Atlas de Riesgos Climáticos: este será el impacto del calentamiento global en Chile

Esta es una panorámica de las 55 ‘cadenas de impacto’ que los equipos técnicos que trabajaron en este proyecto analizaron y que aquí aparecen agrupadas en 14 categorías. El atlas permite profundizar en la situación de cada comuna, puerto, caleta y asentamiento humano en particular del país, alcanzando un enorme nivel de detalle que permite tomar medidas para prepararse (o prevenir) al escenario detonado por el cambio climático para 2035-2065. Para los científicos, se trata de un escenario duro, pero realista que no debiera causar pánico, sino motivar a la acción y a tomar medidas adecuadas. Fuente: El Mercurio, 3 de diciembre de 2020.

By Comunicaciones

Atlas de Riesgos Climáticos: este será el impacto del calentamiento global en Chile

Seguridad hídrica: alto riesgo en Santiago
Naciones Unidas define la seguridad hídrica como ‘la capacidad de una población para salvaguardar el acceso sostenible a cantidades adecuadas de agua de calidad aceptable para el sostenimiento de los medios de vida, el bienestar humano y el desarrollo socioeconómico, la protección contra la contaminación transmitida por el agua y los desastres relacionados con ella, y para la conservación de los ecosistemas’. El atlas analiza esta dimensión a nivel doméstico. En el sector urbano, el riesgo de inseguridad hídrica derivada de la sequía amenazará a comunas costeras de las regiones de Coquimbo y Valparaíso. Además, se identifica un riesgo muy alto en los valles de las regiones de Valparaíso y, sobre todo, en la Metropolitana. Más heterogénea es la situación entre O’Higgins y Los Ríos. En tanto, en los extremos norte y austral del país, la situación es inversa: el riesgo de inseguridad se reduciría. A nivel doméstico rural, se percibe un aumento relevante del riesgo desde la Región de Coquimbo hasta La Araucanía, con especial intensidad ente Valparaíso y Ñuble.

Anegamientos e inundaciones: la costa está expuesta

En el caso de los anegamientos costeros —fruto del aumento del nivel del mar y de las marejadas—, el atlas muestra que prácticamente todas las grandes ciudades que están expuestas al océano Pacífico enfrentan riesgos altos o muy altos: Arica, Iquique, Tocopilla, Antofagasta, Mejillones, Taltal, Chañaral, Caldera, Huasco, La Serena, Coquimbo, el Litoral Central, Pichilemu, el Gran Concepción, Lebu y Valdivia, por nombrar los asentamientos más poblados.

En tanto, el Gran Santiago figura como más susceptible a sufrir un mayor impacto adverso frente a los eventos de precipitación extrema.

Respecto del riesgo de inundaciones por desborde de colectores por razones derivadas del cambio climático, se advierten riesgos altos y muy altos en ciudades como Iquique, Antofagasta, La Serena, Coquimbo, el Gran Santiago, Colina, Machalí, Concepción, Temuco y Punta Arenas. En cambio, por las menores lluvias el riesgo disminuye en lugares como Arica, Calama, Copiapó y Vallenar.

Y en cuanto al potencial efecto del desborde de ríos y esteros, se ven aumentos en la susceptibilidad en casi todo el país, desde Arica hasta Lonquimay.

Las sequías hidrológicas dejan su huella

Uno de los mapas más preocupantes es el que muestra la susceptibilidad que presentan los servicios dependientes del agua de sufrir un mayor impacto adverso frente a variaciones de los caudales a raíz de las sequías: casi todo el corazón agrícola del país, entre La Serena y Puerto Montt se va a ver afectado, en particular en los valles transversales.

Esto se traducirá en riesgos —sobre todo en la Región del Maule— para contar con agua superficial de riego.

Olas e islas de calor: nuevos desafíos sanitarios

Todas las comunas del país verán aumentado en algún grado el riesgo del impacto de las olas de calor en la salud humana, tanto respecto de niveles de mortalidad como de morbilidad.

Donde se ve más impacto es entre las regiones de Valparaíso y del Bíobío.

El atlas permite hacer zoom en los diferentes impactos posibles en la salud. Por ejemplo, en el caso de la mortalidad prematura asociada a cambios en la temperatura y a más olas de calor, se prevén aumentos significativos en las urbes del Norte Grande (Arica, Iquique-Alto Hospicio, Calama y Antofagasta), el Gran Santiago, Rancagua, Los Ángeles y Temuco.

En esta dimensión, también se proyecta la intensidad de un fenómeno conocido como ‘isla de calor urbana’, que es cuando hay una diferencia de temperatura entre las ciudades y los sectores rurales en su entorno. Esto va a ocurrir en todas las ciudades de más de 50 mil habitantes, con mayores incidencias en Santiago, Melipilla y la conurbación Rancagua-Machalí.

El aumento de las temperaturas (y de la humedad) también se vincula con el riesgo de ‘disconfort térmico ambiental’ en los meses de verano. Este indicador se refiere al grado de (in)satisfacción de la población en los espacios abiertos, como parques, plazas y calles. Las tres ciudades con más riesgo en este sentido son Arica, Limache y Linares.

Al contrario, las ciudades con menos riesgo son Antofagasta, Peñaflor y Colina. En tanto, en Concepción, Temuco y Osorno sus habitantes comenzarán a experimentar la condición de disconfort térmico.

¿El fin de las heladas?

Cuando la temperatura baja de los 0 °C, en las ciudades siempre se percibe un impacto sanitario, principalmente entre niños, adultos mayores, pacientes con problemas respiratorios y, más dramáticamente, en personas en situación de calle.

Quizás uno de los pocos efectos positivos del cambio climático es que se prevé una disminución en el número de días con temperaturas bajo 0 ºC en las 25 ciudades con registros de heladas y, por lo mismo, casi todas disminuyen su riesgo.

Retos y oportunidades para el sector energético

El energético es uno de los rubros donde el impacto del cambio climático es más heterogéneo y el atlas da cuenta de esa diversidad de efectos. Por ejemplo, mapea el riesgo de aumento de los costos del sistema asociado a la disminución del recurso hídrico (que podría obligar a cambiarse a fuentes potencialmente más costosas). El Gran Valparaíso y sectores de las regiones de Ñuble y La Araucanía figuran entre las más expuestas a este peligro. Un ejercicio similar se hace respecto del impacto que el mayor calor puede generar en las líneas de trasmisión y ahí aparecen elevando su riesgo comunas como Iquique, Calama y algunos sectores del Gran Santiago.

En cuanto a la energía eólica, se analiza el impacto en los costos marginales del sistema de la variación de la velocidad del viento: y aquí las noticias son variadas, ya que caerían en la Región de Coquimbo y entre Linares y Laja, pero podrían subir en las regiones de Antofagasta, Valparaíso y Metropolitana.

¿Y cómo es el panorama para la generación solar? Favorable, pues sus costos se reducirían por la mayor radiación para casi todo el Sistema Interconectado Central (Atacama a Los Lagos).

Puertos y caletas necesitarán adaptarse

La infraestructura costera chilena es una de las grandes desafiadas por el calentamiento global. De hecho, cinco de los ocho puertos estatales en aguas expuestas analizados corren riesgo de que aumenten los días en que deben cerrar total o parcialmente por problemas meteorológicos: Arica, Iquique, Antofagasta, Coquimbo y San Antonio. Una situación que obliga a pensar en medidas de adaptación para evitar pérdidas económicas cuantiosas.

A nivel de caletas de pescadores, la situación es similar. Se prevé un riesgo alto de aumento de los días de inactividad sobre todo entre las regiones de Tarapacá y el Maule. Asimismo, se anticipan aumentos en el riesgo de pérdida de desembarque pesquero artesanal en las caletas desde Arica hasta Magallanes, con énfasis entre Pisagua y Chañaral de Aceituno y en la costa de la Región de Los Ríos.

Bosques nativos: amenazados por incendios y deterioro

Las regiones de Valparaíso, de Ñuble, del Biobío y de La Araucanía aparecen como las más sensibles a ser afectadas por incendios forestales de este tipo, derivados de las condiciones climáticas. Sin embargo, el calentamiento global va a incidir en que se incremente el nivel de riesgo en otros sectores, como en las comunas rurales de la Región Metropolitana (provincias de Melipilla y Maipo), en los alrededores de Olmué y Quillota y entre Coltauco y Teno.

El atlas también analiza el riesgo de pérdida de verdor, que es una forma de observar el deterioro de los bosques (pérdida de capacidad fotosintética que puede causar efectos como disminución del crecimiento, defoliación y muerte de partes de la copa o de los árboles enteros). Al respecto, existe un alto riesgo de que esta situación ocurra en el valle central, particularmente en los bosques ubicados entre Hijuelas y Parral.

Riesgos y oportunidades en el corazón agrícola del país

Este es uno de los capítulos más detallados del atlas, ya que profundiza en varios de los cultivos más relevantes de la industria agrícola chilena. Además, se trata de una de las actividades donde el efecto del cambio climático es más complejo, ya que deteriora las condiciones de algunas plantaciones en ciertos lugares, mientras las mejora en otros.

Una muestra es el caso de los almendros, que corren alto riesgo de ver caer su producción en los valles entre el Limarí y el Cachapoal; no obstante, a la par surgen oportunidades para estos cultivos en sectores precordilleranos entre Salamanca y Machalí.

Para las nueces, el escenario es particularmente adverso: enfrentan riesgos altos de menor producción por efecto del clima entre Ovalle y Los Ángeles y solo se perciben oportunidades favorables en San José de Maipo y Quilaco. Similar es la situación para las manzanas rojas, con riesgos importantes entre Rengo y Longaví y, más al sur, en torno a Renaico.

La producción de cerezas enfrenta riesgos significativos en los valles de O’Higgins y el Maule, pero se abren nuevas zonas favorables para estas plantaciones entre Biobío y Los Lagos.

Entre San Clemente y Mulchén, los cultivos de trigo de secano enfrentarán el riesgo de perder productividad, mientras que la provincia de Cautín podría ver afectada sus cultivos en secano. El maíz enfrentará amenazas relevantes entre Las Cabras y Los Ángeles. Los porotos enfrentarían un escenario más complejo entre San Clemente y San Carlos, aunque mejores perspectivas en La Araucanía. Y para las papas cultivadas en secano, los mayores riesgos están entre Cañete y Los Muermos, mientras que para los cultivos bajo riego estos se concentran en la costa de la provincia de Cautín.

Uno de los mapas más dolorosos: la pérdida de biodiversidad

Quizás uno de los impactos más duros del cambio climático en Chile sea el vinculado con la pérdida de especies de flora y fauna, tanto por los cambios de temperatura como por las variaciones en las precipitaciones que impactan los ecosistemas. De hecho, ninguna comuna está libre de ver crecer su riesgo en esta dimensión.

Las variaciones pluviométricas elevarán más el riesgo de pérdida de fauna entre las regiones de Valparaíso y Aysén. Los riesgos para la flora, en tanto, se intensificarán entre Arica y Los Lagos.

Finalmente, el factor temperatura elevará el riesgo de pérdida de fauna con especial fuerza en el altiplano de las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta y en las zonas no cordilleranas desde el Maule a Los Ríos. Para la flora, los riesgos se intensificarán, sobre todo, entre Santiago y Fresia.

Buenas perspectivas ganaderas en La Araucanía

Posiblemente vinculado con las oportunidades para la productividad de las praderas que el calentamiento global generará en la precordillera de La Araucanía, se ven perspectivas positivas en esa zona para los ovinos, bovinos y la producción de leche. En cambio, podría haber riesgos en la provincia de Ranco.

El ‘sueldo de Chile’ también deberá prepararse

Las faenas mineras pueden ser impactadas de dos formas por el cambio climático. Una de ellas se produce por la falta de precipitaciones en las zonas donde habitualmente llueve, lo que les puede reducir el suministro para sus operaciones. Este riesgo estará más presente en las minas de la zona central

Por otro lado, la concentración de lluvias copiosas en episodios intensos puede impactar en la estabilidad de los tranques de relaves y producir deslizamientos de tierra que afecten a las faenas en los mismas zonas. Las minas del Norte Grande y el Norte Chico están menos preparadas debido a una exposición histórica menor a estos fenómenos.

En todos los casos, se requiere que las faenas ajusten a la baja las proyecciones futuras de uso de agua, ya sea por un mejor uso de esta o por el uso de fuentes alternativas, como el agua de mar.

Acuicultura enfrentará alzas de salinidad, floraciones de algas y parásitos

La disminución de precipitaciones eleva el riesgo de que las Floraciones de Algas Nocivas (FAN) afecten la biomasa de salmones y de mejillones en fase en engorda. Para la cosecha de mejillones, la situación es similar en la Región de Los Lagos, con mayor incremento del riesgo en Calbuco, Castro y Quellón. También hay aumento de riesgo de perder biomasa de semilla de mejillones por el incremento de salinidad del agua de mar, el que sería mayor en Puerto Montt, Cochamó y Hualaihué.

En el caso de los salmones, esta tendencia a episodios de FAN se dará en todos los barrios de Los Lagos, Aysén y Magallanes, especialmente en los sectores de Reloncaví, Chacao, Leptepu y Queilén. Además, los barrios también podrían ver alza del parasitismo y las menores lluvias podrían afectar la provisión de agua dulce en las pisciculturas de agua dulce, que concentran la producción de huevos y juveniles de salmones desde el Biobío a Los Lagos.

De mar a cordillera: el turismo en la encrucijada

Los incendios forestales podrían dañar el patrimonio turístico y el paisaje natural de zonas que hoy resultan de gran atractivo para los viajeros. Entre Zapallar y Chiloé (y también en la comuna de Coyhaique) se dan aumentos de algún tipo en los riesgos que enfrentan, siendo especialmente altos los riesgos en los valles del Maipo y el Cachapoal y en las comunas de Concepción, Pucón, Villarrica y Valdivia.

También existe riesgo de atractivo en una serie de balnearios, especialmente en lugares como Chañaral, La Serena, Tongoy, Concón y Pichilemu. En esas playas y también en Antofagasta, Santo Domingo y Arauco hay alto riesgo de deterioro por erosión o acumulación de sedimento.

Para los destinos de montaña también hay amenaza de pérdida de atractivo, debido al impacto del calentamiento global en las precipitaciones de nieve, sobre todo en los ubicados en las regiones Metropolitana y de Los Lagos.

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  • 03/12/2020