Más del 55% de la superficie de la región se encuentra en riesgo de desertificación grave, afectando un 73% de la población regional, ubicándonos en el...
Más del 55% de la superficie de la región se encuentra en riesgo de desertificación grave, afectando un 73% de la población regional, ubicándonos en el primer lugar de superficies afectadas a nivel país y segunda en cantidad de población.
De la superficie de tierras afectadas, 3,9 millones de hectáreas están complicadas. Y el 92% de la superficie regional se encuentra en condición de sequía grave, afectando el 95% de la población regional.
Debido a estas alarmantes cifras, la Región de Coquimbo a través de la Intendencia, con el apoyo técnico de CONAF y de los servicios del agro y del Gobierno Regional, han construido la Agenda Corta de Lucha Contra la Desertificación.
El intendente de la región de Coquimbo, Claudio Ibáñez, enfatiza que “se ha trabajado conjuntamente con los servicios públicos involucrados en esta problemática, transformamos el antiguo Comité de Emergencia por Sequía en la Comisión de Recursos Hídricos y Desertificación, creando también otra área específica de trabajo, la Subcomisión de Lucha contra la Desertificación, iniciativa inédita en el país donde buscamos dar respuesta a las alarmantes cifras entregadas en el Plan de Acción Nacional contra la Desertificación, actualizado por la CONAF durante este 2016”.
Toda esta articulación, añadió la autoridad regional, se traduce en la actual “construcción de la agenda corta regional sobre esta temática que contempla dos grandes ítemes de inversión, por un lado para la conservación y recuperación de suelos, agua y vegetación, valorizada en $15.505 millones y una segunda con la creación de capacidades para luchar contra la desertificación con $ 1.200 millones”.
De esta manera, los aspectos a trabajar en la agenda corta relativa a la conservación y recuperación de suelo, agua y vegetación considera actividades de mejoramiento de riego, restauración ecológica, conservación de suelos, captación de aguas lluvias, conservación y recuperación de suelos degradados, exclusión y creación de nuevas áreas silvestres protegidas en la región y también de acciones de protección y combate de incendios forestales.
En tanto, las acciones relativas a la creación de capacidades en el tema de la desertificación considera procesos de participación ciudadana y seguimiento de salvaguardas sociales y ambientales, proyectos de investigación relacionados a la mitigación y adaptación de los efectos del cambio climático y la desertificación, capacitación de profesionales, profesores, técnicos y comunidad en general.
“Si bien es cierto que la desertificación está presente en todo el país, la Región de Coquimbo es la más afectada, por lo que en esa zona concentraremos nuestro esfuerzo. El cambio climático ha sido un factor decisivo en el aumento de las cifras, por lo que debemos ya pensar que dejó de ser un elemento considerado inicialmente como fenómeno, para pasar a ser estructural”, comentó el director ejecutivo de CONAF, Aarón Cavieres.
Para la directora regional de CONAF, Liliana Yáñez, “el fenómeno de la degradación de los recursos por desertificación va muy de la mano con otros fenómenos que acentúan sus efectos, y es que debido a las variaciones climáticas de los últimos 50 años, la condición de aridez se ha ido incrementando en la Región de Coquimbo, y los períodos de escasez hídrica se hacen cada vez más frecuentes y más severos”.
Explica además que se hace relevante mencionar “el diagnóstico que nos entregó el Plan de Acción Contra la Desertificación, el PANCD para Chile, que nos dice que la Región de Coquimbo es la más expuesta al riesgo por sequía grave, pasándose de una condición semiárida a mediados de los 70, a una condición árida en la actualidad, y llegando a extremos de hiperaridez, en la parte norte, afectando principalmente a las comunas de La Higuera y Vicuña y en el secano interior de las comunas de Combarbalá, Illapel y Monte Patria. Por lo que si no se controla la desertificación y la degradación de la tierra, estarán amenazadas las mejoras en el bienestar de las futuras generaciones”, enfatiza la autoridad regional de CONAF.
El seremi de Agricultura, Andrés Chiang, explica que como gobierno regional “estamos trabajando a través de la concreción de la Comisión de Recursos Hídricos y Desertificación y la Subcomisión de Lucha contra la Desertificación, distintas voces tendrán participación como el mundo social, civil, privado. Además, está la instancia de la incorporación de otros ministerios, de esta forma se verán acciones concretas, donde también está la participación de proyectos con financiamiento internacional como ya lo está realizando CONAF con fondos del Banco Mundial”.
En este contexto se inserta también el compromiso presidencial de manejar 100 mil hectáreas de bosque nativo y forestar otras 100 mil hectáreas al año 2030, acciones que en conjunto con el Ministerio de Agricultura y otros servicios del agro, buscarán paliar y revertir el proceso de desertificación y degradación que experimenta el país.
De acuerdo al diagnóstico presentado por el Plan de Acción Contra la Desertificación (PANCD), éste nos explica que la desertificación es causada por una mixtura de factores que cambian con el tiempo y varían de acuerdo al lugar. Sin embargo, en todos está presente el factor humano como detonante, ya que la desertificación no es un fenómeno natural, sino que se debe a un uso no sostenible de los recursos naturales, particularmente el suelo.
Entre los factores directos se encuentran los patrones y prácticas del uso de la tierra, los que incluyen cultivos inadecuados, mal manejo ganadero y sustitución de formaciones vegetales nativas, además de los procesos relacionados con el clima y sus cambios.
“Las poblaciones de las tierras secas pueden evitar la degradación, que es el inicio del proceso de desertificación, mejorando sus prácticas agrícolas y cambiando los patrones de movilidad para el pastoreo a una manera que sea sostenible”, resalta la directora regional de CONAF.
Sin embargo, la prevención eficaz de la desertificación requiere que tanto el manejo en el nivel local como los enfoques de las políticas en el nivel macro promuevan la sostenibilidad de los servicios que prestan los ecosistemas. En este marco, la Convención recomienda que los esfuerzos se centren en la prevención, debido a que las tentativas de rehabilitar las áreas desertificadas son costosas y tienden a producir resultados limitados.
El concepto es relevado en el nuevo PANCD, donde propone y destaca una Cultura de la “Prevención”, apostando por el manejo sustentable de la tierra y el agua, en donde todas las medidas que protegen los suelos contra la erosión, la salinización y otras formas de degradación del suelo previenen la desertificación.
De esta forma, el uso sostenible de la tierra puede hacer frente a actividades humanas tales como el sobrepastoreo, la sobreexplotación de las plantas, apisonamiento de suelos y prácticas no sostenibles de la irrigación que exacerben la vulnerabilidad de las tierras secas. Las estrategias de manejo incluyen medidas de desconcentración de las presiones de las actividades humanas, tales como trashumancia (uso rotativo) en las tierras de pastoreo y abrevaderos, número de cabezas de ganado en consonancia con la capacidad de carga del ecosistema, y composición diversificada de las especies.
Recientemente se formalizó el Consejo de Gestión Área de Intervención en Combarbalá, organismo que formaliza el proyecto piloto de Manejo Sustentable de la Tierra en la región de Coquimbo, iniciativa que reúne a servicios públicos, municipalidad y comunidad. Es financiada por el Banco Mundial donde CONAF actúa como secretaría técnica, el alcalde la lidera y entre sus funciones está determinar y aprobar proyectos que vayan en directo beneficio de las comunidades en pro del manejo sustentable de la tierra.
El principal objetivo del proyecto es atacar las áreas de desertificación, apoyar a los afectados por el tema de la sequía, hacer corredores biológicos, que son proyectos multiprediales y desarrollar iniciativas vinculadas al manejo sustentable de la tierra, entre otras acciones.
La iniciativa está considerada en la Estrategia Nacional de Cambio Climático y Recursos Vegetacionales, liderado por CONAF y que busca revertir la desertificación, reforzar la contribución a la política de biodiversidad en el ámbito silvoagropecuario y proteger los activos de carbono.
Fuente: Diario El Día