Hoja de ruta fija la meta de que Chile recicle el 65% de su basura domiciliaria al año 2040

El propósito es implementar políticas que de aquí a dos décadas permitan que sólo el 10% de la basura que producen los hogares vayan a dar a rellenos sanitarios. Fuente: El Mercurio, 30 de mayo de 2019.


Generar incentivos para avanzar desde una ‘economía lineal’ a una ‘economía circular’ es la motivación de fondo de un ambicioso plan que trabaja el Ministerio del Medio ambiente y que tiene como norte acercar a Chile a los estándares que se han impuesto los países más desarrollados y con mayor compromiso con el cuidado del planeta.

‘La transición de una economía lineal a otra circular significa un cambio de paradigma, y requiere de una transformación enorme en nuestras formas de producir y también de consumir’, explica la ministra del Medio Ambiente, Carolina Schmidt.

El paradigma de la economía lineal es el más frecuente desde la época de la Revolución Industrial. En términos sencillos, es aquel modelo que prioriza la extracción de recursos, la producción de bienes, la utilización de los mismos y luego en la eliminación de esos residuos. O sea: extraer, producir y desechar.

El problema es que ese esquema ha ido generando un agotamiento de los recursos no renovables del planeta y severos daños al medio ambiente, ejemplificados en el cambio climático y en la pérdida de biodiversidad.

Por ello, en los últimos años ha irrumpido con fuerza el concepto de economía circular, un esquema en el cual se contempla el aprovechamiento de los recursos por la vía de la reducción, la reutilización y el reciclaje. En este sentido, lo que se busca es que los productos, componentes y recursos en general mantengan su utilidad y valor en todo momento, intentando que casi ningún residuo llegue a la naturaleza.

Mover al país en esa dirección es el objetivo de la hoja de ruta que elaboró el Ministerio del Medio ambiente, un trabajo significativo en el marco de que este año el país será anfitrión de la cumbre COP25, cita en la que se busca llamar a la acción a los países para combatir el cambio climático.

Para adoptar de manera eficiente este modelo circular, la ministra Schmidt considera clave el involucramiento de todos los actores de la sociedad: Estado, sector privado y, obviamente, la ciudadanía. Es precisamente con la sociedad civil donde se deberán hacer grandes esfuerzos para introducir este concepto en el diario vivir.

‘La ciudadanía juega un rol fundamental, puesto que la economía circular en gran parte tiene que ver con nuevas formas de consumir y con cambios de hábitos cotidianos, como incorporar la reutilización, la separación de residuos y el reciclaje. Vemos gran interés de los chilenos en ser parte activa de esta transformación’, afirma la ministra Schmidt.

Primera prioridad ciudadana

Según datos recogidos desde el último estudio Chilescopio 2018, investigación sobre el estilo de vida y tendencias de los chilenos que se realiza anualmente, el medio ambiente es el tema que más inquieta a los ciudadanos.

‘La preocupación por el daño al medio ambiente va creciendo a un ritmo acelerado en Chile. La inquietud por la basura es la categoría medioambiental con más crecimiento entre 2016 y 2018, solo superada por el esmog. Esto demuestra que la conciencia ambiental existe, lo que se refleja, por ejemplo, en que la ley de prohibición de bolsas fue la contó con más apoyo ciudadano en 2018’, explica Agustín Correa, director de investigación, desarrollo e innovación en TriCiclos, empresa B centrada en el reciclaje.

Algo que reafirma la ministra Schmidt: ‘Hay en los ciudadanos una mayor toma de conciencia sobre la necesidad urgente de cuidar el planeta y sobre el hecho de que ellos también pueden aportar, con acciones concretas de cada día, a su protección’.

A la par con la Unión Europea

Uno de los desafíos más importantes en esta hoja de ruta creada por el Ministerio del Medio ambiente tiene que ver con los desechos que se generan en los hogares.

La cartera está trabajando de manera prioritaria en la gestión de residuos y definió un ambicioso objetivo para cumplirse en 2040, en línea con las directrices de la Unión Europea para los países de su bloque: llegar al 65% de reciclaje en residuos domiciliarios, con un máximo de 10% de desechos sólidos enviados a disposición final en rellenos sanitarios.

‘Para Chile es una meta sumamente ambiciosa, ya que significa que tenemos dos décadas para ponernos a la par con Europa en un ámbito en el que hoy presentamos un importante retraso, considerando que somos el último país de la OCDE, junto con Turquía, en cuanto al menor aprovechamiento de nuestros residuos’, explica la ministra Schmidt.

Según un informe de la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo emitido en junio del año pasado, a nivel nacional la producción de residuos sólidos domiciliarios durante 2017 alcanzó las 7,4 millones de toneladas, de las cuales solo se recicla un 4%. Eso quiere decir que actualmente un 96% de esos desechos va a eliminación.

La meta trazada en la hoja de ruta de la economía circular para 2040 nos llevaría a disminuir en un 86% el envío de residuos sólidos domiciliarios a rellenos sanitarios.

Un objetivo se ve lejano hoy, pero posible si es que se recompensa a aquellas personas que se involucren de manera activa en el cuidado del medio ambiente a través del reciclaje domiciliario.

‘Según la evidencia internacional, es necesario generar incentivos en los hogares. En muchos países desarrollados, desde hace algunos años, las personas no pagan nada por los materiales reciclables que dan de baja, pero sí tienen que pagar por aquello que va en la bolsa negra, como descarte. Cuando los ciudadanos son conscientes de ese costo, pasan a preferir productos reciclables y, después de darlos de baja, se aseguran de ponerlos en el contenedor correspondiente’, afirma la ministra Schmidt.

De hecho, uno de los principios de la economía circular es que el residuo se convierte en recurso. Lo biodegradable vuelve a la naturaleza y lo no biodegradable es reutilizado para producir otros componentes. La idea no es eliminar los residuos, sino aprovecharlos.

Así, esta hoja de ruta de la economía circular, que comenzará a delinear sus objetivos durante el segundo semestre de este año, tendrá metas a corto (dos años), mediano (entre tres y diez años) y largo plazo (más de diez años), además de dos hitos con metas claras, uno para el 2030 y otro para el 2040, este último relacionado con ponerse a la par con los países desarrollados en el tema de reciclaje domiciliario.

Los comentarios están cerrados.