Suelos degradados por la agricultura: causas, reparación y agroecología

Foto: IICA

Entendiendo que, tanto la actividad agrícola como la forestal han degradado el suelo en varias regiones, generando terrenos sin vida en muchas zonas, se ha obtenido como consecuencia que exista un aumento de la pobreza, escasez hídrica, migración campo ciudad y destrucción de ecosistemas. Con el objetivo de mitigar este problema, se han avanzado en diversas alternativas a nivel nacional. Pero, ¿Cuáles son los elementos que aún detienen la recuperación de suelos? ¿La agroecología es expandible a nivel nacional? Fuente: CodexVerde, 17 de noviembre de 2021.


El último informe oficial entregado respecto a la degradación de suelos en Chile a nivel nacional destaca que una de las grandes causantes de este deterioro tiene relación con la erosión de las superficies, entre las cuales, si bien están presentes razones naturales, también están relacionadas a las prácticas humanas agrícolas que se efectúan de una manera inadecuada. En este contexto, un 64% del suelo a nivel nacional está erosionado, lo cual equivale a 36,8 millones de hectáreas. Al mismo tiempo, según estudios desarrollados por la Conaf (2016), la degradación de suelos de alguna forma u otra afecta a 59,9 millones de hectáreas, siendo un 79% del territorio nacional el perjudicado, impactando a 12 millones de personas en Chile.

Región por región, el problema de la erosión se concentra en el norte del país, territorio que abarca un 90% de los suelos degradados. Sin embargo, si solo se considera los niveles mayores de erosión (moderada a muy severa), los porcentajes bajan, alcanzando el 70 y 80% de los suelos de las regiones nortinas. Pasando al centro, nos encontramos que la Región del Maule, según datos del Centro de Información de Recursos Naturales (Ciren), posee un nivel de erosión del 60% de su suelo, habiendo aumentado así un 10% desde el último informe que este mismo organismo dio a conocer el 2010. En tanto, la pérdida anual en los suelos erosionados de esta región se calcula que superan los $7 mil millones.

Los datos entregados por este nuevo inventario de Ciren representan el inicio del nuevo informe que están preparando, para dar a conocer el nivel de degradación y erosión de suelo a nivel nacional, y así actualizar el del 2010. Este organismo continuará el inventario con las regiones de O´Higgins, Ñuble, La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos.

Pero, ¿cuáles son las grandes consecuencias de la degradación del suelo? Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), está la: elevación de acidez, disminución de la fertilidad del suelo, alcalinización, salinidad, erosión eólica e hídrica acelerada, deterioro de la estructura del suelo, pérdida de materia orgánica, y también de la biodiversidad. En consecuencia, tanto los ingresos como la productividad en la agricultura disminuyen, provocando la migración hacia áreas urbanas y un aumento muy considerable de la pobreza rural. En este sentido, desde FAO recomiendan que, de cara a la recuperación de suelos degradados y su productividad, se debe practicar la agricultura de conservación, manejo de riegos, buenas prácticas agrícolas, y la inclusión del Manejo Integrado de Nutrición de Plantas.

El problema del 3% en Chile

Según estudios relacionados a la degradación en el país, la principal causa de este fenómeno es la erosión. Tal como se señaló, casi dos tercios del suelo nacional está en estas condiciones, teniendo algunas regiones un porcentaje más alto (60-80) de su suelo erosionado. En aquellos casos en los que la erosión de suelo es severa, contando con más de un 80% de su suelo degradado, implica que este mismo es irrecuperable.

Al respecto, el ingeniero agrónomo y profesor en el Departamento de Ingeniería y Suelos de la Universidad de Chile, Marco Pfeiffer, señala que “es importantísimo entender que la agricultura en Chile tradicionalmente siempre se ubicó en suelos arables (clase 1,2,3, y en extremo 4). Chile tiene solo 3% de sus superficies con suelos altamente productivos (arables), lo cual es muy poco (1.400 metros cuadrados por habitante). Los suelos altamente productivos suelen aguantar mejor la erosión, las prácticas agrícolas que se consideran arables. Debemos preocuparnos de ese 3%, ya que estas hectáreas están siendo amenazadas por la expansión urbana, y por la parcelación”.

Marco Pfeiffer. Créditos: Marco Pfeiffer

Sobre el fenómeno que expande las urbes, el especialista afirma que “por ejemplo, el 94% de la expansión urbana de Rancagua se produce sobre suelos clase 1 (de los cuales nos quedan en Chile tan solo 36 mil hectáreas). Santiago creció en los últimos 30 años casi 40 mil hectáreas, con lo cual, si seguimos en este camino, nos quedaremos sin suelos agrícolas que puedan producir hortalizas y cereales”. A lo anterior, añade que la degradación de suelo -que se acelera debido a la expansión de ciudades- produce una “amenaza hídrica, inseguridad alimentaria, y genera pérdida de biodiversidad, lo cual afecta a nuestra salud. El hecho de que aparezcan virus como el covid-19, es precisamente por el avance de la agricultura sobre ecosistemas naturales en los cuales estos patógenos se mantienen en equilibrio de alguna manera en su ambiente”.

En este contexto, entra en escena el Programa de Recuperación de Suelos Degradados, el cual inició en 2010 y su fecha culmine será el 2022, organizado por la Subsecretaría de Agricultura, el Servicio Agrícola Ganadero (SAG), y el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP), y que está dirigido a todos quienes sean productores y productoras agrícolas del país, y cumplan con la Ley 20.412, el reglamento y las bases del concurso. Dentro de este plan, en la formulación presupuestaria que el Ministerio de Agricultura y el SAG presentó a la Dirección de Presupuestos de Chile (DIPRES), se destaca que “el programa es la única herramienta normativa que va en apoyo de los agricultores que no pueden implementar medidas de recuperación de suelos por falta de recursos económicos, la problemática de la degradación de los suelos (física, biológica y química), por lo que su no ejecución, empobrece a la agricultura, situación que precariza la agricultura familiar campesina, generando desempleo y migración campo ciudad”.

Comprendiendo las dificultades que conlleva para la población la degradación de suelo, como, por ejemplo, la migración campo ciudad, y la pobreza, Pfeiffer señala que “es importante que las comunidades rurales tengan una mejor calidad de vida y puedan producir productos que le sean más rentables para no generar está presión sobre el medio ambiente que muchas veces se generan a partir de la agricultura campesina de subsistencia la cual, para subsistir, degrada el territorio. Ahí se necesitan programas fuertes de agricultura sustentables que permitan a los agricultores de alto valor no emigrar del campo a la ciudad”.

Reparación y mitigación de la degradación de suelo

Diversos son los factores que han contribuido en la degradación de los suelos a nivel nacional. De acuerdo con cifras de la Sociedad Chilena de la Ciencia del Suelo, el 85% de las tierras agrícolas de alta calidad existentes en nuestro país están bajo cemento (calles, carreteras, construcciones). A lo anterior se debe sumar la alta contaminación por químicos relacionados a la producción agrícola, la grave sequía existente que afecta a Chile hace un par de décadas, y la erosión existente en los suelos del país.

Comprendiendo el contexto en el que está Chile en la actualidad se hace necesario entender las formas más prácticas y también, necesarias de cara a la mitigación de la degradación de tierras. Desde el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), en la antesala de la Cumbre de Sistemas Alimentarios- en donde participaron diversos representantes de los gobiernos ubicados en América, entre ellos la ministra de Agricultura chilena, María Emilia Undurraga-, señalaron que “solo suelos saludables permitirán una agricultura más sostenible”.

Hernán Chiriboga. Créditos: IICA

En la búsqueda precisamente de una agricultura sostenible, y que no dañe de sobremanera a los suelos, evitando así una mayor degradación de estos mismos, el representante de IICA para Chile, Hernán Chiriboga, agrónomo e ingeniero comercial nacido en Ecuador, asegura que “la clave está en el cambio de paradigma en la capacitación, y en la forma de pensar, porque las prácticas rinden frutos, por ejemplo: agricultura en terrazas, a favor de la pendiente y la siembra directa, apoya muchísimo a no dejar el suelo descubierto y con esto facilitar la erosión. Implementación de cercos vivos, incrementar la cantidad de materia orgánica; no fertilizar tanto con fertilizantes químicos sintéticos, sino más bien con fertilizaciones orgánicas, y un manejo integral de cuencas donde se beneficie y se premie a los productores que están haciendo bien las cosas”.

En la misma línea, Chiriboga premia el éxito que ha tenido el Programa de Recuperación de Suelos Degradados (SIRSD) , asegurando que “el SAG con el programa SIRSD, es un muy buen ejemplo de que esto está funcionando. Creo que habría que ir incrementando el presupuesto y la capacidad de acción de programas exitosos como este, que son parte del programa de Suelos Vivos que estamos apoyando como IICA”, afirma el representante de Chile en la organización internacional.

En el programa de revisión presupuestaria del SIRSD para el 2021, se señala que “desde la creación del programa en 2010 y hasta el cierre del ejercicio presupuestario 2018, entre SAG e INDAP se ha bonificado un total de 1.358.608 hectáreas. Solo suponiendo que cada una de aquellas ha sido recuperada, es decir, han salido de su condición de degradación, aún quedaría por recuperar es 18.186.496 hectáreas, sobre la población objeto del programa”. La petición de Chiriboga de aumentar el presupuesto a planes como este surge justamente a raíz del amplio campo que estos programas deben cubrir. Si bien no se tiene certeza respecto a la cantidad de beneficiarios que esta iniciativa tiene hasta la fecha, se ha señalado que para el 2022 (culminación del programa) se entregará un análisis con estos datos al descubierto.

Por su parte, el académico del Departamento de Ingeniería y Suelos de la Universidad de Chile apunta a la decisión que debiese tomar el país de cara a una real mitigación de la degradación de suelos; “un ordenamiento territorial muchísimo más estricto, que impida que estemos utilizando los pocos suelos que nos quedan para poder producir alimentos”.

Sobre la recuperación total original de los suelos, asegura que es algo imposible, dado que, por ejemplo, los suelos degradados de la Región del Maule “son del pleistoceno tardío, pleistoceno medio (100-500 mil años de antigüedad). Estos se van a recuperar quizás en 100 mil años más pero no sabemos si va a haber vida en el planeta. A escala humana esos suelos no son recuperables”. A pesar de lo anterior, afirma que sí se puede realizar un trabajo de restauración que mejore las condiciones actuales de estos terrenos, como, por ejemplo, la agroecología, ya que “al no considerar o minimizar al máximo el uso de fertilizantes como de pesticidas, es una buena alternativa para la agricultura industrial”.

La Agroecología

Esta disciplina está compuesta por un conjunto de prácticas agrícolas, en conjunto a movimientos sociales. Su fin principal es la estabilización de la producción a través de la agricultura sostenible, estudiando al mismo tiempo, como los diversos componentes del agroecosistema conviven. Además, demuestra la viabilidad económica de la zona rural, la multifuncionalidad de la agricultura y persigue la conformación de una identidad cultural y social.

Uno de los grandes exponentes y pioneros en la agroecología no solo en Chile, sino también a nivel latinoamericano, es el Centro de Educación y Tecnología (CET) Biobío. La organización está instalada en la Región del Biobío, en la comuna de Yumbel, en donde han transformado de manera significativa un sector absolutamente degradado, en uno que demuestra que la regeneración ecológica es posible. En CET el trabajo lo realizan un grupo de profesionales, incorporando el apoyo de comunidades, ejerciendo en la actualidad clases a diversos públicos, tanto presencialmente como de manera virtual (a raíz de la pandemia).

La transformación en Yumbel, realizada en el sector de siete hectáreas en las que han trabajado -la cual contaba con poca capacidad de contención de agua, desprovisto de capa vegetal y suelos muy degradados-, ha pasado a ser mucho más fértil, gracias a tecnologías para el aprovechamiento de agua, implementación de huertas demostrativas, modelos educativos agroecológicos, y un sistema de energía renovable. Sin embargo, cabe preguntarse, ¿es este sistema expandible, con el fin de ser un método para frenar la degradación de suelo en más territorios de Chile?

Agustín Infante. Créditos: laventanaciudadana.cl

Según el director de CET Biobío, Agustín Infante, sí. “Se puede implementar en pequeña, mediana y a gran escala, y, de hecho, así es como debe ser implementada. Por ejemplo, iniciativas de obras de conservación, como puros desnivel, o uso de abonos verdes, agroforestería, predios con extensiones altas (200, 300, 1000 hectáreas); así como también, hacer a labranza o cerro labranza. Se tiene que pensar que si se considera que cada uno de los pequeños agricultores adoptara estas prácticas agroecológicas, alcanzas una gran escala, ya que lo importante es trabajarlo a nivel de cuencas o de microcuencas”.

Sin embargo, Infante, quien además es presidente en Chile de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA), afirma que existen limitaciones que frenan la expansión de la agroecología en Chile. “Las universidades no forman todavía a profesionales y técnicos con suficientes conocimientos para una propuestas más integral, más biológica. Todavía prevalecen visiones muy de la agricultura industrial, química, y no un enfoque más biológico, más ecosistémico, y social”, destaca, a lo que añade que prevalece aún un enfoque muy vertical de colaboración, resultando en “soluciones muy químicas, que no contemplan la participación de la gente, productoras o de productores y organizaciones. Además, falta llegar a una mayor cantidad de productores y productoras, debido a la falta de transparencia de conocimientos de los profesionales que están en el área”.

Respecto a la agroecología a nivel macro, en diversos seminarios de la FAO, se establecieron que son 10 los elementos (interdependientes e interrelacionados) más esenciales de cara a una evolución, desde la agricultura hacia la agroecología: diversidad; creación conjunta e intercambio de conocimientos; sinergias; eficiencia; reciclaje; resiliencia; valores humanos y sociales; cultura y tradiciones alimentarias; gobernanza responsable; y una economía circular y solidaria.

Justamente, desde ese punto de vista integral de esta metodología, Infante afirma que se estaría más cerca de una solución: “No es que una tecnología solucione el problema, si no que el foco es la integralidad del sistema. Es importante que la gente tenga lo suficiente para el autoconsumo o que pueda producir más intensamente, de manera que pueda liberar a las lomas, cerros y los suelos con más pendientes o marginales, y que se puedan implementar sistemas agroforestales y no seguir presionando a estos mismos con cultivos, praderas mal manejadas, rotaciones mal diseñadas. Por ejemplo, enfoques integrales son: las curvas de nivel el uso de abonos verdes, la aplicación de compost y la activación biológica del suelo”.

El director de CET Biobío es claro respecto a sus expectativas relacionadas a una real agroecología a nivel país. “Estamos lejos de una agricultura sustentable, pero igual se ha avanzado. Tenemos muchas cuencas que ahora están cubiertas, las cuales hace 50-60 años atrás estaban descubiertas, sin ninguna capa digital, y, en la actualidad, tiene algo de forestación, frutales, o praderas. De a poco vamos avanzando. Tampoco se puede saber la fecha exacta de cuándo seremos sustentables. Lo importante es que se va a ir en la línea de la sustentabilidad”, concluye.

Créditos: IICA

En tanto, las principales amenazas, según el especialista con más de 30 años en el rubro, son: el cambio climático, el monocultivo, prácticas de manejo de suelo poco sustentables, plantación de una sola especie, el no desarrollo de mercados locales, incendios forestales en zonas de monocultivo de pino eucaliptus y la migración campo ciudad.

En definitiva, los principales tópicos que expertos en suelos aconsejan de cara a una agricultura sostenible y que genere menos degradación de suelos, son: la detención de la expansión urbana y la parcelación ya que amenaza al 3% de suelos altamente productivos; la importancia de frenar la migración campo ciudad; el imperativo de incrementar presupuestos para iniciativas como el Programa de Recuperación de Suelos; y las nuevas vías que entrega la agroecología para una recuperación de los suelos degradados. Todo lo anterior tiene por finalidad no solo ser una real vía para una agricultura sostenible, si no también, para que los suelos en Chile sobrevivan.

Los comentarios están cerrados.