Zona entre Portillo y Valle Nevado es la que sufre el mayor derretimiento a causa de la contaminación

Investigación realizada por científicos, liderados por el climatólogo Raúl Cordero, determinó que la presencia de hollín generado en ciudades y transportado por el viento está derritiendo hasta un tercio de la cubierta nival de la cordillera, fenómeno que podría agravarse por la amenaza del cambio climático. Fuente: La Tercera, 30 de marzo de 2022.


La nieve de la cordillera de Los Andes es un vital recurso para muchas comunidades andinas y su derretimiento estacional puede generar graves problemas de suministro de agua, para la generación de energía y la agricultura en la zona central de Chile. Pero al igual que otras cadenas montañosas en todo el mundo, los Andes son altamente sensibles ala deposición de hollín o carbono negro, contaminante que resulta de la combustión de combustibles fósiles y que puede ser trasportado por el viento cientos de kilómetros.

Así lo advierte un estudio realizado por un equipo internacional de investigadores chilenos, norteamericanos y alemanes, liderados por Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, y publicado en la revista científica Environmental Research Letters, que señala que los contaminantes originados en las ciudades chilenas están provocando una disminución de nieve en la cordillera. El análisis se realizó en diferentes puntos de Chile, entre Portillo, Región de Valparaíso, y la Patagonia, específicamente en el Monte Tarn (cerca de Punta Arenas), y reveló que la zona más afectada por la contaminación está en torno a Portillo y Valle Nevado, donde la deposición de hollín está acelerando el derretimiento de hasta un tercio de la nieve acumulada durante el invierno en esta zona.

Cordero explica que en algunas zonas cercanas a las ciudades se suma el cambio climático al efecto de la deposición de contaminantes. «El hollín generado por el uso de combustibles fósiles en las ciudades chilenas es frecuentemente transportado por los vientos hasta la cordillera, donde se deposita oscureciendo la nieve». Debido a su color, «el hollín o carbono negro absorbe radiación solar y acelera el derretimiento de la nieve. En las zonas mas contaminadas de los Andes, cerca de Santiago, se pueden perder prematuramente hasta 40 cm de nieve solo por la acción del hollín originado en la capital», añade. Aunque las concentraciones de hollín en la nieve en torno a estos centros de esquí están lejos de ser tóxicas, «sí es suficiente para acelerar el derretimiento de la nieve. De acuerdo con nuestro estudio, la deposición de carbono negro en torno a éstos, estaría acelerando el derretimiento de hasta un tercio de la nieve acumulada durante el invierno», confirma Cordero.

Cambio climático: Actor principal

El mismo grupo científico recientemente había revelado la existencia de hollín o carbono negro en la nieve, a través de diversas mediciones. El objetivo ahora era revelar y estimar cuánta nieve se derrite producto de este mismo material contaminante. El procedimiento se realizó mediante el uso de la técnica de filtración de agua de deshielo, en muestras de nieve recolectadas en un transecto de más de 2500 km desde los Andes (latitud media) hasta el extremo sur de América del Sur. Al abordar algunos de los vacíos de conocimiento clave sobre los efectos de la deposición del carbono negro en la nieve andina, los científicos identificaron las áreas afectadas por el material, evaluando la reducción del albedo relacionada con este mismo y estimando las pérdidas de nieve resultantes.

El investigador de la Usach revela que la mayor parte del abastecimiento de agua potable de los habitantes de Santiago se origina en el río Maipo, «y nuestro estudio ha mostrado que la nieve de esa cuenca está afortunadamente mucho menos contaminada que aquella en torno a La Parva y Valle Nevado». Por lo tanto, «estimamos que d efecto de la contaminación atmosférica en el suministro de agua potable para Santiago es mucho menos considerable que el del cambio climático», señala. Cordero indica que esto era esperado, considerando que los patrones de viento prevalentes en la zona favorecen el transporte hacia la cordillera de contaminantes generados en Santiago.

«La capital produce una gran cantidad de contaminantes que desafortunadamente a veces, terminan depositándose sobre la nieve en las cercanías de La Parva y Valle Nevado. El transporte de material particulado desde Santiago probablemente sea el responsable de que la nieve en tomo a los centros de esquí cercanos a Santiago sea la más contaminada de Los Andes». Las muestras de nieve fueron analizadas en el Laboratorio de Radiometría y Fotometría de la Universidad de Santiago para determinar su contenido de hollín. La técnica de medición aplicada permitió detectar la presencia en la nieve de concentraciones de hollín y otras impurezas que no pueden ser detectadas mediante otras metodologías. El climatólogo señala que la contaminación de la nieve cordillerana está emporando los devastadores efectos del cambio climático. «La superficie nival está disminuyendo en nuestra cordillera principalmente debido al cambio climático, yen particular, por la caída sostenida de precipitaciones».

En las últimas tres décadas, la superficie cubierta de nieve en la cordillera de los Andes (entre Futre y el volcán Osorno) ha estado retrocediendo a alrededor de 10% por década. Solo en la zona central podríamos haber perdido una superficie nival equivalente a unas cuatro veces la superficie que ocupa la ciudad de Santiago». Cordero explica que esta técnica requiere filtrar muestras de nieve y luego medir en laboratorio cuánta luz es capaz de atravesar el filtro. «El principio es simple: si la nieve recogida estaba contaminada con mucho hollín, el filtro dejará pasar poca luz. Así que la medición de la cantidad de luz que atraviesa el filtro es una medida indirecta de la cantidad del hollín que había en la nieve». Estas mediciones permitieron realizar las primeras estimaciones del derretimiento acelerado de la nieve estacional inducido por la deposición de contaminantes en los Andes. Como consecuencia del cambio climático, es probable que la nieve hacia mediados de siglo esté confinada a puntos de alta elevación y los centros de esquí de la zona central solo puedan operar con nieve artificial. «Hoy, las pistas más bajas en La Parva y Valle Nevado ya necesitan generalmente nieve artificial para operar», advierte Cordero.

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