Entre protestas en las afueras del Congreso Nacional de Valparaíso, el pasado martes 11 de octubre el Senado aprobó por 27 votos a favor, 10 en contra y una abstención el Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (CPTPP, más conocido como TPP-11). Integrado por 11 países (Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Chile, Malasia, México, Japón, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam), el TPP-11 busca, según se señala en la página web de la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales, “establecer marcos legales predecibles para el comercio, facilitar el comercio regional, promover el crecimiento sostenible”, entre otros aspectos.
Sin embargo, para los detractores se trata de un acuerdo comercial que atenta contra la soberanía del país, principalmente por la potestad que tienen las empresas transnacionales de demandar a los Estados si su marco regulatorio les afecta para cualquier tipo de proyecto. Sus adherentes, en cambio, esgrimen que el tratado es una gran oportunidad económica para Chile de poder generar en pleno en medio de una recesión mundial.
El Gobierno encabezado por el Presidente Gabriel Boric -criticado por no retirar a tiempo el tratado del Congreso- comenzó a elaborar su estrategia de las cartas bilaterales o “side letters” antes de ratificar la decisión adoptada por el Senado respecto del TPP-11. A través de las “side letters” -mecanismo de negociación bilateral con cada país parte del tratado-, el Ejecutivo busca dejar sin efecto el apartado más polémico, incluido en el capítulo 9 del documento: el de controversias entre los Estados parte y los inversionistas.
El pasado viernes 14 de octubre, el Presidente Boric anunció que México y Nueva Zelanda aceptaron las cartas laterales, y que hay conversaciones bien perfiladas con Perú, Australia y Vietnam. Boric recordó que Estados Unidos se retiró, durante el gobierno de Donald Trump en 2017, del TPP-11, lo que, a juicio del Mandatario, cambió “algunos aspectos que eran críticos para nosotros”. Agregó, sin embargo, que “no es el resultado que me hubiera gustado”, cuando se le consultó sobre su rechazo al TPP-11 en su período como diputado.
Para analizar las implicancias ambientales de este tratado, y la importancia de discutir las “side letters” para evitar este mecanismo de resolución de conflictos, País Circular conversó con Hassan Akram, politólogo y economista británico radicado en Chile, quien es doctor en Ciencias Sociales y Políticas por la Universidad de Cambridge, director de la sede chilena de la Universidad Wake Forest de Estados Unidos, profesor de Políticas Públicas de la Universidad Diego Portales y panelista del programa radial online La Voz de los que Sobran.
Akram dice que, en materia ambiental y en todos los otros términos, las “side letters” son más importantes que la aprobación del TPP-11, al que califica como un tratado “malo”, pero que no sigue una línea muy distinta a la aprobación de varios tratados multilaterales que mantiene Chile con otros países. La clave, según él, pasa por eliminar en cada “side letter” con los Estados parte el sistema de tribunales arbitrales que -asegura- tienen criterios muy sesgados en sus fallos y, más concretamente, a favor de las empresas transnacionales y en contra de los Estados.