para presentar su proyecto, lo que pone nuevamente en cuenta regresiva la existencia del último bosque nativo del Gran Santiago.

Y AHORA QUÉ

Para enfrentar esta nueva etapa, la inmobiliaria se encuentra reformulando el proyecto inicial, intentando darle un tinte más verde: en vez de 1.300 viviendas distribuidas en casas y 20 edificios, disminuyeron esta cantidad a 940 casas tipo DFL2, y sin edificios. La construcción de este complejo se extenderá desde la cota 600 a la 900. aproximadamente, ya que, dicen, «es recién ahí en donde empieza el bosque nativo esclerófllo».

«Es que, ¿qué se considera árbol? Hay pocos en la zona baja, casi ninguno. Si el alcalde nos dijera ‘hagan el proyecto, sin sacar ningún árbol , perfecto, porque no hay (árboles) en la parte en donde vamos a construir. Es pelado. Hay un arbustito por ahí, una mora, un espino. Es que es la vegetación de la zona, igual que en Chicureo y en Colina», dice Jorge Alessandri, gerente de Asuntos Públicos de Gesterra.

Los representantes de la inmobiliaria, Jorge Alessandri y Oscar Ruiz-Tagle, comentan que para desarrollar la idea de un parque de acceso al público desde la cota 900 a la 1.000, se han reunido con más de 14 organizaciones administradoras de parques públicos.

«Hay tres mitos fundamentales en torno al proyecto. Primero, que se destruye el bosque esclerófilo, que es absolutamente falso porque no contempla construir sobre la cota 900; que se destruirán los árboles centernarios que hay en el bosque, lo que no es así; y tercero, que la comunidad y los vecinos se oponen al proyecto. Absolutamente falso. Yo personalmente llevo seis meses reuniéndome con vecinos (del sector Santa Sofía) para ver cómo juntos desarrollamos un buen proyecto», dice Alessandri.

El alcalde asegura que el bosque nativo comienza desde mucho antes de la cota 900, al contrario de lo que plantean los representantes de la inmobiliaria. «Para que los bosques tengan vida, no los puedes meter en un macetero. Necesitan aire, más espacio alrededor para que puedan perseverar», dice.

Matías Rojo es mucho más drástico. Considera que la única solución es que la Presidenta Bachelet expropie el terreno, al igual que el alcalde, dice que no permitirá que en este terreno se inicie ninguna construcción. «Acá no va a entrar ninguna máquina. No vamos a permitir que eso pase. Aquí tienen que mediar todo tipo de autoridades para bajar la temperatura de este conflicto, porque en cualquier minuto se sale de control. Este es un territorio sumamente valorado por muchos vecinos, no sólo por quienes tienen intereses especiales, como el ciclismo o el trekking. Esto se gana sí o sí. No se puede perder el Panul», sentencia Rojo, a 30 días de que la inmobiliaria pueda volver a la carga.

«Es que, ¿qué se considera árbol? Hay pocos en la zona baja, casi ninguno. Es pelado. Hay un arbustito por ahí, una mora, un espino. Es que es la vegetación de la zona, igual que en Chicureo y en Colina», dice Jorge Alessandri, gerente de Asuntos Públicos de Gesterra, inmobiliaria a cargo del proyecto en el bosque Panul.

«El bosque está inserto justo por donde se conducen las quebradas de los contrafuertes cordilleranos, y actúa como amortiguador frente a grandes aluviones o crecidas. En este caso, estarían construyendo en torno a un curso natural de avenidas de agua que no sabemos cuándo van a venir», dice Sergio Donoso, académico de Ingeniería Forestal de la Universidad de Chile.


Publicado en: Resumen de prensa

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