By Comunicaciones Terram

Ahogados en Cerro Navia

Cuatro alertas ambientales y una preemergencia hubo esta semana. Un problema que afecta a todo Santiago, pero que aquí, en el epicentro de la contaminación capitalina, no sólo se respira, sino que se mira, se huele y hasta se mastica. El Mercurio, 21 de julio de 2012.

Lo mismo que siente un runner después de trotar más de media hora, es lo que muchas veces -más de las que quisiera recordar- percibe una vecina de Cerro Navia al caminar una cuadra para ir a comprar el pan cuando el aire está malo.
 
Cuando eso sucede, cuando la dificultad para respirar y el cansancio al caminar son las principales señales, los residentes de la comuna saben que la contaminación del aire está subiendo a niveles regulares o derechamente malos.
 
Luego vienen las lágrimas sin razón aparente y la picazón de garganta, para terminar en una tos fuerte, seca, de esa que parece venir de las entrañas para salir a decir algo. "Apenas estamos respirando", es la conclusión de los vecinos.
 
En el número 1204 de avenida Las Torres, una estructura metálica es la encargada de medir la contaminación atmosférica en esta comuna del sector poniente de Santiago. Es la misma que comúnmente marca los índices más altos de polución en la capital. El viernes, por ejemplo, las 11 estaciones de monitoreo de la calidad del aire registraban en promedio niveles de PM-10 de 129 en la mañana. La estación de Cerro Navia marcaba 169.
 
Resulta casi anecdótico que la estación esté en la misma dirección que el consultorio Doctor Albertz. Mientras a través de algoritmos la antena revela la cantidad de mugre en el aire, a escasos metros de ahí la sala de espera del Sapu refleja lo mismo, pero con una cara más humana.
 
De los 131.850 habitantes que tiene Cerro Navia, más del 31% son niños y adultos mayores. Los dos grupos más afectados por el aire irrespirable y a quienes es común verlos caminar con un pañuelo o bufanda cubriendo su nariz, aun cuando la sensación térmica no sea tan baja.
 
Como la contaminación no produce enfermedades directamente, pero sí agrava los cuadros respiratorios, y a los adultos mayores -generalmente con enfermedades crónicas- y a los niños -que tienen menor resistencia cardiorrespiratoria- les es más fácil que una bronquitis se les torne aguda viviendo en Cerro Navia.
 
El año pasado, de las 140 mil atenciones que dieron los tres consultorios de la comuna, el 40% fueron consultas por males respiratorios. Sólo en mayo, junio, julio y agosto este tipo de consultas sumaron siete mil.
 
Viviendo bajo la nube
 
Gabriel tiene cinco años, sufre de rinitis y siempre ha vivido en Cerro Navia. Hasta el año pasado iba a un jardín infantil en Quinta Normal, pero cuando entró a kínder se cambió a un establecimiento de su comuna. "Es terrible el cambio. Con su rinitis, cuando estaba en Quinta Normal nunca tuvo problemas. Ahora que se levanta temprano para ir al colegio, siempre lo hace tosiendo. Y no es el único. Entrar a su sala es un concierto de toses", cuenta su madre, Isabel López.
 
Y es que el cambio de aire cuando se llega a Cerro Navia desde el oriente de la capital se percibe inmediatamente. Éste se torna más espeso y pareciera que hasta se puede masticar. "Incluso sale como un olor raro, que no es a quemado, ni a suciedad. Es olor a esmog, como decimos", dice Cristina Correa, quien vive hace 20 años bajo este cielo gris.
 
El momento más crítico es cuando comienza a oscurecer. En la seremi Metropolitana del Medio Ambiente explican que Cerro Navia es un sector víctima del comportamiento de los vientos.
 
Esto, porque la nube de esmog que amanece sobre la comuna se mueve hacia el oriente durante el día. Ésta realiza un viaje circular y cerca de las 17:00 horas vuelve a Cerro Navia, ahora arrastrando, además, material particulado del resto de la capital. La masa resultante se deposita allí y en la noche baja. Ahí se queda hasta el otro día, para hacer nuevamente su recorrido.
 
Algo que los vecinos perciben claramente. "En la noche se ve una nube sobre nosotros que no se sabe si es niebla o esmog. Para saber qué es, uno pasa un dedo sobre el vehículo. Y éste no sale húmedo, sino gris", afirma Mirtha Landeros.
 
La mugre no sólo enferma a las personas, sino que también se ensaña con el mobiliario de la casa. "La cantidad de polvo que se junta es impresionante", se queja Cristina. Las dueñas de casa deben lavar sus cortinas al menos una vez a la semana y "no pueden ser blancas, porque esas no duran nada limpias", asegura.
Tampoco se pueden pintar las paredes exteriores o las rejas de colores claros. Si lo hacen, cuentan, al día siguiente éstas aparecen con manchas grises.
 
¿Hacer deporte en esas condiciones? Mejor ni pensarlo. Entre mayo y agosto los colegios bajan rotundamente las horas prácticas de Educación Física, y las actividades recreativas que organiza el municipio quedan suspendidas hasta nuevo aviso.
 
Gusto amargo
 
El jueves, el seremi de Medio Ambiente, José Ignacio Pinochet, visitó la torre de medición y allí compartió con los vecinos. Les explicó que las principales razones de la contaminación en la comuna son la geografía, los factores climatológicos y las emisiones, en ese orden.
 
Les dio un mensaje optimista al decirles que en los últimos cinco años los niveles de contaminación han disminuido sostenidamente. "De emergencias ya casi no sabemos y las preemergencias el año pasado fueron siete y ahora van cuatro", calculó. Pero los vecinos se quedan con un gusto amargo. "Si la geografía y el clima no se pueden cambiar, esto no va a mejorar nunca", concluyen.
 
Para el alcalde Luis Plaza todavía se puede trabajar con la población en mejorar la calidad del aire: "Hacemos lo posible para ayudar a que los vecinos cambien la leña por estufas que contaminan menos, igual que en los negocios con los hornos, y estamos mejorando los vehículos que recogen la basura".
 
Para muchos de sus habitantes, sin embargo, la solución sigue siendo quedarse encerrados en sus casas y esperar que el esmog les de una tregua durante el invierno.
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  • 22/07/2012