Importantes resultados arrojó el informe “Actualización de las áreas protegidas de Chile: análisis de representatividad y riesgo climático”, realizado por el profesor asociado del Instituto de Geografia y Departamento de Ecologia UC, Patricio Pliscoff, por encargo del Centro de Estudios Públicos (CEP). Una de las principales misiones que tenía el documento -presentado oficialmente en junio pasado- era hacer un cruce de información entre las áreas protegidas públicas y privadas, siendo que el último catastro de estas últimas se había efectuado entre 2013 y 2015.
En rigor, el informe persiguió los siguientes objetivos: actualizar la base de datos de áreas protegidas en ambos niveles; determinar qué nivel de representatividad de ecosistemas terrestres del país están en el sistema de protección oficial del Estado y también de iniciativas de conservación privada; y, por último, hacer un análisis de riesgo de los ecosistemas terrestres en el contexto de crisis climática.
Para cumplir el primer objetivo, Pliscoff -doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad de Lausanne, Suiza- consideró en su estudio las áreas protegidas contempladas en el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE, administrado y ejecutado por la CONAF, y que incluye Parques Nacionales, Reservas Forestales, Reservas Nacionales y Monumentos Naturales) más los Santuarios de la Naturaleza (cuya declaratoria depende del Consejo de Monumentos Nacionales, no de CONAF). Se incluyó en el registro a aquellos Santuarios de la Naturaleza que se designarán en el transcurso del año 2022.
Por su parte, respecto de las áreas de conservación privada, se le encargó a la organización “Así Conserva Chile” una metodología de contacto con los propietarios con interés en proteger sus terrenos. Dicha base de datos se complementó con los límites cartográficos de otras áreas privadas que no habían sido catastradas en el anterior informe realizado entre 2013 y 2015.
Respecto del segundo objetivo, el análisis de representación de un ecosistema busca identificar los vacíos y falencias de una red de áreas protegidas en el país. Utilizando definiciones plasmadas en un estudio de 2017 del mismo Pliscoff y Federico Luebert, se reconocieron 125 ecosistemas en Chile, de los cuales se analizó su representatividad en el sistema de protección del Estado de Chile y de privados.
Es importante señalar que ese cálculo de representatividad se obtiene de una fórmula en que se restará el área actual del ecosistema menos las áreas reemplazadas por otros usos de suelo de origen antrópico. Ahí la representatividad se medirá en tres niveles por cada ecosistema analizado: 0% a 10% (vacío total de protección); 10% a 17% (por debajo de los estándares internacionales); y sobre el 17% (nivel de protección adecuado). La Convención de Diversidad Biológica establece que la meta -llamada Aichi- de protección de al menos un 17% por cada ecosistema es el adecuado.
Por último, en busca del tercer objetivo de análisis de riesgo en el escenario de cambio climático, se emplearon dos aproximaciones. La primera utiliza los resultados del Atlas de Riesgo Climático (ARCLIM), cuyo enfoque metodológico es una evaluación de riesgo de flora y fauna a partir de los cambios futuros en la temperatura promedio mensual y en las precipitaciones acumuladas anuales. Y la segunda consiste en la proyección futura de los ecosistemas a partir de modelos correlativos que permiten visualizar distintos escenarios de cambio climático.
Toda la información quedó plasmada en una plataforma final, a través de la página conservacioncep.cl.