Cruz Grande: el proyecto portuario de CAP que se ha beneficiado de la demonización de Dominga

El impacto negativo a la biodiversidad en La Higuera sería mayor que el de Andes Iron. Fuente: Elmostrador.cl, 20 marzo de 2018


El puerto de la CAP se ubicaría en la misma zona que ha levantado las críticas ambientalistas respecto a Dominga. El primero está proyectado a 30 km de la Reserva Marina Isla Choros; y el segundo, a 35 km. ¿Por qué ha pasado casi inadvertido? Porque la apuesta de Andes Iron se vio asimismo enredada en conflictos de interés; salpicó al propio Sebastián Piñera, a su círculo y puso a la inversión en medio de un foco que no pudo esquivar. Mientras grupos ambientalistas se preparan para dar una pelea también contra Cruz Grande, la tesis que envuelve a ambos proyectos es la posibilidad de encontrar una salida conjunta.

No ha tenido la mala prensa del proyecto Dominga. Ha pasado los requerimientos ambientales sin necesidad de sortear cientos de carteles en su contra. Nunca ha sido ligado financieramente a Sebastián Piñera ni a su círculo; sin embargo, el Puerto Cruz Grande de la CAP –el mayor grupo productor siderúrgico de Chile– es mirado con el mismo recelo por las organizaciones ambientalistas del país: de concretarse, se ubicará al sur de la Caleta Cruz Grande, en la localidad de Chungungo, comuna de La Higuera, sector que ha levantado férrea oposición por parte de quienes no quieren ningún proyecto de impacto ambiental cerca de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt.

En la primera parte de su tramitación, el Estudio de Impacto Ambiental fue objeto de reclamaciones ante el Comité de Ministros y los Tribunales Ambientales, pero siguió su camino, alejado de las críticas que hicieron que el proyecto Dominga se transformara en el gran blanco de la zona. Mientras Dominga se encontraría a 35 kilómetros de la Reserva Marina Isla Choros, Cruz Grande –que contempla la construcción portuaria para recepción, embarque y acopio de graneles de minerales de hierro– lo haría a casi a la misma distancia: a 30 kilómetros de la misma zona.

¿Por qué Cruz Grande ha pasado casi inadvertido? En diversas organizaciones ambientalistas reconocen que el proyecto de la CAP se inició cuando la comunidad aún no estaba totalmente organizada y lo que incendió a la opinión pública con Dominga fue la serie de conflictos de interés que, como efecto dominó, se fueron revelando tras su aprobación. “Uno de los primeros quiebres fue la relación con el subsecretario de Minería Pablo Wagner”, señalan en las organizaciones, haciendo referencia al escándalo que estalló en medio del llamado caso Penta, cuando se cuestionó la eventual inclinación de Wagner hacia el proyecto donde el inversionista mayoritario es Carlos Alberto Délano, controlador de Penta y amigo personal de Sebastián Piñera.

“El segundo punto que favoreció que las miradas se posaran sobre Dominga fueron los intereses económicos que tuvo el Presidente Sebastián Piñera en el negocio”, reconocen quienes siguen de cerca la tramitación de ambas iniciativas. La vinculación de eventuales platas políticas en el proyecto de Andes Iron terminó por ser la gran piedra en el zapato de Dominga. Los puso en un foco que no pudieron esquivar, mientras Cruz Grande seguía con su tramitación y una proyección de inversión de US$ 250 millones.

La salida de Dominga

El avance de Cruz Grande ha continuado sin inconvenientes importantes y ahora solo le resta librar un recurso de casación en la Corte Suprema que, si se rechaza, le da luz verde al proyecto. ¿Por qué entonces no hacer un solo puerto con menor impacto ambiental y mayor lógica de negocios? Es la tesis.

Los proyectos de la CAP y de Andes Iron son como primos lejanos. Si bien el de CAP no es uno que incluya faenas mineras, es precisamente un puerto para ayudar a transportar miles de toneladas de hierro y por qué no aprovechar el potencial en varios cientos de kilómetros de otras operaciones que quieren mover el mineral por su puerto.

Los proyectos no solo comparten su amor por el hierro sino también, en medio del debate por el rechazo de Dominga, se han hecho comparaciones sobre por qué Cruz Grande ha sorteado exitosamente hasta ahora todas las evaluaciones ambientales y Dominga, por el contrario, ha rebotado en casi todas las instancias.

El mismo equipo que dirige Dominga se lo ha preguntado y recogido en su web, www.conocedominga.cl, nota de prensa que ha indagado en esta incógnita. “Andes Iron no fue la primera empresa en proponer un puerto de gran dimensión en la zona litoral de La Higuera. Un año antes lo hizo CAP Minería, para una obra que se ubicaría aún más cerca de la Reserva Nacional del Pingüino de Humbolt. Tras pasar por el Comité de Ministros, la construcción de Cruz Grande se mantiene sin avances de obras, hasta que se resuelva un recurso de reclamación en el Tribunal Ambiental de Santiago. Luego de ello, podría llegar a la Corte Suprema. Si los paralelos pueden ser sorprendentes, más lo es el contrapunto entre las decisiones políticas sobre uno y otro proyecto”, es lo que recopila Dominga de una nota realizada por el semanario Tiempo.

Pese a que el año pasado la incertidumbre contra Cruz Grande era más cierta, ha sorteado exitosamente todas las instancias y solo le resta conocer la decisión de la Suprema. El Recurso de Casación lo presentó la organización ambientalista Modema y ya se encuentra en acuerdo en el máximo tribunal.

“Cruz grande se juega el futuro en ese recurso, pero hay que ser honesto en que el proyecto no ha sufrido la presión política que Dominga, en diferentes etapas, ha experimentado. El debate en este caso se ha centrado más en razones políticas que ambientales, el tema es por qué nunca debatimos los aspectos de fondo de los proyectos. Quizás se perdió tiempo en eso”, dice un cercano al Gobierno que conoce el proyecto.

A la par, conocedores agregan que cabe reconocer que CAP no sufrió los embates políticos que sí experimentó Dominga, pero esto no solo se debería a los apellidos famosos que ha involucrado la posible mina, incluyendo a la familia Piñera, sino también al manejo de los personeros de la empresa.

“Hagamos una comparación. CAP ha sabido callar cuando ha tenido que estar en silencio, no hay que quitarle mérito a que está en el negocio hace como ochenta años, entonces sabe cómo manejarse con las comunidades que la conocen hace mucho rato. Por otro lado, no tuvo la carga política, porque en medio de una campaña presidencial sus controladores no le parecieron interesantes a nadie. Y Dominga, por una parte, ha sido comunicacionalmente muy activa, súper personalizada en Iván Garrido, que es un poco polvorita, y llena de nombres VIP: Délano, Piñera y de ahí para abajo”, comenta un abogado de la plaza cercano a temas ambientalistas y que ha observado el caso.

Un reportaje de El Mostrador, además, indagó ampliamente en las razones políticas y ambientales que podrían explicar que las autoridades se inclinen favorablemente ante uno u otro proyecto. En términos prácticos, citaba la nota, “a diferencia de Dominga, que plantea una circulación de entre 3 a 4 barcos mensuales de gran calado en las cercanías de la Reserva Pingüino de Humboldt, Cruz Grande proyecta atender anualmente 75 naves graneleras, vale decir, entre 6 y 7 buques mensuales, de hasta 300.000 DWT (siglas en inglés para tonelaje de peso muerto), con una capacidad promedio de 180.000 toneladas por buque”.

La misma nota arrojó una tesis que posee relación con el interés que tendrían los proyectos en el meganegocio que puede representar la construcción del Túnel de Agua Negra, un proyecto bioceánico que pretende mejorar la conectividad e integración entre Chile y Argentina y al que, de forma más o menos directa, apuntarían estos proyectos.

Ahora, ojo, advierte un experto en estudios ambientales: “La conexión de Dominga o de Cruz Grande con el Túnel de Agua Negra es un proyecto que tendría sentido, primero, si sortean todos sus baches ambientales. Pero ambas empresas deben tener en cuenta que, de querer realizar alguna interconexión, deben presentar nuevos estudios ambientales, porque ahora, así como están, ninguna de los dos los contempla”, señala.

A nivel de la opinión pública es efectivo que el mayor eco lo ha hecho Dominga. Mediciones indican que, por ejemplo, las menciones en Twitter de Dominga sobrepasan las 1.500, mientras que las de Cruz Grande no suman más de una treintena. Asimismo, el rol activo de entidades como Oceana ha sido mayor con Dominga, en cuanto a conferencias de prensa, comunicados y videos en redes sociales. Guido Girardi, senador que se ha mostrado a brazo partido en contra de Dominga, tampoco ha ocupado su agenda de forma relevante para debatir sobre Cruz Grande. “Hay que preguntarse si alguien es capaz de corroborar que un proyecto es más o menos contaminante que el otro o si esto es solo algo de guata. Sería bien sano exigir ese ejercicio”, apunta un conocedor.

Sin embargo, Girardi señala que está en contra de ambos proyectos. “No se puede hacer ninguno de los dos puertos, es un contrasentido que en una zona protegida de biodiversidad única se establezcan este tipo de proyectos, es una falta de visión país hacer puertos ahí, no importa si son de Dominga o CAP, por eso que esa zona debe ser de protección costera para que ningún puerto se pueda hacer”, señala el parlamentario, quien también explica que uno de los puntos negros del proyecto de Andes Iron es que “fue aprobado ilegalmente, porque no hizo la evaluación de la parte de su proyecto que tenía mayor impacto, es decir, el puerto”.

El senador también acusa que, cuando se intentó proteger ampliamente la zona para evitar llevar adelante estas megaconstrucciones, el “lobby de los ministros de Hacienda y Economía de Bachelet” impidió que la protección llegara –además de las islas– a la zona costera.

Tanto para el senador como para otros grupos ambientalistas, lo que se busca en el fondo con cualquiera de las dos apuestas es finalmente apuntar al Túnel de Agua Negra como negocio. “Ni Dominga ni otro proyecto necesita puerto porque ya se tiene Huasco o Coquimbo y ambos con líneas férreas que pueden ser habilitadas”, comentan.

¿Somos o no somos amigos?

Al interior de CAP ha reinado la calma. Es una estrategia que ha tenido la compañía y que hasta ahora le ha reportado buenos frutos. Conocedores comentan que la empresa está muy tranquila, pues sabe que cada uno de sus permisos han sido aprobados con todos los antecedentes a la vista y que, si la ofensiva no ha sido en contra de Cruz Grande, es porque hay antecedentes para justificarlo.

Como se mencionó, solo le resta conocer la resolución de la Corte Suprema que se encuentra en acuerdo desde el 14 de septiembre del año pasado para fallo en la Tercera Sala. Se trata de un recurso de casación en el fondo presentado por Johannes van Dijk y el Movimiento en Defensa del Medio Ambiente de la Comuna de La Higuera (Modema), en contra de la sentencia del Segundo Tribunal Ambiental de Santiago, del 31 de mayo del año 2017, que le dio luz verde a la calificación ambiental favorable para Cruz Grande.

La decisión es esperada, aunque los abogados de la plaza comentan que “en ningún caso” ha concitado el interés de Dominga, aunque debería casi generarse un efecto dominó entre ambos proyectos.

En los argumentos presentados ante el máximo tribunal, Modema acusa que CAP no definió bien la zona de alcance del proyecto, ni tampoco desarrolló una línea base que explicara el impacto que generarían los más de 70 barcos que contempla su puerto. La empresa se ha excusado señalando que, si bien en primera instancia el proyecto no lo consideró, en las correcciones enviadas dentro del proceso de evaluación ambiental estas fueron subsanadas. La solicitud añade que en el proceso se pasó por alto la participación de organismos clave que no dieron su opinión acerca de Cruz Grande, entre ellos, el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura.

“La Sala no va a tener en cuenta los pormenores políticos, es un fallo que está hace mucho rato listo. Pero sí creo que Dominga podrá tomarlo como un precedente en materia de jurisprudencia y puede ser muy contundente para ellos”, opina un litigante.

En la eventualidad de que el recurso sea acogido, Cruz Grande debería iniciar un nuevo proceso de evaluación ambiental. Pero eso, por ahora, no está en los planes. La CAP ha continuado con su propuesta más bien optimista e incluso ha comenzado a trabajar más activamente en viralizar su proyecto de manera más ampliada, mostrando incluso maquetas del mismo fuera de Chile.

Así quedó de manifiesto a fines de febrero, cuando se conversó, entre autoridades nacionales, argentinas y privados portuarios, sobre la capacidad de los puertos chilenos. “Hoy CAP exporta 16 millones de toneladas por el Pacífico al año hacia los mercados asiáticos. En este sentido, CAP Minería tiene experiencia. Por eso hemos venido a mostrar nuestra oferta portuaria, lo que, junto con el túnel, va a abrir posibilidades de desarrollo a la Región de Coquimbo y a la provincia de San Juan”, dijo Argaluza al diario El Día. En la misma cita estaba presente Claudio Ormeño, gerente general de la Empresa Portuaria Coquimbo (EPCO). En la ocasión, Ormeñó trajo a colación la idea que ya se ha revelado en relación con que el Túnel de Agua Negra sí está en Horizonte. La idea, según Ormeño y cita la nota (recopilada por www.mundomartimo.cl), es integrar los proyectos y ver cómo conectar el borde costero con la Ruta 5 y, ella, al túnel, idea que además apoyan autoridades argentinas.

“Nuestro gran objetivo sigue siendo construir el túnel y para ello hay que prepararse, tenemos ocho años por delante y no podemos dejarnos estar”, indicó Julio Ortiz Andino, ministro de Infraestructura de San Juan, lo que apoyó el intendente Claudio Ibáñez, explicando que hacia 2018 el sector tendría, con todos los proyectos en carpeta, más de 11 millones de toneladas de carga. “Un volumen significativo que ayuda a enfrentar de la mejor forma los primeros años del desarrollo del Túnel de Agua Negra. Es un tema garantizado”, afirmó en la misma publicación.

El proyecto del Túnel de Agua Negra cuenta con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo, se encuentra en licitación e involucra más de US$$1.500 millones. Recién está en etapa de diseño.

Para las empresas del sector, en este escenario de integración, tiene todo sentido que Dominga, casi literalmente, se subiera al barco. Fuentes allegadas a CAP explican que la firma no tiene conflicto con integrar ningún proyecto, pues tanto en materia de negocios como ambientalmente parece tener más sentido concentrar la carga en un solo puerto.

Los coqueteos de parte de la CAP incluso han sido frontales. En una entrevista publicada la semana pasada, el gerente general de la acerera, Erick Weber, consultado por una posible alianza, señaló que “como Grupo CAP, creemos que la asociatividad es un modelo interesante para enfrentar proyectos futuros en la gran minería. Esto implicará apertura y visión, ya que se trata de que dos o más empresas sumen capacidades, pero también compartan desafíos y problemáticas en pro de un mejor resultado y en mayor armonía con el entorno”. En la misma entrevista, Weber también hizo hincapié en que “el proyecto Puerto Cruz Grande, que cuenta con su Resolución de Calificación Ambiental (RCA) aprobada, representa un activo estratégico no solo para la compañía sino que también para Chile”.

Pero las conversaciones entre CAP y Dominga nunca han avanzado, pese a que hoy la acerera parece llana a abrir esos caminos, teniendo, de paso, mayor avance en materia de permisos. Cafés y conversaciones informales entre ambas compañías han sido parte de la agenda, pero nunca nada a firme. ¿Por qué una posible integración no ha avanzado? Pues, aseguran entendidos, porque es un escenario demasiado probable pero nada concreto. Dominga es hoy un proyecto integral que suma el rajo abierto y el puerto, sin puerto su carácter se modificaría totalmente, incluso debería ingresar un nuevo Estudio de Impacto Ambiental (EIA), algo que Andes Iron ha explicado en reiteradas ocasiones que ocasionaría perjuicios en tiempo y recursos prácticamente insalvables.

“También creo que acá hay un gallito. Como que ‘mi puerto es mejor que el tuyo’, entonces, en el futuro, en alguna remota eventualidad de se haga un solo puerto, va a haber una disputa por qué proyecto, si Cruz Grande o Dominga, ganó la pasada”, sostiene un ejecutivo de puertos. Lo cierto es que CAP se ha mostrado llana a un entendimiento, pese a que la urgencia de Dominga la ha obligado a estar atendiendo otros llamados.

Con todo, la discusión más relevante, entre la tensión política reinante, respecto a quién saca más dividendos de esta pelea, no ha tenido cabida: ¿tiene sentido ambiental tener dos puertos a poco más de 10 kilómetros en una zona de tanta relevancia para el medio ambiente? La respuesta no está pronta a despejarse.

Natalia Saavedra y Alejandra Carmona

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