Salmonicultura se instala en las vírgenes aguas de la reserva de la Biósfera Cabo de Hornos

Habitantes y autoridades se oponen a la instalación de los centros de Nova Austral S.A, empresa que cuenta con un historial de infracciones ambientales. Fuente: El Desconcierto, 26 de marzo de 2019.


La industria salmonera se sigue extendiendo hacia el sur de Chile. Esta vez alcanza la reserva de la biósfera Cabo de Hornos, ubicada en los últimos confines del continente sudamericano, en la región de Magallanes. Una de las 37 ecorregiones más prístinas del mundo, según señalan los antecedentes que justificaron la creación de esta área protegida.

Se trata de cuatro concesiones para la salmonicultura ubicadas en el canal Beagle, bordeando la Isla Navarino, a nombre de la empresa Cabo Pilar S.A y operadas por Nova Austral S.A. Esta última enfrentó en 2014 un proceso sancionatorio, por parte de la Superintendencia de Medio Ambiente —organismo encargado de fiscalizar que se cumpla la normativa medioambiental a nivel nacional— por cometer infracciones ambientales en otras concesiones. Además, la empresa fue incluida en cuatro denuncias interpuestas el año pasado, ante la misma autoridad ambiental, por operar fuera del área concesionada, duplicar la cantidad de instalaciones autorizadas y generar condiciones anaeróbicas en el agua.

El historial de Nova Austral S.A

Las cuatro concesiones en Cabo de Hornos fueron entregadas en 2005 a Construcciones y Carpintería Naval Concar S.A. y, en octubre del 2009, se transfirieron a la empresa Cabo Pilar S.A., aunque serán operadas por Nova Austral S.A. Cada una de ellas tiene asignada un área de 3,36 hectáreas. Los permisos ambientales obtenidos al inicio aprobaron la instalación de 20 jaulas balsas circulares para producir entre 1206 y 1500 toneladas de salmón al año. Es decir, en 13,44 hectáreas se instalarían 80 jaulas para producir 6 000 toneladas de salmón anual. Pero entre 2012 y 2013, aún sin haber instalado los centros de producción, la empresa tramitó nuevos permisos ambientales para ampliar los proyectos en cada una de las cuatro concesiones. Hoy Cabo Pilar S.A y Nova Austral S.A tienen autorizada la instalación de 138 jaulas para producir 11 824 toneladas de salmón al año en las mismas 13,44 hectáreas concesionadas.

Los habitantes de la zona miran con preocupación la expansión de la industria salmonera hasta estas latitudes debido, entre otras cosas, a que la empresa Nova Austral S.A enfrentó en el 2014 un proceso sancionatorio por infracciones ambientales en centros de cultivo instalados un poco más al norte. Según la Superintendencia de Medio Ambiente, los cargos fueron por instalar infraestructura fuera del área de concesión, por disponer de mala manera el material ensilado, por tener permisos caducados para la planta de tratamiento de aguas servidas y en otros casos por no tenerla habilitada, por el mal manejo de residuos peligrosos y por contaminar la zona con plumavit —poliestireno— entre otras faltas.

Cuatro años más tarde, Nova Austral S.A fue acusada nuevamente por malas prácticas en sus operaciones. En agosto del año pasado, la ONG Comité Nacional Pro Defensa de la Flora y Fauna (CODEFF) ingresó a la Superintendencia de Medio Ambiente cuatro denuncias contra la empresa. En ellas resaltan, por ejemplo, que en un centro de engorde ubicado en el Seno Lyell, al interior del Parque Nacional De Agostini, la empresa tiene 35 balsas jaulas en lugar de tener las 20 permitidas en su permiso ambiental, lo que se puede comprobar a través del visualizador de mapas de la Subsecretaría de Pesca, el organismo en Chile encargado de regular la actividad acuícola.

El mismo problema se repite en un centro de engorde más, donde la empresa ha instalado 29 balsas jaulas, a pesar que su permiso autoriza 22 y, además, 15 de ellas se encuentran fuera del área concesionada. Finalmente, la denuncia indica que aunque en sus permisos ambientales la empresa asegura que “no generará efectos adversos significativos sobre la calidad de los recursos naturales renovables”, en el año 2017, Nova Austral S.A informó al Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura que detectó en algunos sectores de su área de trabajo condiciones anaeróbicas en el agua, es decir, una concentración de oxígeno demasiado baja como para permitir la existencia de vida marina.

Este es uno de los problemas detectados en las operaciones de las salmoneras en Chile. Las condiciones anaeróbicas son provocadas por el exceso de nutrientes en el agua, lo que conlleva a la presencia de abundancia de algas y otros organismos que consumen una gran cantidad de oxígeno. Los expertos y técnicos conocen este proceso como la eutrofización de las aguas. Según diversos estudios científicos, el exceso de alimentos y fecas en las jaulas de salmones van a dar al fondo marino generando precisamente la proliferación de algas que consumen el oxígeno. Un estudio publicado por la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA) señala que “en 2001, el Grupo de Expertos sobre los Aspectos Científicos de la Protección Ambiental Marina (GESAMP) concluyó que la eutrofización orgánica constituía la mayor amenaza a los océanos y zonas costeras”.

Mongabay Latam contactó a Nova Austral S.A para saber las causas por las que incurrió en las faltas antes detalladas y saber cuáles son las garantías para asegurar que esos hechos no se repitan en las cuatro concesiones de Cabo de Hornos. Sin embargo, hasta el cierre de esta nota la empresa no entregó respuesta.

Las riquezas de Cabo de Hornos

La reserva de la biósfera Cabo de Hornos es la más grande de Sudamérica con casi 3 millones de hectáreas de mar y 2 millones de hectáreas de tierra. “Constituye un importante punto oceanográfico a nivel mundial puesto que se trata de una región afectada por distintos tipos de procesos y masas de agua de importancia para la regulación del clima global a escala planetaria”, señala el informe de caracterización de la reserva de la biósfera Cabo de Hornos. Se trata de masas de agua antárticas subsuperficiales y aquellas relacionadas con la Corriente de Deriva del Oeste del Pacífico Sur. De esta última nace la corriente de Cabo de Hornos y la corriente de Humboldt, de gran importancia para la industria pesquera a nivel mundial.

La gran heterogeneidad de hábitats marino-costeros presentes en este lugar hace que la zona tenga una gran diversidad de invertebrados y vertebrados marinos, así como de algas que aseguran una elevada biodiversidad y que actúan como “soporte o refugio para muchas especies o como alimento para otras”, señala el informe. De hecho, esta zona “representa el extremo de latitud sur de distribución de Macrocystis pyrifera, alga parda que forma los bosques más australes del mundo todavía sin perturbaciones”, asegura el científico Ricardo Rozzi, coautor del citado documento.

Fabián Jaksic, premio nacional de biología, es crítico de la industria salmonera y de los marcos estatales que la regulan. Asegura que los permisos con que funcionan los centros de engorda de salmones muestran que las líneas de base de protección y resguardos son prácticamente nulas. “No se hace línea base en la salmonicultura. Ellos piden una concesión y es un documento de 30 páginas el que entregan. Es una cuestión penosa”, dice el científico. De hecho, una auditoría realizada por la Contraloría de la República a la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura evidenció que, entre 2013 y 2015, el 53% de los centros que operaban en la región de Magallanes reportaron la generación de condiciones anaeróbicas en el agua.

La Asociación de la Industria del Salmón en Chile asegura que se ha avanzado en la sustentabilidad ambiental de esta actividad, puesto que “se ha tomado conciencia, especialmente tras los distintos incidentes ocurridos en los últimos años”. Sin embargo, para los habitantes de Puerto Williams lo anterior no es suficiente y la experiencia de los daños ya demostrados los hace temer por el futuro de la reserva de la biósfera.

La oposición de la comunidad

La comunidad de Puerto Williams se ha manifestado en diferentes oportunidades en contra de la industria salmonera. Sin embargo, la empresa ya “está en proceso de faena”, dijo a Mongabay Latam, Patricio Fernández, alcalde de Puerto Williams. Según el edil, “lo primero que vimos, a mediados de enero, es que estaban trasladando plataformas hacia Puerto Williams. En el último tiempo han llegado barcazas que están trasladando esas plataformas hacia las zonas que entregó el gobierno”.

Los habitantes de Puerto Williams aseguran que la empresa no ha dado ninguna información a la comunidad acerca de los proyectos. “Yo en el mes de enero, cuando nos alertamos respecto a la instalación de las salmoneras, me puse en contacto de inmediato con la gerencia de Nova Austral S.A para tener información sobre si cumplían o no con los requerimientos que solicita el Estado e invitarlos a transparentar cuál iba a ser su procedimiento de instalación. Con el tiempo se cortaron las relaciones al no tener nosotros mayores antecedentes por parte de ellos”, asegura Fernández.
Embarcaciones estarían trasladando plataformas hacia las áreas concesionadas. Foto: Lisselotte Alvarez

David Alday, dirigente de la comunidad indígena yagan —el grupo humano más austral del mundo y uno de los que enfrenta mayor riesgo de desaparición— señala que la empresa no ha realizado la consulta indígena establecida en el Convenio 169 de la Organización internacional del trabajo (OIT). Agrega que esta consulta se justifica más aún porque el “territorio ancestral es reserva mundial de la biósfera, categorizada como el lugar más prístino del mundo, con el agua dulce más pura”.

Mongabay Latam se puso en contacto con Nova Austral para tener su versión de los hechos. Sin embargo, hasta la publicación de esta nota, la empresa no entregó respuesta.

El Servicio de Evaluación Ambiental, por su parte, envió un oficio al alcalde de Puerto Williams asegurando que la empresa se encuentra en regla para comenzar las operaciones en las concesiones otorgadas.

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