Investigadores escudriñan los secretos de los escurridizos felinos nacionales

El Mercurio, 16 de septiembre 2013.- Especies silvestres pequeñas. De hábitos preferentemente nocturnos, la güiña, el gato de Geoffroy, el colocolo y el gato andino son especies...


gato-andinoEl Mercurio, 16 de septiembre 2013.- Especies silvestres pequeñas. De hábitos preferentemente nocturnos, la güiña, el gato de Geoffroy, el colocolo y el gato andino son especies poco estudiadas. Hoy, gracias a tecnologías como las cámaras trampa, los especialistas han podido observarlos en su hábitat natural y conocer un poco más de sus costumbres y distribución.

No ha sido sencillo estudiar a los pequeños felinos silvestres que habitan nuestro país.

Por muchos años los investigadores reconocían lo poco que se sabía de la güiña ( Leopardus guigna ), el colocolo ( Leopardus colocolo ), el gato Geoffroy ( Leopardus geofroyi ) y el gato andino ( Leopardus jacobita ). Este último, incluso, recién comenzó a ser investigado en forma sistemática a fines de la década pasada, a pesar de que era mencionado por la tradición indígena del altiplano.

Actualmente, gracias a tecnologías como los videos y las cámaras trampa han podido observarlos en su hábitat natural y conocer un poco más de sus costumbres y distribución. Parte de los avances obtenidos aparecieron recopilados hace algunas semanas en un artículo de la publicación científica Boletín de Biodiversidad de Chile, encabezado por el biólogo Agustín Iriarte.

Se ha comprobado que las cuatro especies, preferentemente de hábitos nocturnos, están emparentadas con el ocelote y por eso todas comparten la palabra Leopardus en su nombre científico, destaca el investigador, gerente de Flora & Fauna Chile.

El que ha arrojado más sorpresas ha sido el gato andino. Originalmente se creía que su población estaba concentrada en el límite con Bolivia, en Arica-Parinacota y Tarapacá. Sin embargo, nuevas investigaciones han revelado que también está presente en la zona alta de San Pedro de Atacama y en el sureste de la provincia de Atacama, muy cerca del límite con Coquimbo.

También ha sido visto en la cordillera de Mendoza, en el lado argentino, e incluso en el norte de la provincia de Neuquén, casi a la altura de Talca, ambas áreas muy alejadas del ambiente altiplánico. Aunque es raro encontrarlo ahí, hay evidencia de que Claudio Gay describió un ejemplar de la especie en la zona de Lo Barnechea, dice Nicolás Lagos estudiante del magíster en áreas silvestres y conservación de la naturaleza de la U. de Chile, quien también participó en la publicación. Las poblaciones argentinas, entonces, podrían ser remanentes de esa antigua distribución.

El gato andino comparte territorio con otro felino pequeño, el colocolo, también conocido como gato del pajonal y que habita prácticamente todo el cono sur.

En ocasiones se les confunde entre sí, pero para quien tiene ojo más atento presentan notorias diferencias, dice Lagos. «El gato andino tiene una cola más larga y gruesa que la del colocolo, que es delgada, como la del gato doméstico. El andino es más gris, mientras que el colocolo tiene tonos más amarillentos porque el primero vive en roquedales y el segundo en pajonales. Además, mientras la nariz del gato andino es negra, la del colocolo tiene color piel, es rosada».

El más chico

El tercero de los gatos silvestres chilenos es la güiña, una especie prácticamente endémica de Chile central y sur. Se ha comprobado que es uno de los felinos más pequeños del planeta, con ejemplares que llegan a pesar apenas un kilo.

En un trabajo conjunto de fundación Fauna Andina y la U. Santo Tomás-Temuco, los investigadores comprobaron que el animal hace uso de pequeños remanentes de bosque nativo y que incluso ha optado por trasladarse a espacios abiertos por la inexistencia de bosque.

El cuarto y último representante de estos felinos es el gato de Geoffroy, también conocido como gato montés argentino. Es más abundante al otro lado de los Andes que aquí, pero se le puede ver en Magallanes y en la parte alta de Lonquimay. Uno de sus más recientes registros se obtuvo en Aysén, en el valle Chacabuco, propiedad de Douglas Tompkins.

Hace algunos años se produjo un tráfico ilegal de sus pieles. «Como había una o dos provincias argentinas que autorizaban su caza, los cazaban, mandaban para allá y luego los exportaban. Muchas pieles con origen chileno se vendieron de esa forma», cuenta Iriarte.
Clara amenaza

Los felinos silvestres están potencialmente amenazados por las enfermedades de sus parientes domésticos, dice Gerardo Acosta-Jamett de la U. Austral.

El veterinario acaba de iniciar un estudio de heces de güiñas y ha determinado que podría existir peligro de contagio de leucemia felina. «Una investigadora capturó una güiña en Chiloé y encontró presencia del virus». Además, podrían sufrir de inmunodeficiencia felina. Ambas enfermedades podrían causar extinciones locales de estos animales, como ya ocurrió con el lince ibérico en España, advierte Acosta-Jamett. «Son una clara amenaza».

En la Fundación Fauna Andina también están iniciando un trabajo de parasitología.

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