Huella del agua: La cuenta ambiental que Chile debe pagar
By Comunicaciones Terram

Huella del agua: La cuenta ambiental que Chile debe pagar

La próxima vez que tome una taza de té, haga un asado, disfrute una copa de vino o, incluso, tome agua embotellada, tenga en cuenta que esos productos para llegar a sus manos no sólo dejaron una estela de carbono, sino también un rastro de agua. El Diario Financiero, 29 de enero 2010.

Porque al igual que las emisiones de CO2, el consumo de agua en la elaboración de un bien o un servicio también tiene su huella. Ésta indica tanto el uso directo como indirecto de agua dulce en una actividad.

La huella a su vez se divide en tres tipos: la de un producto, que mide cuánta agua salió del sistema para elaborarlo. Así, una taza de café promedio requiere 140 litros de agua. La taza de té estándar necesita 30 litros de agua. En promedio se usan 180 litros para producir 1 kilo de tomates y 120 para una copa normal de vino tinto. Está la huella del agua por país, que es el agua total usada para producir los bienes y servicios que consumen sus habitantes. Si el mundo fuera una nación, su huella es de 1.240 metros cúbicos per cápita anuales. Chile tiene una huella de 803 m3/cápita (esto equivale a 12,3 giga metros cúbicos a nivel nacional); entre los que tienen medidas cercanas a la nuestra están Sudáfrica con 931 m3/cápita y Colombia con 812 m3/capita. Está también la huella de las empresas, que es la cantidad de agua usada por éstas para operar producir y operar.

Pero atención, que no se trata de la cuenta del agua, advierte el jefe de Proyectos del Programa Sistemas Agroindustriales de Fundación Chile, Rodrigo Acevedo. Este think tank es desde junio del año pasado el primer socio en Chile y segundo en Sudamérica de la organización oficial que mide la huella del agua, la Water Footprint Network (WFN). La entidad es dirigida por el científico de la UNESCO-Instituto de Educación del Agua Arjen Hoekstra, quien creó el concepto en 2002 como un indicador alternativo para medir el uso de este recurso tanto en la cadena de producción como de abastecimiento.

Ni tampoco es necesariamente "algo bueno" que la huella sea baja, precisa Acevedo. Al cuantificar el impacto hídrico que tiene la productividad de un país o un negocio, mientras más eficiente el uso, "mejor" la huella.

Un año hídrico

Es así que tres "huellas" (carbono, ecológica y del agua) deben preocupar al empresariado chileno en la búsqueda de estándares más sustentables y eficientes de producción, lo que promete instensificarse este año a medida que la sociedad civil está presionando al sector privado hacerse responsable de sus actos.

Saber cuánto carbono emiten al producir, cuántos recursos ecológicos consumen y devuelven al ecosistema, y cuánta agua se ocupa en toda la cadena productiva, es ahora tan importante como definir el plan de inversiones y el presupuesto anual.

Porque al comerciar un producto, implícitamente, se comercia CO2 y agua. En el caso de esta última huella, "revela información asociada a los patrones de consumo de bienes y servicios", explica Acevedo.

En Chile este año comenzará a cuantificarse de forma acabada cuánta agua sale del sistema para el desarrollo de la economía, así como también cuánta agua "importa" el país (la que viene incorporada en los productos venidos del exterior). "Las empresas cada vez más van a tener que informar cuánta agua consumen para elaborar sus productos", precisa Verónica Lizana, directora del programa de Diversificación y Negocios Derivados del área Forestal de Fundación Chile.

El primer paso oficial se dará en marzo cuando Viña Concha y Toro inicie junto a Fundación Chile un proyecto piloto que determinará la primera huella del agua a nivel empresarial en Chile, y el primero de su tipo en la industria vitivinícola mundial. La viña de la familia Guilisasti es también el único socio corporativo en Chile de la WFN.

Junto con el Ministerio de Agricultura, Fundación Chile comenzará en el segundo trimestre de este año el cálculo de la huella del agua de los principales productos primarios agropecuarios exportados. Este cálculo se sumará al actual estudio de la huella de carbono que realiza la consultora Deuman con el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) por encargo de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), resultados que debieran salir a la superficie este año.

Como socio estratégico en el país de la WFN, Fundación Chile también elabora un proyecto con el apoyo financiero de Corfo Innova para desarrollar una certificación estándar de la huella del agua nacional durante los próximos dos años.

Porque se quiere dejar de hacer agua como pasó con la huella de carbono, precisa Lizama. "No queremos que pase lo mismo que con el sistema de cálculo y certificación del carbono, donde hay mucho desorden", explica. Para eso se está trabajando con la Sociedad Nacional de la Agricultura (SNA) y la Corporación Chilena de la Madera (Corma) en desarrollar el mecanismo que certificará las reducciones que realicen las empresas una vez que conozcan cuál es su consumo productivo de agua.

Agua que importa

La huella del agua no sólo cuantifica cuánta agua sale del sistema doméstico nacional. También, -y esto es clave para toda economía que quiere ser "verde"- mide cuánta agua externa hay en un país. El agua externa es aquella que "viene incluida" en un producto importado.

Las cifras oficiales de la WFN apuntan a que más de 350 productos transados en el comercio internacional (entre 1997 y 2001), mueven en promedio 1,26 billón de metros cúbicos. En el caso de Chile, unos 260 m3/capita corresponden al agua de los productos importados según los cálculos de la organización. La huella del Chile tiene una dependencia de 39% del agua en los productos importados.

 

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  • 28/01/2010