UE lanza ambicioso plan climático que incluye prohibir venta de autos a gasolina y diésel

El proyecto de 12 medidas busca reducir emisiones de CO2 en 55% para 2030. En 2035 deberán dejar de comerciarse vehículos que usen combustibles fósiles. Fuente: El Mercurio, 15 de julio de 2021.


La Unión Europea (UE) redobló su apuesta para limitar sus emisiones de CO2 con un amplio paquete de medidas sobre el cambio climático, que incluye una prohibición efectiva de la venta de nuevos automóviles de gasolina y diésel a partir de 2035.

‘Nuestra economía actual de combustibles fósiles llegó a su límite’, dijo ayer la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, al anunciar el plan ‘Fit for 55’ (‘Listos para el 55’) que busca reducir las emisiones del bloque en 55% para 2030, con respecto a las cifras de 1990, y en 100% para 2050. El paquete de 12 medidas tiene como fin reducir el consumo de combustibles fósiles, a la vez que aumenta el uso de energías renovables hasta al menos 38,5% para 2030.

Entre las medidas más destacadas está un recorte del 55% de las emisiones de CO2 de los automóviles para 2030 respecto a los niveles de 2021. Para 2035 la cifra llega a 100%, lo que imposibilitaría la venta de nuevos vehículos que funcionen con combustibles fósiles en el bloque de 27 países. Para impulsar las ventas de vehículos eléctricos, Bruselas también propuso una legislación que obligará a los miembros a instalar puntos de recarga públicos a lo largo de las principales carreteras con una distancia máxima de 60 km entre ellos para 2025. Según estimaciones de la CE esto llevará a que se creen 3,5 millones de estaciones públicas de recarga para autos en 2030 y 16,3 millones en 2050.

Los automóviles no son el único foco. El paquete también incluye medidas como aumentar el costo de la emisión de carbono para diversas industrias y gravar el combustible de aviación y el marítimo con alto contenido de carbono. Otra propuesta clave es que industrias como la construcción y el transporte se sumen al mercado de carbono europeo —conocido como Sistema de Comercio de Emisiones—, bajo el cual grandes generadores de CO2, como los productores de acero, cemento o energía, pagan directamente por sus emisiones.

‘Con este paquete, la UE es el primer actor global en traducir las ambiciones de neutralidad de carbono en políticas concretas. De ser acordado e implementado, el plan concretará la reducción de emisiones prevista para 2030 y lo hará, por primera vez, con la contribución de aquellos sectores que en los últimos 30 años no han reducido o incluso han aumentado las emisiones, como la construcción y el transporte’, dijo a ‘El Mercurio’ Marco Giuli, experto en política energética de la UE del Instituto para Estudios Europeos, en Bruselas. Cifras de la Agencia Ambiental de la UE dan cuenta de que las emisiones de CO2 en la producción energética han caído 32% desde 1990, las industriales 35% y las de desechos 42%, mientras que las de la construcción han bajado 22% y las del transporte han aumentado 19%.

Problema comercial

La propuesta de la CE amenaza con generar roces con los socios comerciales del bloque, especialmente por el llamado ‘impuesto de ajuste de las fronteras del carbono’, que gravará las importaciones de ciertos productos de países con una mayor huella de carbono que el bloque. La UE ve esto como una forma de hacer que sus cambios legislativos tengan un impacto real en la lucha contra el cambio climático y de proteger a sus industrias locales de una competencia injusta con naciones con legislación más laxa en la materia, pero empresas europeas temen que pueda ser visto como proteccionista por países como Rusia, China y EE.UU. También está en el aire la pregunta de cómo la UE —una férrea defensora del libre comercio— se asegurará de que la medida sea compatible con las normas de la Organización Mundial del Comercio para que no sea vista como proteccionista, aseguró The Associated Press.

El paquete de medidas también podría enfrentar la resistencia de sectores industriales locales, especialmente en Estados miembros menos desarrollados o aquellos que quieran proteger a sus ciudadanos de alzas de precios. Así lo hizo ver el jefe francés de la comisión de medio ambiente del Parlamento Europeo, Pascal Canfin, quien advirtió que extender el mercado de carbono a los combustibles o calefacción podría generar manifestaciones. ‘Ya lo probamos en Francia y nos trajo a los ‘chalecos amarillos», aseguró en referencia al movimiento de protesta que surgió a fines de 2018 en Francia debido a un aumento de los impuestos al diésel y a la bencina, pero que escaló hacia una crítica generalizada a la gestión del Presidente Emmanuel Macron.

Como una posible medida preventiva, el plan de la CE incluye un Fondo Social Climático —recaudado a partir de los nuevos impuestos— que planea otorgar hasta 70 mil millones de euros (unos US$ 83 mil millones) para ayudar a los gobiernos a asistir a las personas más afectadas.

Impacto global

Aunque la UE solo produce el 8% de las emisiones mundiales, la CE espera que su ejemplo impulse un esfuerzo ambicioso por parte de las demás grandes economías del mundo cuando se reúnan en noviembre en Glasgow (Escocia) para la próxima conferencia de la ONU sobre el clima, la COP26. ‘Europa fue el primer continente que declaró su ambición de ser neutral desde el punto de vista climático en 2050, y ahora somos los primeros en poner una hoja de ruta concreta sobre la mesa’, aseguró Von der Leyen. El ministro danés de Clima y Energía, Dan Jorgensen, en tanto, dijo que el paquete indicaría al resto del mundo que ‘es posible fijar objetivos ambiciosos e introducir las medidas concretas necesarias para alcanzarlos’.

Reino Unido, que albergará la COP26, se ha comprometido a reducir en 68% sus emisiones para 2030, mientras que Estados Unidos dijo que lo hará entre 40% y 43% en el mismo período. China, el país más contaminante a nivel mundial, solo ha manifestado que sus emisiones llegarán a su tope en 2030.

‘El plan europeo impactará en la lucha contra el cambio climático por la reducción de emisiones, pero principalmente por las innovaciones y los pasos que se tomen hacia una economía de hidrógeno, para lo que la UE tiene planes ambiciosos’, dijo a este diario Markku Ollikainen, profesor de la Universidad de Helsinki y director del think tank Panel Finlandés del Cambio Climático. El experto, no obstante, asegura que el objetivo de la UE debería haber sido ‘más ambicioso’: al menos 60% para 2030, según los cálculos de su organización.

Algunos activistas climáticos criticaron la iniciativa de la UE por considerar que no va lo suficientemente lejos para alcanzar el objetivo del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura de la Tierra a 1,5 °C. ‘Celebrar estas políticas es como si un saltador de altura reclamara una medalla por haber saltado por debajo de la barra’, manifestó el director de Greenpeace UE, Jorgo Riss.

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