Glaciares: ¿cómo se están protegiendo en Chile y el mundo?

Expertos aseguran que el mejor camino es "sumarnos a iniciativas internacionales que permitan limitar el aumento del CO2", y al mismo tiempo tomar medidas concretas que permitan adaptarnos para mitigar las consecuencias del aumento de temperatura, en especial respecto del uso y manejo del agua". Fuente: El Dínamo, 21 de julio de 2020.


El cambio climático es considerado el problema ambiental más grave que enfrenta la humanidad. De hecho, según el premio Nobel de Química, Mario Molina (1995), existe la probabilidad, de un 20 a un 25%, de que la temperatura del mundo se incremente hasta en cinco grados, lo que sería catastrófico en varios sentidos.

Y es que esto último, por ejemplo, incidiría en el aumento de la velocidad de derretimiento de los glaciares, que constituyen la principal reserva de agua dulce del planeta. Pero, ¿qué se está haciendo a nivel mundial para proteger a los glaciares frente al cambio climático? Para conocer aquello, E Dínamo conversó con los glaciólogos Dr. Pablo Wainstein y Dr. Andrés Rivera.

Experiencias internacionales

En general, los glaciares no son objeto de legislaciones específicas, tanto así, que hoy solo existe una ley de glaciares y es la de Argentina. Esto, ya que lo que predomina es su inclusión en leyes asociadas al medio ambiente, cambio climático o a áreas silvestres y/o protegidas.

“La mayor parte de las iniciativas que se llevan a cabo en la actualidad para proteger glaciares se relacionan con las políticas para enfrentar las causas y consecuencias del cambio climático, por ejemplo, la Ley Marco sobre cambio climático del Perú, de abril de 2018, que identifica e implementa acciones para la protección, manejo, conservación y restauración de ecosistemas. Mientras que otras iniciativas se relacionan con legislaciones para una mejor y mayor protección del medio ambiente en general”, explicó a El Dínamo el académico de la Universidad de Chile, Andrés Rivera.

Y es que, para el hidrólogo y especialista en glaciares, Pablo Wainstein, esto se entiende porque lo que se debe priorizar es un enfoque holístico, pues “tratar de cubrir todos los frentes con una norma específica no es posible. Queda corta. Las normas específicas cuando son muy rígidas no son capaces de capturar la variabilidad inherente de un ambiente tan dinámico, como son los glaciares frente al cambio climático”.

Considerando aquello, según Wainstein, un buen ejemplo a nivel internacional sería Canadá, donde pese a que no existe una normativa particular sobre los glaciares, sí se le da mucha importancia al análisis de estos y a entender su comportamiento natural, en el marco de las evaluaciones de impacto ambiental y social referentes a proyectos que se vayan a emplazar en sus cercanías.

Asimismo, en el país de América del Norte, es muy relevante, desde una etapa muy temprana, la coordinación y colaboración entre entes reguladores, representantes de los proyectos y las partes interesadas.

“El mandante del proyecto presenta su idea para una precalificación y, luego, el regulador consulta a las diferentes partes interesadas, llegando a un acuerdo sobre qué estudios va a necesitar ese proyecto. Y esta colaboración es constante. El regulador tiene el interés de que el país se desarrolle, pero que se cumpla la normativa ambiental, y el mandante también tiene interés en desarrollar el proyecto bajo todos los cánones ambientales, porque incluso su junta de directores e inversionistas así se lo exigen”, explicó Wainstein.

Finalmente, en Canadá, frente a la ausencia de normas específicas, “se pide que busques y apliques normas equivalentes de otros países, pero también llevarlas a la realidad local, para así poder hacer el puente entre el uso de esta normativa internacional y la realidad local. Y esto se hace en la mayoría de los países, ya que no tienen todas las normas para poder cubrir el 100% de los casos”, agregó el hidrólogo Pablo Wainstein, quien reside parte importante del año en dicho país.

Realidad local

En Chile, durante los últimos 15 años, han surgido diversos proyectos de ley sobre glaciares, los que no han generado el consenso suficiente para lograr ser promulgados, tal como sucede hoy con el proyecto presentado por el senador Guido Girardi (PPD).

Y, es más, según Andrés Rivera, “ni siquiera ha habido consenso en que una ley de glaciares sea necesaria, debido a que estos cuerpos de hielo ya están siendo regulados y protegidos en algunas normativas existentes, como -por ejemplo- en el reglamento del Sistema de evaluación de impacto ambiental de la Ley Nº 19.300, sobre Bases Generales del Medio Ambiente”.

En esa línea, para Pablo Wainstein, “en Chile creo que lo que se hace bien es que se estipula que, en ausencia de normas específicas, uno tiene que ir a buscar normas internacionales. Y buscar la mejor, la que mejor se afiate, y después traer eso a la realidad local”.

“Hay proyectos en Chile que ya están incorporando todos los aspectos ambientales y sociales, y en algunos casos, incluso dentro de un diseño muy inicial del proyecto. Esto creo que es un cambio de paradigma, pues históricamente el proyecto se diseñaba ingenierilmente y después iba a evaluación. Y luego se aplicaban un montón de medidas de mitigación sobre el diseño, que no necesariamente había incorporado los aspectos ambientales desde el inicio”, valoró Wainstein.

Por otro lado, y más allá del tema normativo, hay algunas iniciativas de geoingeniería que se están implementando en el país y que apuntan a reducir el derretimiento de la nieve y hielo, por ejemplo, cubriendo los glaciares con geotextiles.

“Este tipo de propuestas han sido aplicadas en superficies pequeñas, donde efectivamente han demostrado que al cubrir la nieve con un material blanco (con alto albedo), la nieve cubierta no se derrite a la misma tasa que la nieve no cubierta por dicho geotextil. Esto se ha aplicado en canchas de esquí y en pequeños glaciares de los Alpes y más recientemente en algunos glaciares pequeños en Chile”, detalló Rivera.

Sin embargo, para el académico de la Universidad de Chile este tipo de propuestas son interesantes, pero “no van a resolver el problema. El costo y dificultad logística de cubrir un glaciar pequeño, digamos de pocas hectáreas, es muy alto”.

Además, los problemas que podrían surgir al poner en marcha una iniciativa de esta índole resultan numerosos. “Lo peor que puede pasar es que se forme una especie de torta de nieve con geotextil que no disminuya el derretimiento en forma sustancial y que incorpore más basura a un glaciar”, agregó Rivera.

Ante ello, y considerando que la principal amenaza para los glaciares se da frente al cambio climático, la mejor opción sería “sumarnos a iniciativas internacionales que permitan limitar el aumento del CO2, y a nivel nacional debemos tomar medidas concretas que permitan adaptarnos para mitigar las consecuencias del aumento de temperatura, en especial respecto del uso y manejo del agua. Cada actor debe hacer un gran esfuerzo en este sentido”, sentenció Rivera.

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