Comunicado público de Mujeres de Zona de Sacrificio en Resistencia

En los últimos días ingresamos bruscamente a una crisis social de vasta magnitud, emergiendo en todo el país y en cada uno de nuestros territorios, un gran movimiento social de las comunidades ante la injusticia social de la que hemos sido víctimas por muchos muchos años.

Los chilenos y chilenas ya no podemos ni queremos soportar más desigualdad e inequidad. El colapso del sistema está sobre nuestros ojos, y lo vemos reflejados en el diario vivir, cuando en nuestras comunas la gente debe pagar uno de los pasajes más altos de la región para trasladarse a los centros urbanos.

O cuando vemos que en los centros de salud de Quintero y Puchuncavi no hay insumos básicos para una buena atención de la gente del territorio. No los hubo para enfrentar la feroz crisis ambiental del año pasado, ni ahora, si volviera ocurrir. Las autoridades prometieron mucho, pero a más de 1 año de la gran crisis socioambiental no hemos visto ninguna mejora en los servicios de salud. La precariedad de los medios de atención en el Hospital de Quintero y otros Centros de salud de las Comunas es hoy muy grave.

La vida se ha hecho precaria en los más diversos ámbitos, acceso a trabajos dignos, en caso de acceder a algún puesto laboral, las condiciones contractuales frágiles y con frecuencia, indignas.

El monto pobrísimo de las pensiones, el gran negocio de las AFP que otorgan a los jubilados pensiones ínfimas, el abuso en infinitas situaciones desde empresas y centros de poder sobre la gran mayoría de la ciudadanía.

Y una de las peores inequidades es la de la Injusticia Ambiental que sufrimos en Puchuncavi y Quintero y muchos otros rincones de nuestra larga geografía. En este dramático problema se inscriben las así llamadas “Zonas de Sacrificio”, en las que el abuso y la desigualdad se ensañan con los grupos más pobres, comunidades sobre las que se han ejercido y ejercen formas de dominación inmisericordes, de todo tipo, cultural política, entre otras.

Necesitamos y exigimos que en nuestro país haya diálogo verdadero, que en este diálogo entremos todos y todas, que se priorice por sobre todo el bien común. Para recuperar las confianzas perdidas, debemos ver señales desde la clase política, necesitamos que el poder de decisiones se distribuya en la sociedad chilena, que se escuchen las demandas de los territorios y de las organizaciones sociales, que la dignidad sea parte trascendente de nuestras vidas.

Es fundamental que el gobierno de Chile entienda que las zonas de sacrificio son el claro reflejo del modelo económico de devastación, inequidad y desigualdad instaurado. Desde esta convicción exigimos la total reestructuración de las instituciones supuestamente involucradas en la defensa del Medio Ambiente, Ministerio, Superintendencia, Sistemas de Evaluación  Ambiental, todas. Una re-orientación ética de estas Instituciones, que opten por el bien común y no el lucro de las empresas de las cuales las autoridades han sido cómplices por más de 50 años. No aceptamos más la apropiación sistemática de los bienes comunes, agua, aire, mar, suelos, que dañan a la población y destruyen el ecosistema. No queremos más sus tóxicas y feas externalidades en nuestros territorios.

Para este tiempo de crisis, pedimos a la comunidad que se organice, que salga de sus hogares y conozca a sus vecinos y vecinas, que le compre al negocio local, que modifique sus hábitos de consumo en armonía con la naturaleza y la vida. Volvamos a disfrutar de la vida del barrio. Es preciso retomar la vida sencilla, ejercer y promover la economía circular, seamos creativas y creativos en reciclar y rescatar los más que podamos de lo ya usado, inventar como bajar nuestra huella de carbono en este país y este planeta que son los únicos hogares que tenemos