Preservar la biodiversidad: el desafío que tiene Chile

Foto: Archivo Terram.

El 60% de la población en Chile vive en un ecosistema mediterráneo, donde solo el 2% de este hábitat está protegido, lo que demuestra una presión ambiental y cultural de parte de las industrias, opinan los expertos. Fuente: Diario Financiero, 6 de junio de 2021.


EI país es reconocido internacionalmente como un «hotspot mediterráneo, con alto nivel de endemismo, una cobertura de bosque nativo que representa el 18% de su superficie continental, más de un millón 300 mil hectáreas de humedales, ecosistemas marinos de alta productividad, y más de 60 millones de hectáreas de áreas protegidas», detalla la Estrategia Nacional de Biodiversidad 20172030 del Ministerio del Medio Ambiente, explicando que Chile posee características territoriales que favorecen la expresión de una biología singular.

En ese sentido, desde Fundación Tierra Austral aseguran que actualmente el 20% de la biodiversidad mundial depende del ecosistema mediterráneo, en el que, además, vive el 60% de la población de Chile. Sin embargo, agregan, solo el 2% de este hábitat está protegido por el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas.

«Estas cifras demuestran cómo nuestros ecosistemas se encuentran bajo una gran presión ambiental y cultural de parte de industrias productivas, como la minería y agricultura. Por ello, tenemos la necesidad de conservar de manera adecuada los ecosistemas, identificando zonas claves a conservar en distintas áreas a nivel regional», dice Victoria Alonso, directora ejecutiva de la fundación.

La investigadora María José Martínez-Harms, doctora en Ciencias de la Conservación de la Biodiversidad por la University of Queensland, publicó una investigación donde identificó sitios geográficos en Chile para preservar la diversidad de especies vegetales y animales para mejorar el acceso a la naturaleza: Bosque mediterráneo costero, en el sector de Papudo y Zapallar; Cordillera de Nahuelbuta, ubicada entre los ríos Biobío e Imperial, y Altos de Cantillana, ubicados en el cordón montañoso de la Cordillera de la Costa, cerca de Santiago.

Y es que la relevancia de la biodiversidad está dada porque «constituye un soporte vital ecológico para los ecosistemas», analiza Luis Martínez, director de Desarrollo de Negocios del Centro de Innovación y Economía Circular. Además, tiene razones recreativas, culturales y científicas que «nos obligan a darle la importancia que requiere para nuestra subsistencia», acota.

¿Cómo se está trabajando?

Las acciones de las personas impactan directamente en el camino para lograr un desarrollo sostenible. Es por eso que los stakeholders -incluidos los consumidores, los colaboradores y los inversionistas- exigen hoy a las empresas que actúen de forma responsable. De acuerdo con un estudio de Accenture, que encuestó a 8.529 consumidores de 19 países, el 67% de ellos esperan que las empresas inviertan en soluciones sostenibles y justas a largo plazo después de la pandemia. En el caso de Chile, un 75% de los consumidores dice que por la pandemia está haciendo compras más amigables con el medio ambiente y un 93% afirma que lo seguirá haciendo cuando termine la emergencia.

Así, el sector público, privado y toda la población están llamados a hacer de la tierra un ecosistema sano y sostenible, analiza Nicolás Goldstein, presidente ejecutivo de Accenture Chile. Y, aunque detener la creciente industrialización es difícil, cree que la tecnología ofrece un camino a seguir: «La rápida madurez de herramientas como blockchain, inteligencia artificial, realidad extendida y la computación cuántica, ofrece una oportunidad única para aprovechar su poder combinado hacia innovaciones revolucionarias para la sostenibilidad medioambiental. Chile no puede dejar de visualizar esta oportunidad para proteger su biodiversidad».

Desde el sector público también están abordado la creciente degradación que afecta a los distintos territorios, dice la ministra del Medio Ambiente, Carolina Schmidt. Ejemplo de ello es cómo Chile se ha comprometido a través del Plan Nacional de Restauración a escala paisaje, donde «incorporaremos un millón de hectáreas de paisajes vulnerables a 2030, para que recuperemos servicios ecosistémicos claves como la capacidad de las cuencas de seguir proveyendo agua para distintos usos de gran relevancia», comenta. A esto se suma el Plan Nacional de Protección de Humedales, iniciativa que busca la creación de áreas protegidas en estos ecosistemas, y que ya supera las 230.000 hectáreas bajo resguardo.

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