Mes del mar: la necesidad del uso soberano de nuestras costas

Editorial de Fundación Terram sobre el inicio del Mes del Mar.


«Soberanía” es un término que se utiliza para representar el ejercicio de la autoridad en un cierto territorio, abordado desde una perspectiva de participación pública y formalizada en el Estado a través de un cuerpo jurídico que le respalda.

Ante el inicio de lo que se ha denominado como “mes del mar” en Chile –debido a los antecedentes históricos que le permitieron adquirir la administración de una buena porción del océano-, observamos que este espacio no se ha administrado con sabiduría, pues pese a los 4.500 kilómetros de costa lineal que posee y la importancia geopolítica que reviste para el Estado, pareciera que no considera el uso soberano del mar –entendido desde una participación pública amplia-, ni mucho menos la función ecosistémica que este posee, ya que actualmente nuestro país vulnera su protección en virtud de entregar “certeza jurídica” a los inversionistas que se interesan en explotar zonas costeras con actividades que contribuyen a denigrar su equilibrio.

Una de esas actividades es la salmonicultura, industria que durante el último tiempo ha buscado expandir su área de trabajo hasta las aguas más prístinas de Chile, en la Región de Magallanes y la Antártica Chilena, luego de observar los resultados que ha obtenido al desarrollar su industria en las regiones de Los Lagos y Aysén, donde hemos presenciado eventos desafortunados como el fenómeno conocido popularmente como “marea roja” en Chiloé de 2016 o el escape masivo de peces de 2018 en Calbuco, ambos eventos suscitados por una débil regulación estatal a la industria salmonera.

Así también, pareciera que el Gobierno pretende profundizar en el modelo de entrega de concesiones que se ha aplicado a la salmonicultura a través del polémico Proyecto de Ley de Administración del Borde Costero y Concesiones Marítimas (Boletín N° 8467-12), el cual pretende impulsar un “desarrollo armónico” del borde costero regulando conjuntamente los instrumentos y la institucionalidad para una adecuada administración a través de las controversiales concesiones marítimas, las que en sí mismas van en desmedro del resto de usos posibles que podrían tener estos espacios, tales como son áreas marinas protegidas, Espacios Costeros Marinos de Pueblos Originarios (ECMPO) y Áreas de Explotación de Recursos Bentónicos (AMERB).

Al aplicar medidas insuficientes que no respeten todos los usos posibles del borde costero en virtud del beneficio de las comunidades y el medio ambiente, el Estado está vulnerando un espacio que es de interés público. Asimismo, al entregar la administración de un área estratégica al mejor postor, el Estado de Chile restringe la relación entre la ciudadanía y el mar, debilitando así el uso soberano que se le podrían dar a los recursos que nos proveen los espacios costeros, los cuales podrían abultar los mercados de las ciudades con pescados y mariscos, aumentando el consumo nacional de los mismos y potenciando así las economías locales que habitan en torno a estos espacios.

Por lo mismo, desde Fundación Terram esta semana reflexionamos sobre el papel que se le ha otorgado al «Mes del Mar», en el cual se celebran en distintas instancias educativas para hacer consciente a la ciudadanía de un recurso que, sin duda, Chile está vendiendo al mejor postor en desmedro de la relación soberana que podría potenciar con él.

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