Sus habitantes han debido sumar desde el año pasado una nueva preocupación: temperaturas constantes sobre 30º Celsius, ráfagas de viento de más de 30 nudos, y...
Sus habitantes han debido sumar desde el año pasado una nueva preocupación: temperaturas constantes sobre 30º Celsius, ráfagas de viento de más de 30 nudos, y humedad relativa en la línea del 30%.
La comunidad de Juan Fernández, en general, y la Corporación Nacional Forestal (Conaf) en particular, están dando una guerra sin cuartel contra las especies exóticas invasoras que desplazan a fauna y flora del archipiélago. Y cómo si fuese poco, sus habitantes han debido sumar desde el año pasado una nueva preocupación: temperaturas constantes sobre 30º Celsius, ráfagas de viento de más de 30 nudos y humedad relativa en la línea del 30%. Algo de lo que nunca antes hubo registro y que hoy es considerado la antesala de los incendios forestales.
Es materia que preocupa y ocupa hoy, y así da cuenta Guillermo Araya, administrador del Parque Nacional Archipiélago de Juan Fernández. ‘Se ha dado una condición, con este cambio climático, y que no se había dado históricamente que es el famoso 30-30-30, y que lo tuvimos recientemente en Robinson Crusoe. En esas condiciones con el más mínimo accidente se puede generar una catástrofe. Así es que lo hemos trabajado con gente del municipio, Carabineros, con la población y estamos haciendo una campaña fuerte, desde señalética de control del fuego en los pórticos de acceso al parque, hasta llamado a la responsabilidad’.
A cargo de Claudio Ilabaca, jefe regional del Departamento de Áreas Silvestres Protegidas de Conaf, se ha elaborado un plan de contingencia y levantado documentación de procedimientos para hacer frente a eventuales incendios forestales, que por la condición isleña y área silvestre protegida podría ser nefasta. Preocupa, por ejemplo, la masiva presencia de material combustible que resulta de la recogida de leña por parte de los isleños desde el bosque fernandeziano.
Picaflor rojo
En mayo-junio y en septiembre de este año corresponde la realización de un nuevo censo de picaflor rojo (Sephanoides fernandensis), pero los datos del censo anual 2017 son más que preocupantes. Se estima, según conteo de Conaf, que no hay más de 700 individuos de los 10 mil que había décadas atrás, principalmente por la depredación del gato asilvestrado, una de las especies exóticas invasoras que hoy atenta contra el equilibrio ecológico en el archipiélago.
Otros factores que han incidido son los temporales de viento que en los últimos 12 años arrasaron con parte de las copas de los árboles del bosque nativo longevo endémico, donde anida y se alimenta esta especie, y hasta por la tala de algunos bosques de eucalipto que están bajo manejo para consumo isleño, y que proporcionaba cierta alimentación al picaflor rojo.
‘Se ha apelado a la tenencia responsable de mascotas, se ha hecho operativos para esterilización y castración; sin embargo, una parte de la población se opone. El problema es que la gente no se hace responsable de las camadas de esos gatos y se vuelven depredadores, porque van desde el poblado al bosque buscando comida, casi en estado de abandono. Creemos que en Robinson Crusoe deben haber más de 300 gatos’, manifestó Guillermo Aguirre.
Javiera Meza, jefa regional de la Sección de Conservación de la Diversidad Biológica de Conaf, enfatiza en la importancia de la conservación del picaflor rojo por su carácter endémico y, también, por su dimorfismo sexual (colores muy definidos entre macho y hembra desde el nacimiento) cosa que no pasa con otros picaflores. ‘Es un polinizador nato para ciertas flores de la isla, las que sin él corren riesgo de bajar su ritmo de reproducción, pese a que ahora también está presente el picaflor continental o picaflor chico’, sostiene.
La profesional calificó de labor titánica controlar las especies invasoras tanto vegetales como animales debido a que todas las especies invasoras están ocupando espacios (nichos ecológicos) que debería ocupar la vegetación y fauna nativa.
‘Desde 1574, cuando fue descubierta la isla, comienza la invasión de especies. Se deben haber bajado los ratones de inmediato, luego viene la explotación, la gente deja las cabras que también empiezan a consumir la vegetación nativa, y después traen otras semillas para el sustento, en fin, y también llegan las plagas que provocan un deterioro fuerte’, relata Javiera Meza.
Y como si todo se tratara de un ciclo, la vulnerabilidad del picaflor rojo también pone en riesgo a la isla Robinson Crusoe en su conjunto. Ello debido a que la presencia de esta diminuta ave, por su trabajo polinizador, repercute en la reproducción del bosque nativo, el cual, al no poder regenerarse redundará en un empobrecimiento de los suelos y en una consiguiente menor retención de agua para la isla. En fin, una cadena preocupante de hechos.
Y es aquí donde Guillermo Araya sostiene que de la preocupación han pasado a la acción. ‘No solo hemos realizado campañas de conservación. Hemos habilitado parcelas con flores que favorecen al picaflor, con medidas para protegerlas de los ratones y conejos. La idea es acercar la comida al picaflor para evitar que una gran cantidad de individuos baje al poblado a los jardines a alimentarse y sea presa fácil de los gatos.’
Conservación
Parte importante de esta guerra frontal contra las especies invasoras la conforma el proyecto Iniciativa Darwin, próximo a su fin, que implicó la restauración de un área del bosque en el sector denominado Plazoleta el Yunque, que consistía en despejar áreas de especies invasoras (maqui y zarzamora) y en esos claros se plantó especies vegetales nativas para dar continuidad al bosque nativo endémico y evitar su fragmentación.
Una arista era la restauración del bosque y otra la creación de un laboratorio para establecer un banco de semillas endémicas disponibles en Robinson Crusoe para trabajos de viveros y de conservación, con miras a trasplantar luego en diferentes lugares del archipiélago.
Se ha logrado cosas interesantes como un catastro de microorganismos (principalmente hongos y bacterias) en el suelo de la isla, que inciden en la reproducción de especies endémicas. ‘Se descubrió que la biodiversidad del suelo de Juan Fernández era tan amplia y más que la de la flora, y muchos de ellos son endófitos, es decir, protegen a las propias plantas pues estimulan a su crecimiento’, ratifica Javiera Meza.
A partir de este vivero, además, se ha regalado a los pobladores y a los visitantes especies endémicas de Juan Fernández para que las planten en sus casas con el compromiso de poder recurrir a ellas luego como banco genético, en el caso de que alguna catástrofe afecte al archipiélago.
Libres de conejo
‘No queremos que nos pase con Selkirk lo que nos pasó con Robinson Crusoe con tanta especie invasora que llegó’. Así comienza Guillermo Araya a relatar la experiencia exitosa de recuperación del endemismo en dos áreas importantes del archipiélago: las islas Selkirk y Santa Clara.
Vigente se encuentra un proyecto de restauración ecológica en la isla Alejandro Selkirk entre Conaf y la ONG Island Conservation.
‘En Selkirk creemos que con un proyecto a largo plazo es posible eliminar gran parte de estas especies invasoras, que es importante controlar porque compite fuertemente con el bosque nativo y endémico… Lamentablemente ocho especies han estado extintas pero el 2015 pudimos redescubrir dos de ellas’, relata Araya, quien comenta que para lograr sus objetivos hasta utilizaron cabras (altamente invasoras), que con una población acotada consumen especies vegetales exóticas.
Por otra parte, la isla Santa Clara (221,6 hectáreas), en su oportunidad tuvo cabras, ovejas y conejos que los propios pescadores en tiempos pretéritos trasladaron para alimentarse mientras laboraban. Pero con el paso del tiempo solo quedaron los voraces conejos, que con ayuda de un proyecto financiado por Países Bajos, se logró erradicar en 2005. Desde ese año Santa Clara es considerada el único territorio en Chile libre de conejos y de la plaga que implica.
‘Lo importante es que desde 2005 ha habido una resiliencia importante en Isla Santa Clara. Hubo una respuesta muy positiva de la flora y fauna endémica de esta isla y encontramos cuatro especies que han comenzado a recuperar terreno. Pero aún quedan invasoras vegetales como el cardo blanco, así es que el desafío es ahora sacar estas especies y ver cómo responde el entorno’, acota Guillermo Araya.
Las invasoras ‘tres m’
En relación a la flora introducida que compite con el bosque nativo local, las Principales Especies Exóticas Invasoras (EEI) que afectan al Archipiélago son las denominadas Tres M: Mora o Zarzamora (Rubus ulmifolius ), Maqui (Aristotelia chilensis) y Murtilla ( Ugni molina), además del No me olvides ( Myosotis sylvatica). En cuanto a la fauna exótica invasora, el registro de Juan Fernández señala a: los tres tipos de ratas: Rattus rattus, Rattus noverjicus y Mus muluscus, el Conejo (Oryctolagus cuniculus), Coati ( Nasau Nasau ), Cabra (Capra ircus), avispa Chaquet< amarilla ( Vespula germánica), Caracol común (Helix aspersa), Sapo de Cuatro Ojos (Pleurodema thaul), hormigas (diferentes tipos de formícidos) y Gato asilvestrado (Felis catus).
El repunte del lobo marino
Contrario a lo que acontece con el dramático descenso del picaflor rojo, el lobo fino de dos pelos (Arctocephalus philippii) o lobo de mar de Juan Fernández, ha registrado un notable repunte. El reciente censo de febrero de 2018 cifra la población de este mamífero en unos 85 mil ejemplares, frente a los 34 mil registrado en el censo de 2010. ‘Estuvo al borde de la extinción y en 1965, el investigador chileno Nibaldo Bahamonde avistó solo a 200 individuos y dio la voz de alerta de su peligro, y desde ahí se tomaron medidas de protección que hoy dan su fruto’ sostiene Guillermo Araya. La presencia del lobo ayuda a controlar al pulpo (Octopus vulgaris), principal depredador de la langosta en etapa de desove, por lo que ayuda a la lucrativa actividad de Juan Fernández. Pese al aumento de lobos aún sigue siendo una especie vulnerable.
Fuente: El Mercurio de Valparaíso.