Agenda Energética: una tercera línea de acción para la leña

Columna de opinión de Andrés Venegas Ingeniero Forestal asociado a Terram, en el marco del Día del Medio Ambiente que se conmemora hoy 05 de junio 2014.


La agenda energética elaborada por el ejecutivo en la actual administración, propone dos líneas de acción para mejorar el uso de la leña, primeramente la creación de una “Mesa de Calefacción y Leña” a nivel nacional y regional, desde la región del Libertador Bernardo O´Higgins hasta Aysén, con el objetivo de desarrollar una política nacional y regional sobre calefacción y uso de la leña. En segundo lugar, contempla un estudio para determinar el consumo de leña y sus derivados.

Si bien, podría percibirse como mezquina una propuesta con solamente dos líneas de acción y ninguna meta, también la señal podría interpretarse como positiva ya que, por primera vez, la leña pasa a ser parte de los desafíos que asume el Ministerio de Energía, en el marco del “Desarrollo de los recursos energéticos propios” y, por lo tanto, se esperaría que ese sea justamente el objetivo de la agenda “promover el desarrollo del principal combustible renovable que dispone el país”.

No es discutible, ni tampoco es la intención de esta columna, olvidar que la leña es fuente de contaminación, además de degradación de los bosques naturales, lo que es necesario cambiar, sin dudarlo. Pero es diferente, enfrentar este problema prohibiendo o restringiendo su uso que promoviendo su desarrollo. En este sentido nos parece importante brindar la posibilidad, de mejorar las condiciones del sector y apoyarlo, en conjunto y de manera inclusiva, avanzar en la búsqueda de alternativas más viables y limpias para el uso de esta biomasa. Es decir, como transitamos del uso de la leña contaminante e informal, a la utilización de biomasa con bajas externalidades negativas.

Enfrentar la problemática de la leña solo desde la contaminación, con políticas públicas, lideradas desde el Ministerio de Medio Ambiente (inicialmente como CONAMA), ha demostrado ser una estrategia equivocada, donde no sólo, no se ha solucionado el tema de la contaminación sino que, además, se cerró toda posibilidad de desarrollo del sector, centralizando en medio ambiente cualquier acción e iniciativa, condicionándola a sus metas sectoriales, con los resultados ya conocidos por todos, quedando la sensación, que seguimos exactamente tal como antes, ya que los impactos, informalidad y el consumo de la leña, continúan igual.

La biomasa es una fuente de energía renovable, y la leña es sólo un producto (un formato) que ha sido utilizado históricamente, con fuerte arraigo cultural, y de la que se ven beneficiadas miles de personas en toda su cadena de producción y consumo, desde propietarios de bosques, hasta las familias que calefaccionan sus hogares e incluso cocinan sus alimentos. El problema es que son las actuales prácticas, malos hábitos que hoy generan los impactos negativos que todos conocemos. Pero las prácticas pueden ser cambiadas, mejoradas, incluso la leña puede ser transformada a productos más limpios y eficientes, existen los instrumentos, tecnologías y recursos para ello, ahí está el desafío y la oportunidad de aprovechar los beneficios asociados al uso responsable de la biomasa que producen nuestros bosques.

Dudo que alguien pudiera decir, a excepción de los sectores que siguen promoviendo los fósiles (gas, parafina, carbón, o las grandes tiendas comerciales) que no merecemos la oportunidad de intentarlo, de ver si somos capaces de transformar el uso de la leña y sus potenciales derivados en una oportunidad para las regiones del sur de Chile. Creo que no se han generados las condiciones para que ello ocurra, y continuar en el camino de la prohibición sería un gran error.

Hoy 05 de junio es el día mundial del Medio Ambiente, y al pensar en los postulados que la promueven, creo que en el caso de la leña, la invitación es a reflexionar en como nosotros podemos transformarnos en agentes activos, consumidores y usuarios responsables de nuestros recursos naturales, como podemos ser generadores de cambios, en nuestra actitud y hábitos, pensando no sólo en nuestra salud, nuestros bosques, sino también en el mensaje que le damos a los nuestros niños. A diferencia de otros combustibles, como sociedad sí podemos incidir en el uso responsable de la leña.

El llamado es, entonces, a tomarle la palabra al Ministerio de Energía, para que, al menos en esas dos líneas de acción, cumpla, y que se formen las mesas nacional y regional para la elaboración de una política de desarrollo a largo plazo (no para los 4 años de gobiernos), y he de esperar que todos se involucren y participen activamente, como ha sucedido durante años, proceso del la cual, han salido importantes iniciativas ciudadanas como el Sistema Nacional de Certificación de Leña e incluso una propuesta de “Política Dendroenergética” elaborada con la participación de más de 100 partes interesadas de todo el país.

Hoy en el marco de la conmemoración a nuestro Medio Ambiente la invitación para el Ministerio de Energía es para que incorpore, una tercera y fundamental línea de acción, en su agenda legislativa, dirigida a promover el proyecto de ley que “regule el comercio de la leña y la declare como combustible”, es el mínimo de compromiso que se esperaría materialice para iniciar un proceso de diálogo franco con la ciudadanía.


Publicado en: Opinión

Etiquetas: Política Energética

4 Comentarios

  1. Gonzalo Mardones dice:

    Durante varios años, entre el 2007 y 2011 tuve la oportunidad de presidir el Consejo Local de la Leña en Osorno, instancia del Sistema Nacional de Certificación de la Leña (SNCL)y puedo dar fe del escaso apoyo que las autoridades públicas le otorgaron a esta iniciativa ciudadana. Allí existe una experiencia que debe ser recogida para la agenda energética del país, pero con seriedad y no sólo creando «mesas» de discusión que son útiles para debatir ideas, pero debe ir acompañada por un liderazgo efectivo del Ministerio del Medio Ambiente para invertir en soluciones que están disponibles, pero que nunca han recibido la atención apropiada. La leña es más que un combustible, es una cultura, es economía campesina, es trabajo para mucha gente, es biodiversidad. Muy de acuerdo con Andrés Venegas, hay que darle la oportunidad que esta energía local y renovable se merece.

  2. Andrés Forno dice:

    Andrés, la parte que mas me gustó de tu artículo es «incluso la leña puede ser transformada a productos más limpios y eficientes, existen los instrumentos, tecnologías y recursos para ello, ahí está el desafío y la oportunidad de aprovechar los beneficios asociados al uso responsable de la biomasa que producen nuestros bosques.», pero me hubiese gustado que tu apoyo explícito a ese producto limpio y eficiente, que no puede ser otro que el carbón vegetal, ya que este es el energético refinado y libre de contaminantes que se puede a partir de la leña.

    • Andres dice:

      …agradezco tu comentario Andrés, yo me refería al pellet, astillas…hay tecnologías muy eficientes para su uso en la generación de calor e incluso electricidad.

      • Andrés Forno dice:

        Tocayo, entiendo que las estufas a pellets emiten menos contaminantes porque pueden quemar parte de estos al mantener estable una alta temperatura de combustión, debido a que el combustible es alimentado en forma contínua, pero el mayor valor de la estufa y también del combustible aumenta el costo de calefacción domiciliaria.
        La utilización de carbón para calefacción domiciliaria también presenta varias ventajas que habría que ponerle números para tener una opinión mas informada.
        El carbón vegetal es leña refinada y su combustión produce mucho menos contaminación que la leña o los pellets. Las refinerías son las fábricas modernas de carbón vegetal que a su vez, emiten poca contaminación porque queman el material particulado y los volátiles de la madera que salen de los hornos de pirólisis. Además de carbón vegetal para uso domiciliario, estas fábricas entregan electricidad limpia por ser generada con combustible renovable y también Biochar. El biocharcoal, también conocido como agricharcoal es carbón vegetal molido que al ser incorporado a suelos agrícolas provee un habitat eterno a microorganismos que mejoran la productividad del suelo sin uso de fertilizantes y además, permite secuestrar CO2 atmosférico y compensar parcialmente los daños climáticos por emisiones de CO2 provenientes de la quema de combustibles fósiles.