Los desafíos que conlleva el combate de los incendios de “sexta generación”

La magnitud de los siniestros que afectaron a la zona centro sur de Chile en la temporada pasada llevaron a redefinir la escala que mide este tipo de fenómenos. Fuente: Lignum. 3 de enero de 2018.

By Comunicaciones

Los desafíos que conlleva el combate de los incendios de “sexta generación”

Hasta enero de 2017, la escala global de medición de incendios forestales -como se denomina a aquellos que se propagan sin control por bosques, plantaciones, matorrales, pastizales, entre otros- llegaba hasta la llamada “quinta generación”, el tipo más destructivo que llegaba a liberar entre 30 mil a 40 mil kilovatios de energía por metro consumido, versus los 4 mil a 6 mil kilovatios que desprenden aquellos que se encuentran en la primera categoría.

Sin embargo, la “tormenta de fuego”, como se denominó a los siniestros que afectaron a la zona centro sur de Chile durante el verano pasado fue de tal magnitud, que los expertos del Sistema de Protección Civil de la Unión Europea establecieron una nueva categoría: la sexta generación.

“Se llegaron a registrar de 80 mil a 90 mil kilovatios por metro, o sea, en cuanto a intensidad fue algo absolutamente desconocido e impensado”, explicó el jefe del Departamento de Incendios Forestales en la región del Maule de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), Dante Bravo, según consigna el reportaje publicado por la Universidad de Talca.

Otra particularidad es que “a Santa Olga el fuego llegó por aire, ni siquiera como un incendio por continuidad, que avanzan de forma pareja y a los cuales se puede responder poniendo maquinaria, equipos de brigadistas, y haciendo cortafuegos. Aquí empezaron a caer flamas encendidas de 50 metros de largo que pasaban por el aire y caían dentro del poblado. La verdad es que superó cualquier cosa conocida porque no existían en el mundo eventos de estas características”, explicó.

Bravo comentó que siniestros de esta naturaleza se han repetido en otros destinos, resaltando que “en junio, por ejemplo, ocurrió en Portugal exactamente lo mismo, y a comienzos de octubre en California se quemaron 6.500 casas, perdiéndose más de 50 vidas, por esta nueva condición de los incendios de sexta generación, que son bastante agresivos y destructivos”.

Otra característica de los incendios de “sexta generación” es que, más allá del impacto directo que representan para la población afectada, genera alteraciones incluso a nivel atmosférico.

“Hubo varios megaincendios que se generaron en forma simultánea, que de alguna manera interactuaron en la estratósfera y empezaron mover las masas de aire”, dijo, tras lo cual recordó que incluso hubo vientos que alcanzaron una velocidad de 120 kilómetros por hora.

Las consecuencias de esta situación se hicieron sentir a cientos de kilómetros. “A medianoche del día 22 –cuando la situación fue más intensa-, en el Archipiélago de Juan Fernández se llegó a los 30 grados de temperatura. Eso nunca se había visto y fue influenciado por la condición climática que generaron los incendios, que interactuaron, unieron todos sus esfuerzos y alteraron la atmósfera a escala continental. Fue algo nunca visto”, remarcó.

Causas
Pero más allá de los cambios registrados en la estructura y efectos generados por los incendios, en nuestro país hay un evento que permanece inalterable: la causa que los origina.

“No existen los incendios espontáneos en Chile”, afirmó el académico de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Talca, John Gajardo.

“En nuestro país los incendios son provocados por el hombre, ya sea por descuido o de manera intencional. El único fuego natural podría ser causado por rayos a partir de una tormenta eléctrica seca, o quizás debido a la actividad volcánica”, comentó el especialista.

El profesional de Conaf refrendó las palabras del investigador, indicando que “el factor humano está presente en el 99,8% de los casos y eso obedece a situaciones en las que existe negligencia o intencionalidad, que puede ser dolosa o no”.

“Las causas naturales son bajísimas, solo un 0,2%, que son atribuibles a caídas de rayos asociados a tormentas eléctricas secas en el verano -algo que ha ocurrido en no más de 3 casos en los últimos 10 años en la pre cordillera de Parral- o, eventualmente, por alguna erupción volcánica”, precisó el jefe del Departamento de Incendios Forestales del Maule.

Combustible
En cuanto a los factores que están incidiendo en la mayor potencia de los incendios, se encuentra la mayor disponibilidad de “combustible” que, según explicó el profesor John Gajardo, es “toda especie vegetal que presente un bajo contenido de humedad”.

“En el caso de los pastos y malezas (combustibles finos), por poseer una mayor relación área/volumen, tendrán una mayor superficie a través de la cual podrán perder humedad y absorber el calor desde los combustibles adyacentes, esto hace que alcancen la ignición más fácilmente y ardan más rápido. Por otra parte, al incendiarse más rápidamente, aumenta la velocidad de propagación. Uno de los principales problemas con los combustibles finos es que presentan continuidad horizontal, y muchas veces cercanía a los inmuebles”, precisó.

En medio del debate sobre las causas que incidieron en la voracidad de los incendios del verano, surgió un debate respecto la responsabilidad tendría la proliferación de monocultivos de pino y eucaliptus en desmedro de bosque nativo, tema que fue analizado por el profesor de la Facultad de Ciencias Forestales.

“Gracias a su estructura química los pinos y eucaliptos son capaces de producir fenoles, resinas y aceites esenciales, los cuales pueden resultar inflamables. Sin embargo, para ser justos, algunas especies de árboles nativos también poseen estas propiedades”, planteó el académico.

“La diferencia con el nativo radica entonces, en que por el lado de las plantaciones se tienen miles de hectáreas para producir madera con especies que generan estos compuestos y eso es un factor que puede favorecer el avance del fuego. Respecto a la capacidad del bosque nativo para ralentizar el fuego, es muy probable que los bosques que quedan hoy en día en zonas afectadas por los incendios se encuentren acantonados en sectores más húmedos como quebradas, y entonces al poseer un mayor contenido de humedad, el fuego avanzaría más lento”, puntualizó.

Temporadas
El profesional de Conaf advirtió sobre el impacto que el cambio climático ha tenido sobre los ecosistemas, resaltando que “debido a este fenómeno las temporadas han ido creciendo. Antes se decía ‘abril lluvias mil’ lo que permitía que a esa fecha toda la vegetación estuviera ya bastante húmeda. Hoy llega mayo y aun no llueve, por lo tanto, la vegetación está seca, incluso con estrés hídrico, y eso la hace bastante más inflamable”.

Agregó que junto a la sequía que afecta a la región, las denominadas “olas de calor” también aumentan la capacidad inflamable de las especies vegetales, indicando que “en enero de 2017, que fue cuando se registraron los mega incendios, tuvimos 28 días sobre los 32 grados de temperatura, entonces el combustible estaba extremadamente seco, enfermo incluso”.

“Por el calentamiento del día ya no tenían humedad que evaporar, por lo tanto, expelían gases de compuestos químicos que son propios de la vegetación que al menor contacto con una fuente de calor, se inflamaban. Eso generó que se destruyera todo a su paso”, repasó.

Temperatura
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Talca–que analizaron los registros de la variación climática de las últimas 4 décadas- detectó que en los últimos 14 años la temperatura en Talca registró un aumento de 0,6 grados, por sobre el promedio mundial.

“La temperatura promedio máxima anual fue de 21,6°C; y desde 2003 a 2016 subió a 22,2°C, con un incremento de 0,6°C. Asimismo, los ‘días de calor’ -cuando la temperatura máxima es igual o superior a 25°C- aumentaron a 151, con un alza de 16 días”, dijo el encargado del programa de Adaptación de la Agricultura al Cambio Climático de la Utalca, Patricio González.

En ese contexto, Dante Bravo explicó que en “2007 cuando empezó a manifestarse fuerte la sequía, teníamos un promedio de 300 incendios por temporada. A inicios de esta década llegamos a unos 500, y ya en 2014 la cifra alcanzó a los 680, número que se replicó en el año siguiente, mientras que en la temporada anterior llegamos casi a los 800 incendios”.

Si bien el especialista reparó que, en 2016, hubo un retroceso en la cantidad, que llegó a 630, se mostró escéptico de que represente una tendencia.

Nuevo escenario
El profesor de la Utalca, John Gajardo, señaló que el fenómeno de los mega-incendios llegó para quedarse, señalando que “el cambio climático, la presión antrópica y nuestro actual modelo de desarrollo forestal, han favorecido su expresión”.

Ante esta realidad, el profesional apeló a la necesidad de generar una nueva institucionalidad forestal que tenga la capacidad de abordar efectivamente el fenómeno de los incendios forestales, así como también de mejorar y fomentar la Educación Ambiental con énfasis en la prevención de los incendios en todos los niveles del sistema educativo.

“Hay que generar o mejorar las leyes que regulan las actividades asociadas a los recursos forestales, por ejemplo, ya no se puede tolerar que existan dudas acerca de quién tiene la responsabilidad en la limpieza y mantenimiento de las servidumbres ya sea de tránsito o de transmisión eléctrica, o el tamaño mínimo de los cortafuegos, o las restricciones de plantación o construcción en áreas de interfaz urbano-forestal”, indicó.

Añadió que otro aspecto en que se debería poner énfasis es en el cambio de nuestro modelo de desarrollo forestal. “Repensar el modelo de desarrollo forestal hacia uno que transite hacia la sustentabilidad y la búsqueda de la armonía con el entorno, así como en la puesta de mayor valor agregado en productos, es algo que no podemos seguir evitando”, subrayó.

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  • 04/01/2018