El Mercurio, 28 de octubre 2013.- Peces fueron liberados en la zona. Son depredadores del Orestias, un pez endémico del área que de extinguirse afectaría toda la...
El Mercurio, 28 de octubre 2013.- Peces fueron liberados en la zona. Son depredadores del Orestias, un pez endémico del área que de extinguirse afectaría toda la red de alimentación de ese frágil ecosistema altiplánico.
Desde hace cinco años que la introducción no programada de la trucha arcoíris tiene en jaque a la población de peces del género Orestias del lago Chungará, en la Región de Arica y Parinacota.
Hace algunas semanas, una expedición conjunta del Departamento de Ciencias Ecológicas de la Facultad de Ciencias de la U. de Chile y del Instituto de Ecología de la U. de Innsbruck, Austria, comprobaron que la situación no se ha atenuado.
Las truchas, que alcanzan hasta 80 centímetros de longitud, fueron introducidas originalmente en el sector del río Lauca, pero el proyecto de piscicultura fracasó y fueron liberadas en el lago, que es reserva de la biósfera.
«Se creía que por ser un lago de altura y muy salino no vivirían mucho, pero otras truchas arcoíris ya se han aclimatado al lago Titicaca, donde han permanecido por más de cincuenta años, tienen una capacidad de aclimatación increíble», explica Irma Vila, académica de la U. de Chile, quien ha trabajado en el área desde los años 90 y ahora desarrolla dos proyectos Fondecyt.
Las truchas cambiaron la dinámica de la cadena trófica del Chungará al transformarse en depredador y competencia directa por alimento del Orestias . Este pez, de no más 40 centímetros, es endémico del área y está en serio peligro de extinción.
«La gracia de los Orestias es que es posible encontrarlos en todos los sistemas acuáticos del altiplano, pero en cada uno de ellos la especie es distinta. En Chungará está el Orestias chungarensis , en Tiacota el Orestias tiacotensis , en Parinacota el Orestias parinacotensis , y en Cotacotani el Orestias laucaensis . Es decir, en un par de kilómetros tenemos cuatro especies, pero no tienen ninguna comunicación entre sí», dice Juan Pablo Oyanedel, investigador del equipo de la U. de Chile.
De ahí que si el Orestias del Chungará se extingue, los expertos dicen que se perdería una especie única. «Lo único que las está salvando es que se refugian en las aguas bajas en torno a la vegetación que hay en la orilla de estos lagos, las macrófitas. Eso las podría proteger un tanto, pero no sabemos hasta cuando», reconoce Vila.
Las macrófitas están asociadas al plancton del lago, una fauna de pequeños insectos, moluscos y crustáceos, todos los cuales constituyen el alimento principal para los Orestias .
Para colmo, las truchas pequeñas se están comiendo el plancton en gran cantidad. «No he encontrado la misma abundancia comparado con lo que se podía encontrar antes», admite Oyanedel.
Además, las más grandes cada vez se están atreviendo a llegar más a la orilla y se comen a los Orestias .
Su extinción no solo implicaría la desaparición de un componente de la cadena trófica, sino que podría poner en riesgo el sistema completo, advierte la especialista.
El lago no está solo afectado por la presencia de la trucha arcoíris. El cambio climático que se prevé para los próximos 20 a 30 años también podría influir en la biodiversidad local, que depende en gran parte de la oscilación climática entre Niño y Niña.
Este año, por ejemplo, en el altiplano llovió mucho como consecuencia del fenómeno de la Niña (el mismo que produce sequía en las zonas más bajas), lo que permitió que las aguas subieran de nivel y surgieran más plantas macrófitas. Pero cuando se presentan períodos de menos precipitaciones, como ocurrió el año pasado, disminuye su volumen.
Si al escenario de escasas precipitaciones se suma la extracción de agua que se realiza para actividades mineras, el potencial daño para la biodiversidad del borde del lago resulta enorme, advierten los especialistas.
Erradicación
En estos momentos hay un plan impulsado por la Subsecretaría de Pesca y el Servicio Nacional de Pesca para erradicar a las truchas del lago, pero Irma Vila estima que será muy difícil conseguirlo. Una opción, dice, es cerrar el río que nace del Chungará y tratar de capturar la mayor cantidad posible con redes.