La biodiversidad del Mapocho es clave para preservar los ecosistemas y ayudar al bienestar de los ciudadanos

Foto: Margarita Huerta

El río funciona como un hábitat para la fauna nativa, absorbe CO2, controla la temperatura y sirve como un lugar de educación ambiental para los habitantes de la ciudad. 'Los ecosistemas fluviales en la que la vegetación ribereña cumplen un papel central, inciden positivamente purificando el aire y moderando su temperatura, siendo hábitat de vida silvestre, controlando el exceso de escurrimiento y los consecuentes problemas de erosión e inundaciones", precisa Fernanda Miranda, geógrafa de la Fundación Terram. Fuente: El Mercurio, 13 de abril de 2022.


Antes de que Santiago fuera la metrópolis que es hoy, alrededor del Mapocho ya se desarrollaba una rica biodiversidad.

Y ahora, a lo largo de los 110 kilómetros del río, todavía es posible apreciar parte de esa riqueza natural: basta con estar atento para observar, entre otras especies nativas, flores como la pata de guanaco y la estrella azul de la cordillera, aves, peces e incluso pancoras, cangrejos que se creían extintos en este lugar.

Sin embargo, se suele creer que la biodiversidad que lo habita puede ser negativa. De hecho, esta semana una ‘Foto del lector’ muestra el cauce del río ‘obstruido por arbustos, árboles y material de arrastre, lo que representa un riesgo inminente para todos los habitantes del sector sur de su ribera (…) ¡Urge su limpieza!’, dice el texto que acompaña la imagen.

El tema causó consternación entre quienes trabajan por preservar este ecosistema. Uno de ellos es Joaquín Moure, fundador y director de la Fundación Mapocho Vivo (@mapochovivo en Instagram), iniciativa que desde 2019 pretende acercar este pulmón verde a la ciudadanía a través de actividades como reconocimiento de flora y fauna y jornadas de limpieza.

‘Nos causa sorpresa que todavía parte de la población desconozca la riqueza natural del río y sus aportes ecosistémicos. El Mapocho es capaz de mitigar inundaciones al contar con vegetación y, de paso, ayuda a disminuir la temperatura, absorber CO2, aportar con oxígeno y entregarnos, en plena sequía, un parque y un humedal urbano que atraviesa la ciudad y se riega solo’, dice.

Sobre la posibilidad de que los arbustos y árboles presentes en la zona pudieran causar una inundación, Cristián Delpiano, investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), explica que ‘el río Mapocho siempre ha tenido vegetación en las partes altas y bajas y eso no ha tenido en el último tiempo ningún efecto en la inundación de la ciudad. Además, hay que recordar que el río está bastante canalizado y si bien ha tenido episodios críticos de subida de nivel en el pasado, eso hoy ya está regulado, por lo que pensar que la vegetación presente ahí pueda ser un peligro creo que no corresponde’.

Patricio Pliscoff, investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad de la U. Católica (Capes UC), coincide: ‘Que exista vegetación en el lecho del Mapocho es un requerimiento mínimo para mantener las condiciones de funcionamiento de los ecosistemas presentes allí. Se conoce como vegetación ripariana a la presente en los ríos, y si se mantiene en buen estado, provee de gran cantidad de servicios ecosistémicos, como la mantención del hábitat de especies, control de la erosión y regulación del flujo del río’.

‘Los ecosistemas fluviales en la que la vegetación ribereña cumplen un papel central, inciden positivamente purificando el aire y moderando su temperatura, siendo hábitat de vida silvestre, controlando el exceso de escurrimiento y los consecuentes problemas de erosión e inundaciones. El problema es que estos espacios históricamente se encuentran en un estado de ‘abandono’ por parte de las autoridades, lo que es una realidad en el caso de la ribera del Mapocho, donde se puede observar un notable deterioro que afecta la biodiversidad y sus funciones ecológicas, ya sea producto de la extracción de áridos, la existencia de viviendas informales o su utilización como vertedero informal de escombros y/o basura doméstica’, precisa Fernanda Miranda, geógrafa de la Fundación Terram.

En ese sentido, asegura, ‘no sería acertado ‘limpiar’ el Mapocho, sino que se debe trabajar para incorporar una visión ecológica en la planificación urbana que permita un mejor manejo de la vegetación de la ribera. Es decir, conservar su composición, estructura y conectividad, en el marco de las soluciones basadas en la naturaleza, algo que cobra mayor relevancia para generar ciudades más resilientes al cambio climático’.

Mejor calidad de vida

Preservar la biodiversidad del río es también clave para el bienestar de las personas. Mauricio Carter, profesor del Depto. de Ecología y Biodiversidad de la U. Andrés Bello, asegura: ‘En este contexto, según la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, iniciativa lanzada por la ONU, los ríos y todos los componentes de su cuenca hidrográfica constituyen servicios ecosistémicos vitales para el beneficio y bienestar humano. Entre ellas, significado patrimonial histórico, educación y esparcimiento’.

‘El conservar la biodiversidad presente en una ciudad es una condición mínima para mantener su habitabilidad, y el generar mejores y mayores instancias de conservación solo nos entrega mejor calidad de vida para las personas’, agrega Pliscoff.

Moure dice que quienes participan de las actividades de Mapocho Vivo valoran el trabajo de preservación que realizan. ‘A los recorridos gratuitos que hacemos por el río junto a la Dirección de Sustentabilidad de la Municipalidad de Vitacura han asistido más de 600 personas de diferentes comunas y todas agradecen la experiencia y nos piden ampliarla a otros sectores’.

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