HidroAysén, oportunidades que se abren
By Comunicaciones Terram

HidroAysén, oportunidades que se abren

Columna de opinión de Flavia Liberona, Directora Ejecutiva de Fundación Terram publicada en Observatorio de Género y Equidad el 12 de junio de 2011 ( www.observatoriogeneroyequidad.cl ).

Desde la aprobación del emblemático proyecto HidroAysén, que pretende construir cinco megarepresas en la Patagonia chilena, específicamente en los ríos Baker y Pascua en la región de Aysén, pareciera que el tema ambiental y eléctrico ha entrado en la agenda pública de nuestro país. Algunos tenemos la sensación de que algo pasó, aunque aún no esté claro qué.  Probablemente las causas son múltiples: la frustración ciudadana acumulada, el incesante trabajo de las ONGs ambientales y  organizaciones ciudadanas locales, la permanente sensación de que nos tratan de pasar por bien público iniciativas privadas que generan enormes ganancias para las grandes empresas,  la mañosa publicidad de HidroAysén, la seguidilla de “extrañas “ o irregulares aprobaciones ambientales a proyectos termoeléctricos, la situación de las aguas en Chile, la mala política ambiental y eléctrica, entre tantos otros temas. Pero, en definitiva, algo pasó y estamos en una situación muy diferente que hace un mes atrás.

El cambio de escenario es muy  importante pues, a diferencia de lo que ocurre en otros países, la mayoría de los chilenos viven en una  vorágine en la cual queda poco tiempo para la reflexión, y dedican menos tiempo aún a comprender, valorar  y respetar  la complejidad de la naturaleza, de las relaciones entre especies y de éstas con el medio en que habitan, interacción que permite sostener nuestra vida como especie humana. Para decirlo en términos simples, el chileno medio vive entre la casa y la pega o los centros de estudios y los fines de semana se dedican a recorrer centros comerciales o a estar en familia. Y si bien esto es masivo en las grandes ciudades, en forma progresiva vemos que este estilo de vida se va instalando en ciudades medianas o pequeñas y con ello comienza la desvinculación de la cultura local y del medio ambiente. La aprobación de las represas ha sido una oportunidad para muchos para darse cuenta que no todo es así, que debajo de esta cultura homogenizante existe algo más, tal vez olvidado en cada uno de nosotros, algo que surgió, salió y se manifestó.

Nuestra  cultura y forma de vida nos ha ido desconectando del medio natural y como sociedades poco a poco hemos ido perdiendo el vínculo con los ecosistemas naturales y cultivados, con la importancia de la tierra y del agua en nuestras vidas. De una forma u otra pareciera que se ha instalado la percepción de que somos capaces de generar recursos naturales en forma ilimitada, que nos permitirán seguir habitando el planeta en forma indefinida, que cada vez podemos demandar más energía, intervenir más los ecosistemas y seguir así alimentando  una demanda creciente para supuestamente vivir mejor.

Sin embargo, como contraparte, cada vez con más fuerza surgen señales de que esto no es posible y que la humanidad no puede crecer en forma ilimitada. Chile no puede crecer en forma ilimitada y menos a costa del destruir nuestro patrimonio natural en beneficio de empresas privadas cuyo fin primero y último es el lucro. En este contexto, cobra especial importante la reacción frente a HidroAysén, que constituye un remezón a la conciencia de muchos e instala dentro de los hogares y otros espacios públicos y privados la discusión sobre el proyecto en particular, pero también sobre el medio ambiente, la institucionalidad y la electricidad. Por eso resulta tan relevante el momento en que estamos viviendo. Es un momento en que gran parte del país toma conciencia de que algo anda mal, y cada uno lo expresa de distintas formas: el rechazo a HydroAysén, demandas por el acceso al agua, cuestionamientos a la institucionalidad ambiental vigente, a la política eléctrica, a la conservación del patrimonio natural, a la forma en que se toman las decisiones, a la “democracia”, etc.

En definitiva, ha llegado el momento en que el trabajo de muchas personas y organizaciones cobra una dimensión y sentido distinto, el momento de poner los argumentos, críticas, cuestionamientos y propuestas sobre la mesa. Es la hora de volver a insistir en cuestiones que los ambientalistas hemos dicho durante años, es hora de educar, reeducar y educarnos, de intercambiar opiniones y propuestas, de cuestionar una y otra vez la institucionalidad ambiental y la política eléctrica, de decir y volver a decir que  dependemos de los ecosistemas  para el sostenimiento de nuestra vida en el planeta.

Con la aprobación de las represas en la Patagonia chilena se abren grandes desafíos y al mismo tiempo oportunidades, pues todos los que nos oponemos a este proyecto debemos ser capaces de pasar de las manifestaciones callejeras a los cuestionamientos de fondo, cuestionamientos que deben ser concretos, claros y fundados. La aprobación de este proyecto una vez más ha puesto de manifiesto lo que Fundación Terram ha dicho tantas veces: la institucionalidad ambiental  chilena, esa que se acaba de reformar a comienzos de 2010, no es capaz de abordar y menos  resolver los problemas socioambientales de Chile. En consecuencia, a la hora de calificar proyectos no tiene herramientas para hacer una evaluación ambiental justa y democrática, resguardando los intereses de todos los sectores y actores, respetando las economías locales y protegiendo nuestro capital natural.

En el país las decisiones son políticas y las toman funcionarios públicos de confianza del Presidente, con lo cual cualquier señal del gobierno a favor o en contra de un proyecto es crucial. Por otra parte, tenemos un sistema eléctrico con un marco regulatorio débil y son las empresas quienes deciden dónde, cuándo y cómo instalar proyectos, sin importar si interfieren con las economías locales, contaminan o dañan la salud de las personas o el medio ambiente. Las grandes empresas se han acostumbrado a socializar las pérdidas y privatizar las ganancias, pero los chilenos ya estamos cansados de esto.

Es ahora cuando debemos  parar HidroAysén, y junto con ello discutir sobre política eléctrica e institucionalidad ambiental. Fundación Terram, al igual que muchas de las organizaciones que forman la campaña Patagonia Sin Represas, tenemos conocimientos y experiencia suficiente para hacerlo y estamos abiertos a compartir estos conocimientos, pues estamos convencidos que se trata de un tema-país, directamente vinculado a la justicia, equidad , democracia, respeto a los derechos de las personas, etc.

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  • 14/06/2011