Estudio detecta falla en gen que protege del cáncer en vecinos de Puchuncaví y Quintero

Académica de la UV lideró investigación de tres universidades regionales sobre proteína 'guardiana del genoma', que fue publicada el lunes de la semana pasada en revista científica de Alemania. En 2014 había sido objetada por Medio Ambiente. Fuente: El Mercurio, 6 de marzo de 2022.


Pasaron nueve años. Fue en 2013 cuando 140 vecinos que habitaban en zonas de Puchuncaví y Quintero, en las que el suelo presentaba altos valores de arsénico (As), permitieron que investigadores les sacaran muestras de sangre con el fin de evaluar el riesgo en la salud de los contaminantes provenientes del complejo industrial y energético de la zona. Para comparar se tomó muestras a 140 personas que no habitaran zonas con arsénico elevado en el suelo.

El equipo científico, liderado por la directora del Centro Interdisciplinario de Estudios en Salud de la Escuela de Medicina de la U. de Valparaíso (UV), Eva Madrid, estaba interesado en analizar, de entre los 20 mil genes que tiene el ser humano, uno que es llamado el ‘guardián del genoma’.

El nombre obedece a que produce la proteína P53 que vigila la duplicación celular, activando mecanismos de seguridad que evitan el crecimiento desordenado de células (tumores).

Las conclusiones a las que arribó el grupo de la doctora Madrid fueron validadas por la comunidad científica el 21 de febrero pasado, cuando fueron publicadas por la revista alemana de alto impacto científico Environmental Science and Pollution Research, de la editorial Springer.

El artículo demuestra que las personas que viven hace más de cinco años en suelos con concentraciones de arsénico que superen la norma italiana (20 mg/kg) tienen 2,8 más probabilidades de presentar alteraciones en el funcionamiento del gen P53 que las que viven igual lapso sobre un suelo con niveles menores de ese metal pesado (grupo de control).

Eva Madrid destaca que el hallazgo permite entender los riesgos que involucra vivir en las zonas contaminadas de Quintero y Puchuncaví. ‘Hay mucha información mediática, pero casi no hay evidencias de daño a la salud. Se debe promover investigación que genere evidencia si se produce o no daño a la salud humana y de animales’, asevera.

El grupo, integrado también por científicos del centro Ceres y de las universidades Católica de Valparaíso y de La Frontera de Temuco, comprobó que al interior de las células de las personas de las zonas contaminadas ocurre con más frecuencia la llamada ‘metilación aberrante’ de este gen guardián del genoma.

La metilación es un proceso biológico normal destinado a reprimir ciertas expresiones genéticas indeseadas como, en las mujeres, las del gen que produce barba. ‘Se convierte en aberrante cuando impide que el gen transcriba proteínas que deberían estar expresadas y que dejan de hacerlo. En este caso, la proteína supresora del cáncer P53, que debe estar presente en los humanos’, dice.

Madrid es enfática en explicar que no se trata de una alteración genética, pues la secuencia de ADN del P53 se mantiene intacta en el núcleo de la célula, solo que cuando inicia la producción de proteína en el citoplasma ese proceso es interceptado por esta metilación patológica. Quien sufra esa anomalía celular queda más vulnerable ante el cáncer.

Largo camino

Estas conclusiones no son del todo sorpresivas para los dirigentes ambientalistas del entorno del complejo industrial y fundición de Ventanas.

Ya habían sido propuestas en 2014 al Ministerio del Medio Ambiente por las universidades De Valparaíso y Católica de Valparaíso, a las que les encargó evaluar los riesgos en la salud de la contaminación de la matriz suelo en Quintero y Puchuncaví.

Pero cuando el Gobierno recibió el quinto y último informe de avance del proyecto, este denunció una serie de errores metodológicos y puso fin anticipado al contrato. Hernán Ramírez era entonces encargado de Medio Ambiente de la Municipalidad de Puchuncaví y había acompañado al equipo de la doctora Madrid a tomar las muestras a los donantes. ‘Si me preguntas, creo que hubo intención de ocultar información’, señala el  investigador asociado de la Fundación Terram, quien recuerda que el municipio exigió el estudio vía Transparencia y también que fuera subido a la página web del ministerio, lo que fue acogido, pero con la indicación de que no estaba validado.

La doctora Madrid dice no recordar detalles internos de lo que sucedió allí. ‘El ministerio fue validando, publicando y pagando cada etapa. Cuando enviamos el último informe, aparentemente un jefe dio orden de subirlo a la página web y otro dijo que había que bajarlo. Pero nuestras conclusiones en materia de salud fueron validadas, ya que eran parte del informe 4 que el ministerio aceptó. Fue el informe 5, que tenía que ver con remediación, el que se rechazó’, asegura.

Sobre la situación de los 280 donantes, Madrid dijo que no se ha hecho seguimiento de salud por carencia de vigilancia epidemiológica. Aseguró sí que ya entonces puso en antecedentes de los resultados al alcalde de la época de Puchuncaví y al Departamento del Medio Ambiente del Colegio Médico.

¿Qué hicieron ellos con la información? ‘No lo tengo claro, pero probablemente nada, porque tampoco lo habíamos publicado. Hasta hoy’, añade Madrid.

Recuadro

– «El gen P53 produce la proteína llamada ‘guardiana del genoma’, porque es la más relevante de las proteínas supresoras de tumores y uno de los mecanismos antitumoral importantes’.

– «Un jefe dio la orden de bajar el proyecto y un funcionario se negó, porque si estaba aprobado había que subirlo. No sé los detalles de lo que ocurrió en el Ministerio del Medio Ambiente’.

– «Hay que fomentar mayores proyectos de investigación que puedan mostrar de una manera más directa la asociatividad con daños a la salud. Lo que hay es mucha información mediática’. EVA MADRID, DIRECTORA DEL CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS EN SALUD DE LA ESCUELA DE MEDICINA DE LA U. DE VALPARAÍSO

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