La batalla mundial por la descarbonización de la economía

Mientras la mayoría de los países anunciaron sus compromisos en reducir los GEI, el gobierno de EEUU continúa con su planteamiento que desestima los efectos nocivos de la generación energética basada en petróleo, carbón y otro tipo de fuentes no renovables. Fuente: El Pulso. 27 de diciembre de 2017. 


“Trump tiene un discurso erróneo desde el principio al final”. Las palabras -que se refieren al presidente de EEUU- son de Christiana Figueres ex Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y quien lideró las negociaciones de la COP 21 en Francia (diciembre de 2015), que tuvo como resultado el Acuerdo de París.

Independiente de las metas de reducción de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que se han comprometido decenas de países, el verdadero espíritu de dicho tratado es lograr “descarbonizar” lo más posible la economía mundial. O sea, reemplazar la generación de energías “sucias”, como el petróleo o el carbón, por “limpias”, como la fotovoltaica o eólica.

Aunque eliminar o disminuir fuertemente el uso del petróleo no es algo tan sencillo, el escepticismo de Donald Trump con respecto al Acuerdo de París y aumentar la matriz de ERNC, lo ha transformado en el tiro al blanco de la posición más “renovable”. Los últimos meses han sucedido varios hitos de esta verdadera batalla que hacen prever una guerra mediática más fuerte para 2018.

Por ejemplo, hace dos semanas, los alcaldes de casi 40 ciudades estadounidenses acordaron trabajar para fomentar el Acuerdo de París y reducir sus emisiones de GEI, lo que se concretó en un documento denominado “Carta de Chicago”. Ciudades como Nueva York, Chicago, San Francisco y Washington planean reducir sus emisiones un 28%.

Incluso, desde que Trump anunciara que no se plegaria al Acuerdo de París, 380 alcaldes estadounidenses que representan a 68 millones de habitantes, votaron por adscribirse a este pacto mundial. “Realmente estoy triste de ver un liderazgo tan débil e irresponsable, en un país que tiene un impacto tan grande en el resto del mundo”, dice Figueres, con respecto a la posición oficial del gobierno de EEUU.

Sector privado

Un estudio publicado a mediados de diciembre por la ONG CDP (Carbon Disclosure Project) y el Climate Accountability Institute reveló la importancia de las empresas en la generación de los GEI, calculando que entre 1998 y 2015, 100 grandes compañías produjeron cerca de 1 trillón de toneladas.

Por eso son claves las metas que pone cada gobierno y cómo las trabaja con el sector privado. Por ejemplo, existe un programa que incentiva a compañías inversionistas a aplicar estrategias de inversión bajas en carbono, denominado como Coalición de Descarbonización de Portafolios (PDC, por sus siglas en inglés). “A través de los procesos relacionados con la gestión de inversiones, buscamos contribuir a la sostenibilidad del planeta y gestionar los riesgos asociados al cambio climático”, comenta Ignacio Calle, CEO de SURA Asset Management, entidad que acaba de sumarse a este grupo.

En Chile

Cada cinco años, nuestro país debe presentar a la ONU su contribución nacional (NDC) al respecto, que incluye una serie de propuestas para combatir el cambio climático. La próxima NDC se entrega el 2020, por lo que a partir del próximo año, seguramente este será un tema de conversación en los pasillos del Ministerio del Medio Ambiente y sus nuevos timoneles. “Es necesario que los gobiernos tomen conciencia de que este tema es crítico para el futuro de todos los países, porque por un lado abre una gran oportunidad de innovación y emprendimiento; y por otro es una necesidad urgente porque el costo de los impactos del cambio climático podría comprometer seriamente los presupuestos nacionales, pudiendo llegar a ser más costoso que el cambio de la matriz energética”, dice Ricardo Bosshard, director de WWF Chile.

En Reino Unido, por ejemplo, ya se han hecho cálculos de que se necesitarán cientos de miles de millones de libras de inversión para que el cambio climático no afecte la competitividad de su economía. “En tanto para Chile, es una gran oportunidad para destacar en el contexto internacional, considerando que, por ejemplo, si queremos ser una potencia alimentaria, esto solo será posible con una matriz cero carbono”, concluye Bosshard.

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