Parques Privados y Comunitarios para Conservación de la Biodiversidad: La Paradoja de Oportunidades y Desafíos

Columna de Elisa Corcuera, Presidenta Así Conserva Chile, publicada en el Dínamo el 16 de enero de 2013. Somos un país pequeño, geográficamente aislado, con características...


Columna de Elisa Corcuera, Presidenta Así Conserva Chile, publicada en el Dínamo el 16 de enero de 2013. Somos un país pequeño, geográficamente aislado, con características y ecosistemas únicos, con especies altamente endémicas. Aunque es un dato menos conocido, somos también un país líder en Latinoamérica en conservación privada y comunitaria.

Desde hace años que en el país hay diversos propietarios calladamente haciendo conservación a pequeña o gran escala, gente muy diversa motivados por un espontáneo cariño a la tierra y un gran respeto por los ciclos naturales de la vida.

La conservación voluntaria de tierras ha cobrado auge extraordinario en Latinoamérica desde la década del ’90. Más allá de las conocidas reservas privadas de Costa Rica que traen bonanza económica a su país, en paralelo en los países del continente, incluyendo en Chile, han surgido una gran variedad de iniciativas, con diversos actores sociales, y un potencial que ha sido reconocido por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como el eje de crecimiento futuro de la protección de la biodiversidad. En muchos países de la Región, incluyendo notables ejemplos como Brasil y Colombia, se han creado leyes y fondos que regulan y aportan incentivos a quienes llevan a cabo actividades de protección de la naturaleza voluntariamente en sus territorios. A pesar de que en Chile tenemos un robusto movimiento de Iniciativas de Conservación Privadas y Comunitarias, en institucionalidad estamos entre los países atrasados entre nuestros pares, una extraña paradoja.

Los enfoques que integran la producción sustentable, el ecoturismo, el cuidado de especies en peligro o la investigación científica son aplicados entre otros por familias, empresas, comunidades y universidades. Agrupados en la Asociación de Iniciativas de Conservación en Áreas Privadas y de Pueblos Originarios de Chile denominada ASI Conserva Chile (www.asiconservachile.org), suman cerca de 100 iniciativas de conservación privada y comunitaria, que cubren unas 600 mil hectáreas. Sus miembros comparten la convicción de ver un Chile con más respeto por la vida, más oportunidades económicas, social y culturalmente más consciente, construyendo un cambio positivo desde sus predios.

Así resulta alentador que en Chile las personas con hechos concretos demuestren voluntad y un compromiso real por la protección de la biodiversidad, pese al escaso interés o reconocimiento, y nulos incentivos por parte del Estado. Los desafíos son muchos, los gestores de estos proyectos luchan constantemente por subsistir y proteger las especies y ecosistemas que en ellos hay, vale recordar el incendio que casi arrasó con las roblerías del Santuario Altos de Cantillana, y el endémico lagarto Torcuato que sólo allí habita. Dependiendo únicamente de las personas que voluntariamente renuevan cada día su cariño, compromiso y dedicación de recursos, la gran mayoría de las iniciativas de conservación privadas en Chile viven en continuo peligro de desaparición.

Para lograr un manejo efectivo y no sólo buenas intenciones, es necesario interactuar con muchos actores claves vinculados, aprender de sus experiencias y lograr un trabajo conjunto, ya que un elemento propio de la biodiversidad, es que no conoce de fronteras y demanda una coordinación permanente con predios vecinos, para lograr impacto en la conservación de una zona. Trabajando en forma aislada, los gestores de las iniciativas de conservación privada en Chile sólo logran una pequeña parte de su potencial aporte.

Las oportunidades también son muchas: a diferencia de los Parques Nacionales, los parques privados y comunitarios tienen, en general, una vocación mucho más productiva, y una muchísima mayor eficiencia en el emprendimiento económico y social. Aquí se presenta la oportunidad de realizar conservación a mucho menor costo que en el sistema estatal, integrando una visión de fomento productivo y emprendimiento social.

Chile actualmente está en el proceso de diseñar un Sistema Nacional de Áreas Protegidas, que se expresa concretamente en un proyecto de ley que prontamente será debatido en el Congreso y es conocido como la Ley SBAP. Es la oportunidad para alcanzar una sólida institucionalidad, que incluya en los esfuerzos de conservación de la biodiversidad las oportunidades y desafíos planteados por los propietarios privados, comunidades agrícolas e indígenas, donde la perspectiva regional y la participación de la comunidad sean indispensables en los procesos de gestión del desarrollo sustentable, potenciando a las iniciativas de la sociedad civil como dinamizadores de la economía y calidad de vida local.

El diseño e implementación de un Sistema Nacional de Áreas Protegidas, que integre lo público, privado y comunitario, lo marino y lo terrestre, es uno de los temas pendientes que tiene Chile para cumplir con el Convenio de la Biodiversidad, suscrito por más de 180 países, y que fue ratificado por Chile el año 1994. Se presenta hoy además, la oportunidad de incorporar maneras innovadoras y creativas de hacer conservación que surgen desde el ámbito no-gubernamental, produciéndose de manera virtuosa la integración de los intereses nacionales y regionales en materia desarrollo sustentable, y a la vez viabilizando el cumplimiento del Convenio Internacional de la Biodiversidad.

Somos un país pequeño, geográficamente aislado, con características y ecosistemas únicos, con especies altamente endémicas. Aunque es un dato menos conocido, somos también un país líder en Latinoamérica en conservación privada y comunitaria, líder desde la sociedad civil en cantidad, diversidad, creatividad y extensión de los proyectos. Y somos reconocidos así a pesar de nuestra deplorable trayectoria en el ámbito de institucionalidad de apoyo. Ya es tiempo que la discusión de la Ley SBAP nos deje con instrumentos que aseguren y promuevan una favorable conservación de la diversidad biológica, integrando a la sociedad civil, otorgando incentivos económicos para las funciones que son de interés social, programas de fomento productivo para crear polos de emprendimiento sustentable a su alrededor, y dejando atrás la actual paradoja para convertirnos en país líder, en todo sentido.

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