Descontaminar Santiago: discusión en círculo
By Comunicaciones Terram

Descontaminar Santiago: discusión en círculo

Columna de opinión de Paola Vasconi, Coordinadora Programa de Medio Ambiente de Fundación Terram, publicada en blog La Tercera el 17 de junio de 2011. Vea blog AQUÍ.

El 5 de junio, como todos los años, se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente, fecha instaurada por la Organización de Naciones Unidas para sensibilizar a la comunidad internacional sobre la necesidad de preocuparnos por el medioambiente y de tomar acciones políticas tendientes a su protección. Y qué duda cabe, en Chile la temática ambiental llegó para quedarse y convertirse hoy en uno de los temas prioritarios de la agenda nacional. Ya no es tema de unas pocas organizaciones o comunidades, hoy es parte de miles de chilenas y chilenos, que a propósito del proyecto Hidroaysén han salido a las calles a manifestarse en distintos lugares del país en contra de su aprobación ambiental.

Pero Hidroaysén no es la única problemática que ocupa la agenda ambiental de las organizaciones ciudadanas y de los chilenos. De hecho, la complejidad de la calidad del aire que viven Santiago y varias otras ciudades del país, con sus consecuentes impactos en la salud de la población –principalmente niños y adultos mayores- han desatado un fuerte cuestionamiento al Gobierno, que ha evidenciado la descoordinación existente al interior del aparato público a la hora de evaluar esta problemática, pero por sobretodo a la hora de impulsar las políticas y medidas necesarias para enfrentarla.

En el caso especifico de Santiago, parece una discusión eterna, que no tiene principio ni fin. Se inicia el periodo otoño-invierno -fecha en el que se decretan los episodios críticos de contaminación- y, como todos los años, se reactiva la discusión pública sobre la calidad del aire de la capital y las medidas necesarias para descontaminarla. El resto del año este tema pasa al olvido, lo que significa que las autoridades no le dan la relevancia política necesaria que permita tomar las medidas para que Santiago pueda respirar un aire de calidad.

Lamentablemente seguimos dependiendo de las variables meteorológicas para respirar un aire limpio. Prueba de ello es que este 2011, la falta de lluvias -dada por el fenómeno La Niña- junto a la mala ventilación en la cuenca santiaguina, han provocado una seguidilla de episodios críticos de contaminación, registrando a la fecha cuatro preemergencias ambientales, una de ellas el 4 de junio en el preámbulo a la celebración del Día del Medioambiente. Paradójico ¿no? Sólo la lluvia y el viento le han dado un respiro a las autoridades logrando disminuir los niveles de contaminación, pues los instrumentos establecidos en el Plan de Gestión de Episodios Críticos 2011 junto a la escasa fiscalización, tienen un impacto limitado en la mejora del aire santiaguino.
Esta más que claro que este 2011 no se cumplirán las metas establecidas en el Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica (PPDA) para la Región Metropolitana, en 1997, así lo reconoce la propia autoridad en el Decreto Supremo Nº66/2009 de la Serpres. Pero, más allá del incumplimiento de las metas al 2011, lo más grave es que PPDA vigente no garantiza la protección de la salud de la población, su principal objetivo, y confirma, además, la tesis que durante años ha sostenido Terram: "La escasa prioridad política que tiene la descontaminación del aire de la capital".

Para ello, lo que se necesita es una mirada integral de la ciudad, una mirada de largo plazo. Una autoridad única encargada de administrar y dar seguimiento al Plan. De lo contrario difícilmente se podrá concebir, implementar y consolidar las políticas para que la capital pueda combatir eficazmente la contaminación y se convierta en una ciudad con una buena calidad de vida. Hasta ahora el modelo institucional y las autoridades que han operado detrás del PPDA han imposibilitado diseñar y aplicar planes eficientes para descontaminar el aire de la capital.

El problema de la contaminación de la Región Metropolitana es de tipo estructural y se relaciona con la capacidad de carga de la cuenca de Santiago, es decir, con la expansión horizontal de la ciudad, el crecimiento poblacional, el aumento del parque automotriz, aumento de la calefacción residencial en base a leña y de las actividades económicas que en ella se desarrollan, entre otros. Todos indicadores que en los últimos años han aumentado significativamente y sin ningún control o planificación de parte de la autoridad.

Las nuevas medidas a implementar, entonces, deben apuntar a disminuir la carga ambiental sobre la cuenca, lo que significa avanzar hacia una gestión integral de la ciudad de Santiago. En ese sentido las medidas impulsadas deben estar enfocadas principalmente a proteger la salud de las personas, a los distintos sectores/actores que generan la contaminación (ordenamiento territorial, transporte, industria, construcción, residencial-comercio), y en términos de quién ejecuta y se hace responsable técnica y políticamente de las medidas y políticas para descontaminar la región (gestión e institucionalidad, presupuesto, ámbito técnico).
Santiago, al igual que otras ciudades del país en las que sucesivamente se están decretando zonas de latencia o saturadas, requiere de un nuevo esquema institucional que impulse los planes de descontaminación. Pero, lo que es más importante, se requiere de un nuevo modelo para las ciudades que estamos construyendo, más armónicas desde el punto de vista urbanístico-arquitectónico, con mirada de ciudadanía y teniendo siempre presente nuestro entorno.

Por ello, hacemos un llamado a las autoridades, y en especial a la Presidente de la República, de manera que la contaminación del aire de Santiago y regiones se enfrente con la seriedad que se requiere. El costo que no se asuma hoy, se pagará en el futuro con la mala salud de la población.

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  • 16/06/2011