casi un año exacto de que se publicara el decreto supremo que establece las metas de reciclaje para el sector envases y embalajes, el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad aprobó el viernes de manera unánime la propuesta de decreto final presentada por el Ministerio del Medio Ambiente, el que si bien mantiene las metas finales, amplía en tres años el plazo para alcanzarla al incrementar la gradualidad en las metas obligatorias impuestas por año para las cinco categorías de envases y embalajes: cartón para líquidos, metal, papeles y cartones, plástico y vidrio.
Esto tras un período de análisis de las 1.512 observaciones realizadas al proceso de consulta pública del decreto, la que concluyó en agosto pasado tras ser extendida debido a su complejidad y masivo alcance, y a los planteamientos realizados tanto por la industria como por los municipios. “Vimos las obervaciones una a una y revisamos todos los argumentos, lo que nos llevó a realizar nuevas modelaciones de los distintos escenarios, para finalmente llegar a lo que estamos planteando ahora. Realmente le metimos harta cabeza, tiempo, discusión y reuniones adicionales para despejar bien una serie de puntos. En el Consejo de Ministros se aprobó de forma unánime y no hubo reparos, lo que muestra que se trata de una propuesta muy madurada en un tema que sabemos que es complejo”, dice Guillermo González, jefe de la Oficina de Economía Circular del Ministerio del Medio Ambiente.
Aunque la versión final del decreto aprobada el viernes aún no se conoce, Guillermo González adelanta cuáles son los principales lineamientos del decreto final, el que comenzará a regir una vez publicado en el Diario Oficial, previa tomara de razón por parte de Contraloría.
En cuanto a las metas, el anteproyecto planteaba que estas pasaban de entre un 3% y un 11% -dependiendo de los tipos de envases y embalajes- en el primer año de vigencia, a entre un 16% y un 25% al tercer año. Esto había generado inquietud en la industria, que había argumentado una mayor gradualidad en las metaspara poder contar con la infraestructura necesaria -principalmente para la separación y valorización de los residuos- y una cultura de reciclaje más madura en la ciudadanía.
Al mismo tiempo, el anteproyecto planteaba un plazo de 9 años para alcanzar la meta final propuesta por el ministerio (60% de reciclaje para el cartón para líquidos, 55% para el metal, 70% papeles y cartones, 45% del plástico y 65% del vidrio).
En el decreto definitivo, las metas por tipo de envase planteadas para el tercer año de operación del sistema se deberán alcanzar ahora entre el cuarto y el séptimo año según cada categoría. De la misma manera, la meta final propuesta por el ministerio se establece ahora para el año 12 de operación del sistema.
Es decir, si antes esta meta final estaba planteada para 2030, ahora su horizonte de cumplimiento será el año 2034. Esto porque el año de inicio de las obligaciones también fue modificado: ya no será 2022, sino que empezarán a regir 30 meses después de la publicación del documento en el Diario Oficial, por lo que lo más probable es que su vigencia comience en 2023.
Respecto de los cambios en la gradualidad de las metas incorporados en el decreto final, Guillermo González esto recoge las observaciones planteadas por distintos actores, entre las que está la industria pero también los municipios, quienes habían planteado que se requería de un tiempo mayor para que los vecinos adquirieran una cultura del reciclaje.
“Vamos a avanzar de forma más paulatina durante los primeros años, pero sin renunciar a al objetivo medio ambiental que es la meta final. Llegar a ese momento tres años después nos pareció prudente para asegurar el éxito en la implementación de esta ley”.
¿Es una renuncia a la ambición planteada en el anteproyecto? “No, porque la ambición se mantiene totalmente aunque nos demoremos un poco más”, afirma González. “Es importante dar una señal de largo plazo. Estas cosas toman tiempo, es una transformación logística, pero por sobre todo es una transformación cultural. Nos hacemos cargo de eso, pero sin renunciar a la meta que nos habíamos trazado desde el anteproyecto. Disponer de la infraestructura efectivamente necesita tiempo, y el ir más lento asegura que se vaya desplegando a lo largo del territorio de la forma más eficiente posible, con los menores costos posibles”.