Ministerio del Medio Ambiente revela que 185 especies fueron afectadas por incendios forestales

Balance es uno de los insumos con los que trabajará el Comité de restauración ecológica del organismo. Desde la lagartija de Lolol, en peligro crítico, hasta hongos comestibles figuran en la lista. Fuente: Latercera.com, 20 de marzo, 2017.


La lagartija de Lolol (Liolaemus confusus) está en peligro crítico de extinción. La ganadería caprina, la tala de bosque nativo y su reemplazo por plantaciones forestales, figuran entre sus amenazas. Habita en el cerro Los Robles, de la Región de O’Higgins, pero también se han hallado ejemplares en el cerro La Palma de la misma zona, según explican desde el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), organismo que encabezó un rescate preventivo de 20 lagartijas cuando su hábitat era amenazado por los incendios en enero.

Diego Ramírez, encargado regional de Vida Silvestre del SAG, explica que una vez que se controló el fuego que amenazaba el cerro Los Robles, los ejemplares fueron devueltos. “Cada uno de ellos fueron liberados vivos y en su georreferenciado lugar de origen”, dice el experto, quien precisa que se desconoce cuál es la población total de esta especie.

Este reptil es una de las 185 especies afectadas por los siniestros, según el último catastro del Ministerio de Medio Ambiente. De éstas, 4 aparecen en peligro crítico, 31 en peligro, 60 vulnerables, 61 en preocupación menor y 29 casi amenazadas, en el Reglamento de clasificación de especies.

Además de esta lagartija única, están en riesgo la palma (Jubaea chilensis), el digüeñe (Cyttaria berteroi) un hongo comestible, la rana chilena (Calyptocephalella gayi), y la yaca (Thylamys elegans) un pequeño marsupial, entre otros.

Alejandra Figueroa, jefa de la División de Recursos Naturales del Ministerio de Medio Ambiente, dice que el bosque nativo fue muy afectado por los incendios, pero que también inquieta el futuro de anfibios y reptiles.

“Vamos a iniciar un catastro un poco más profundo con especialistas, necesitamos conocer el grado de impacto sobre estas especies emblemáticas”, dice, debido a que están identificadas las especies, pero no la población afectada.

Para abordar el daño que provocaron los incendios, en enero, el ministerio creó un Comité Nacional de Restauración Ecológica en el que participan organismos públicos, ONG, científicos y el sector privado.

Olga Barbosa, presidenta de la Sociedad de Ecología de Chile, una de las integrantes de este comité, señala que el proceso de restauración debe tener un enfoque escosistémico. Esto significa no sólo reforestar, sino que restablecer las funciones ecológicas que existían antes.

¿Cómo ayudar en lo inmediato a pequeñas especies que fueron afectadas? “Cuando se tiene un hábitat que está súper degradado uno puede usar técnicas para generar hábitat de manera artificial. Por ejemplo, con las casas anideras para aves, que es un cajoncito con un orificio determinado y donde los pájaros pueden anidar. Esto se puede hacer en lugares que carecen de cavidades en los árboles”, explica.

Sitios prioritarios

El catastro de Medio Ambiente también incluye la lista de 44 sitios prioritarios para la conservación de la biodiversidad que fueron afectados, entre Valparaíso y Biobío. En su mayoría son predios privados que no cuentan con alguna categoría de protección.

En la Región de O’Higgins, por ejemplo, los siniestros arrasaron con el 93% del sitio Merquehue-Peñablanca, es decir, se perdió todo un ecosistema, dice Alejandra Figueroa.

Mauricio Moreno, director de la Fundación de la Palma Chilena y Bosque Nativo y presidente de Así Conserva Chile, quien también es parte del comité de restauración, señala que los privados carecen de recursos suficientes para destinar a restauración.

“Una herramienta rápida podría ser el lanzamiento de un remodelado y reorientado DFL 701 que realmente esté diseñado para fomentar a pequeños y medianos propietarios a plantar bosque nativo”, dice Moreno.

Agrega que en el caso de la palma chilena, que alcanza su madurez entre los 80 y 120 años, los siniestros golpean principalmente a los ejemplares nuevos. “Una palma ya es capaz de resistir los incendios en su gran mayoría desde los 15 años de edad (…) La afectación principal que tiene la especie es en la pérdida de las palmas nuevas que estaban creciendo, que sí se mueren con los incendios”, señala Moreno.

El costo de plantar una nueva palma es de unos $7.500 por planta considerando una densidad de 650 plantas por hectárea. Además, hay que cercarla para que no se la coman las vacas y asegurar riego y mantención hasta que se ‘afirmen bien’, explica Moreno.

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