
Investigan por qué mueren tantos árboles del mundo
Por todas partes, los árboles mueren. Los bosques boreales de Canadá y Rusia son devorados por escarabajos. En Grecia, los pinos resistentes a la sequía están en vías de desaparecer. Los cedros del Atlas norafricano se marchitan. Las selvas tropicales húmedas y secas de Asia colapsan. El fuego arrasa con los bosques de eucalipto australianos. La cuenca amazónica acaba de sufrir dos intensas sequías. Y se vaticina que, para finales de este siglo, podría no quedar árbol alguno en el suroeste estadounidense. La Segunda 10 de enero 2013.
Pero los científicos no entienden completamente la muerte de los árboles. Sin duda, temperaturas más altas, falta de agua e insectos desempeñan un papel. Pero, ¿por qué sucumben algunos árboles y otros sobreviven?
Nate McDowell, científico del Laboratorio Nacional de Los Alamos, busca respuestas. El fisiólogo vegetal ha sometido a árboles a un experimento. Al acelerar aspectos del cambio climático —más calor, menos agua— espera documentar su fin. Las dos teorías rivales para explicar la muerte de los árboles es que sucumben a la sed o al hambre.
El experimento de McDowell mide cómo 63 piñoneros y enebros respiran, producen alimento, absorben o liberan agua, luchan contra los insectos y lidian con un aire mucho más caliente. De esos, 32 están colocados en tanques de Plexiglás y acero, cuya parte superior está abierta, y conectados a dispositivos que miden cada aspecto de su metabolismo.
La prueba se realiza a poca distancia de Los Alarnos, cerca del Monumento Nacional Bandelier, cuyos habitantes abandonaron sus viviendas troglodíticas durante una intensa sequía en el siglo XIII. La región sufrió otra fuerte sequía en el siglo XVI.
McDowell explicó que, entonces, los bosques murieron, pero las condiciones se restablecieron. Agregó que, esta vez, no se espera una recuperación de las temperaturas porque su aumento es causado por la actividad humana. Ocurre más rápido que en cualquier momento del registro geológico. La novedad, según los científicos, es que este aire más cálido actúa como una esponja. Aunque los niveles de lluvia y nieve no cambien, la atmósfera extraerá esa humedad del suelo y los árboles.
Para monitorear cómo los árboles podrían morir de sed, los investigadores miden el flujo de agua en cada tronco. La atmósfera extrae del suelo y de las raíces cuerdas de moléculas de agua a través de canales llamados xilemas. Cuando el aire es caliente, la absorción hídrica es mayor. Si la tensión aumenta, la cuerda cede y se introduce aire, lo que puede bloquear el flujo de agua y un árbol puede secarse y morir.
Los investigadores también evalúan cuánto carbohidrato, o alimento, produce cada árbol a partir del dióxido de carbono absorbido por sus agujas en la fotosíntesis. En período de sequía, muchos árboles se defienden al cerrar los poros, o estomas, de sus hojas o agujas para prevenir la pérdida de agua. Ello interrumpe la fotosíntesis y obliga al árbol a consumir sus reservas de carbohidrato. Al agotarse éstas, puede morir de hambre.
El experimento comenzó en junio. A la fecha, el grueso de la evidencia concuerda con la idea de que los árboles se secan o mueren de hambre, indicó McDowell.
"Sólo se podrá hacer predicciones precisas a futuro si se entiende la cadena de etapas que llevan a la mortalidad de los árboles", señaló.