A fines de diciembre del 2012 la Superintendencia de Medio Ambiente (SMA) comenzó sus tareas de fiscalización como órgano del Gobierno de Chile especializado en ejecutar y coordinar el cumplimiento de la normativa ambiental. En este sentido, la SMA ha adquirido equipamiento para llevar a cabo sus labores de fiscalización en el ambiente acuático de los recursos marinos y lacustres del país.

Los centros acuícolas son algunos de los lugares donde se llevaran a cabo tareas de fiscalización de las resoluciones de calificación ambiental (RCA). Para ello la SMA adquirió mediante licitación pública, la cual fue adjudicada a la empresa Mariscope Ingeniería, algunos equipos de tecnología punta: un robot submarino equipado con cámaras y una draga para la toma de sedimentos con 300m de cable, auto-rumbo y auto-nivelación. Este equipo permitirá inspeccionar las instalaciones acuícolas en lugares donde el hombre no puede llegar mediante inspecciones de buceo.

Asimismo la SMA adquirió a través de la misma empresa, varias sondas multiparamétricas, así como botellas para muestreo de agua, que le permitirán evaluar las características ambientales de océanos y lagos. Los sensores que equipan estas sondas son la temperatura, la salinidad, el oxígeno disuelto, la clorofila, la turbidez y el pH. Esta amplia gama de parámetros proporcionará una evaluación del cumplimiento de la normativa ambiental, la cual tiene como objetivo la protección de medio ambiente donde viven los chilenos y chilenas.

En la licitación se contempló la capacitación para el uso especializado de este equipamiento, el cual se realizará en Puerto Montt, de forma especial para los fiscalizadores de la SMA, durante los próximos días.

Esta compra se suma a otras realizadas por la SMA durante el 2012, en los cuales se han invertido casi $ 400 millones, buscando la mejor tecnología para que el equipo de la Superintendencia cuente con poderosas herramientas de fiscalización, entre los que se cuentan 4 sondas analizadoras de gases de combustión para medir emisiones de termoeléctricas o productoras de celulosa; 16 sonómetros que miden ruidos molestos, entre otros. Así también, los fiscalizadores han realizado capacitaciones incluso con expertos internacionales para el uso de estos equipos.