Informe IPBES: El bienestar humano depende de la biodiversidad

El primer informe mundial sobre el estado de los ecosistemas establece una nueva forma de enlazar las actividades del hombre y la naturaleza. Nuestra dependencia va...


El primer informe mundial sobre el estado de los ecosistemas establece una nueva forma de enlazar las actividades del hombre y la naturaleza. Nuestra dependencia va mucho más allá de la explotación económica.
«La contribución de la biodiversidad y la naturaleza a las personas suena para muchos algo más bien académico y lejano a nuestra vida diaria», dijo sir Robert Watson, presidente de la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES en inglés). «Nada puede ser más alejado de la verdad; ellas son la fuente de nuestra comida, agua limpia y energía. Están en el corazón no solo de nuestra sobrevivencia, sino también de nuestras culturas, identidades y capacidad de disfrutar la vida». Este es el mensaje más contundente que deja el primer diagnóstico planetario sobre el estado de la naturaleza entregado por IPBES. La conclusión es que la biodiversidad no solo permite crear riqueza explotándola, sino además, la calidad de vida del hombre depende de ella de una manera mucho más amplia y profunda.
«Aunque ahora suene obvio, por primera vez se establece con evidencia científica que la declinación y el mal estado de la mayor parte de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos tienen un impacto directo en el bienestar del ser humano», dice Olga Barbosa, académica de la Universidad Austral, investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), y uno de los científicos chilenos que trabajaron en el informe.
Datos negativos
IPBES o el «IPCC de la biodiversidad» -haciendo alusión al organismo intergubernamental que se concentra en el cambio climático- nació en 2012. Su objetivo es realizar evaluaciones científicas del estado del conocimiento sobre la diversidad biológica, los ecosistemas y las contribuciones que estos hacen a las personas. En este contexto, durante tres años, 550 investigadores de más de cien países trabajaron recopilando y analizando toda la información disponible dividida en cuatro macrozonas: América, Europa y Asia Central, Asia-Pacífico y África. Y las conclusiones son desalentadoras.
La biodiversidad sigue en declinación en todas las regiones del mundo, se lee en las conclusiones. Esta alarmante tendencia pone en peligro las economías, los medios de subsistencia, la seguridad alimentaria y la calidad de vida de las personas.
En América, se estima que la contribución que hace la naturaleza a las personas supera los 24 trillones de dólares al año, lo que equivale al producto interno bruto del continente. Aun así, el 65% de esos aportes está disminuyendo, pero además el 21% de ellos lo hace de manera peligrosa. En otras palabras, actualmente la biodiversidad es 31% menor que cuando Cristóbal Colón llegó al continente y se proyecta que para 2050 ese número se empine al 40%.
Hay esperanzas
«La huella humana en América ha aumentado fuertemente en los últimos 50 años, duplicándose o triplicándose en el período», dice Aníbal Pauchard, director del Laboratorio de Invasiones Biológicas de la U. de Concepción, investigador del IEB y parte de uno de los capítulos del informe. Lo más grave es la pérdida de hábitat natural debido a la deforestación, urbanización y habilitación de terrenos agrícolas, continúa. «Si a esto se le suman el cambio climático y las especies invasoras, el riesgo para la biodiversidad es altísimo».
El problema se agrava aún más si se considera que para 2050 se espera que la población del continente aumente en 20%. A ello se suma el que América es esencialmente urbana, así como también lo es Chile, dice Olga Barbosa. Una de las conclusiones del informe en este aspecto es que falta mucha información para dimensionar el fenómeno, pero aun así hay algo positivo para el país. Los trabajos que se nombran en la evaluación vienen de Estados Unidos y Chile. «Tenemos cierta ventaja con respecto al resto de los países del continente, porque ya comenzamos a estudiar el tema, pero además con un enfoque especial, porque los ejemplos citados son de Valdivia, Osorno y Temuco», explica.
Si bien el informe es negativo, hay datos que alientan, porque podrían permitir tomar medidas concretas. Mientras la mayoría del bosque mediterráneo de Chile está en disminución, hay zonas de la Región de Los Ríos donde se recupera. Ahí la economía se basa en el turismo. «Hay que entender que para cuidar la biodiversidad no es necesario que la economía deje de crecer. El turismo es mucho menos dañino para los bosques que cortarlos, por ejemplo. Se trata de un cambio de foco», dice Mary Kalin, Premio Nacional de Ciencias, investigadora del IEB y co-coordinadora de uno de los capítulos del informe de América.
Ahora, para lograr esa paulatina reconversión, es necesario determinar el estado de lo que se tiene que resguardar. «El crecimiento económico y poblacional de Chile han causado un impacto en el ambiente que no tenemos cuantificado», dice Aníbal Pauchard.
Si bien el informe no puede dar recomendaciones directas a los países, IPBES sí sugiere que cada nación haga su propia revisión; Brasil ya comenzó con la propia. A nivel local aún no hay ninguna iniciativa, pero todos los especialistas coinciden en su urgencia. Para Mary Kalin, además, aquí la educación es crucial. «Esto va más allá de los gobiernos, es la sociedad misma la que tiene que ser consciente de lo que enfrenta», opina.
La degradación del suelo, la pérdida de la diversidad biológica y el cambio climático son tres caras distintas del mismo desafío central: el impacto cada vez más peligroso de nuestras elecciones sobre la salud de nuestro ambiente natural, dijo sir Robert Watson. «No podemos permitirnos enfrentar ninguna de estas amenazas de manera aislada».
Fuente: El Mercurio.

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