Chile no es sólo una larga y angosta faja de tierra: existe el mar

Expertos destacan que hace falta cambiar la concepción que se tiene del país, educar y así construir una cultura oceánica. Fuente: El Sur Concepción. 8 junio de 2018.


La oración «Chile es una larga angosta faja de tierra» se internaliza en la infancia; si no se oyó antes, el momento será en los años iníciales de la educación básica, al abordar las primeras pinceladas sobre la historia y geografía nacional.

Sin embargo, podría ser considerada una herencia cultural errónea como manifestación del desconocimiento que se tiene por una parte más que importante del país y que se deja de lado con la afirmación: eI océano que baña la extensa costa. «Chile es más mar que tierra, tiene islas, presencia en la Antártica y una gran extensión de mar territorial. Cuando se entiende eso, tomas consciencia que el país es muchísimo más que esa faja de tierra», afirma el doctor Paul Gómez, coordinador de Divulgación Científica del Centro de Investigación Oceanográfica Copas Sur-Austral.

Poner esto en números resulta sorprendente. Si se mide Chile como una línea recta desde su punto más al norte en la Región de Arica y Parinacota hasta el más austral en la Región de Magallanes y la Antártica Chilena, el país se extiende por 4 mil 200 kilómetros. «Pero, si caminas cada bahía, cada fiordo, cada canal, cada isla, cada ensenada, recorres casi 85 mil kilómetros. Eso muestra que es súper importante el mar», sostiene el experto, porque no sólo es un sustancial cambio en la extensión, sino que la magnitud en relación a la Tierra es que «en la línea del Ecuador el diámetro mide 45 mil kilómetros. Entonces, la extensión de Chile es casi dos veces el diámetro de la Tierra», manifiesta.

Por lo anterior, el investigador cree que en Chile, que debería ser un país marítimo y de gran cultura oceánica, históricamente no se ha dado al mar la importancia que merece. Una deuda que no es
tan fácil pagar, pero en la que se ha ido avanzando a paso lento, pero seguro, de la mano de las ciencias del mar y la divulgación científica. Eso es también es algo que ha ocurrido a nivel global, razón por la cual se conmemora el «Día Mundial de los Océanos» cada 8 de junio, para reconocer su papel en la salud del planeta y vida de las personas.

DETERIORO

Los múltiples usos que se le da al mar, desde recreativo a comercial, fuente de alimento y de ingresos, y que muchos conocen y disfrutan, es uno de los aspectos que releva su valor para el país y la actividad humana en general. El doctor Silvio Pantoja, director de Copas Sur-Austral y docente del Departamento de Oceanografía de la Universidad de Concepción, plantea que todo este provecho por muchos años se obtuvo desde un vínculo más bien irresponsable que ha determinado que haya un importante deterioro del océano, en cuanto a la sobre explotación de recursos y la contaminación de playas y aguas por los desechos. «Se ha visto afectado por los microplásticos o contaminantes emergentes como antibióticos de uso humano y animal o estrógenos de píldoras anticonceptivos que llegan al océano en grandes cantidades», explica. Esto puede tener efectos nocivos en la calidad de las aguas y salud de la flora y fauna, afectando la biodiversidad.

El impacto en el océano costero es una de sus grandes preocupaciones y advierte que estudios de Copas Sur-Austral han encontrado «contaminantes emergentes en varias zonas de la costa de Chile, incluyendo la Patagonia, que uno pensaba que era un ambiente prístino, donde no pasaba nada. Incluso se están encontrando microplásticos en el estómago de organismos; falta muy poco para que los contaminantes lleguen a nuestra mesa».

MÁS QUE USOS

No se puede desconocer que se han dado pasos, pues han habido cambios en pos de una cultura de sustentabilidad como separarlos desechos domésticos, optar por artículos reutílizables o regular el uso plásticos como bolsas.

Pero, muchos de los intereses se relacionan con que el mar es una rica fuente de recursos de alimentos y de ingresos, o bien a partir de la consciencia sobre los riesgos que conlleva el mar, como un tsunami o eventos como marejadas, que pueden afectar a las comunidades costeras, donde la mayoría se sustenta de la pesca. Por ello han sido las que han mírado de frente al mar y dando la espalda como gran parte del país, plantea la bióloga marina Bárbara Léniz, subdirectora de Extensión del Instituto Milenio de Oceanografía.

No juzga lo anterior, pues es lógico que haya mayor interés en quienes conviven a diario y viven de lo que obtienen en el mar, que en los que no lo ven y no dependen de éste, pero afirma que el mar es mucho más que un ambiente de provecho al explotar recursos o refrescar un día de calor en la playa, y que de distintas formas a todos afecta y, por ende, debería importar, destaca.

«El océano cubre 70% del planeta y regula el clima. Cualquier cambio, como el calentamiento global, afecta los patrones de corrientes, de circulación, y todo influye en el clima», comenta. Añade que «la mayor biodiversidad que existe en el planeta está en el océano y 50% del oxígeno que respiramos viene de éste. Es decir, el pulmón del planeta no es sólo el Amazonas».

Por último, pero fundamental, asevera que sin el mar no existiríamos, pues ahí se originó la vida. «Eso es suficiente para que cada persona reconozca y valore lo fundamental del océano, para que lo cuide y proteja», finaliza.

Los comentarios están cerrados.